Más que muchos escritores, de Fernando Pessoa se podría decir que llegó a ser muchos hombres diferentes, muchas personas, pues, más allá de la Literatura, y aparte de multitud de poetas, narradores y ensayistas distintos –unos en bajorrelieve, otros casi exentos (Jerónimo Pizarro y Patricio Ferrari llegan a recopilar hasta 136 autores ficticios en el curioso libro Eu Sou Uma Antologia, publicado por la editorial portuguesa Tinta da China)–, tuvo intereses e inquietudes tan dispares que parece imposible que todos coincidiesen en un mismo y solo individuo. Por mencionar solo algunos, fue autor del primer eslógan de Coca-Cola en Portugal (un eslógan horroroso, por cierto), hizo una propuesta de reforma del calendario con fines mercantiles y se dedicó a escribir cartas astrales, como manifestación de un profundo interés por lo oculto que le llevó a entrar en contacto con Aleister Crowley, el más célebre ocultista del momento, con el que se vio envuelto en una aparatosa polémica a cuenta de la presunta desaparición de este en la famosa Boca del Infierno.
Esta última, oscura faceta del poeta portugués es la que aprovecha Rui Lage (también poeta, también portugués) en su novela Lo invisible, recién publicada en castellano por la editorial La Umbría y la Solana, para convertir a Pessoa en una suerte de de cazafantasmas. En la novela, y en buena medida como consecuencia del rocambolesco episodio de la desaparición de Crowley, Pessoa y su amigo Augusto Ferreira Gomes (personaje real que podemos ver caminando por Lisboa con el autor de El libro del desasosiego en un simpático gif reproducido en varias páginas de internet) montan una agencia dedicada a investigaciones ocultistas y paranormales con la que se dedican fundamentalmente a estafar a viudas desconsoladas, ansiosas por recibir desde el más allá alguna señal postrera de sus maridos, dudoso oficio por el que esos dos poetas metidos a exorcistas reciben la llamada de auxilio del párroco de Cova do Sapo, una aldea perdida entre Trás-os-Montes y el Alto Duero cuyos habitantes sufren cada noche un terrorífico e interminable poltergeist. A partir de las once, seres extraños, que nadie se ha atrevido nunca a contemplar cara a cara, aporrean las puertas de las casas, ponen patas arriba el cementerio, esparcen por el pueblo los huesos de los muertos y desquician, con sus espeluznantes aullidos, al ganado y también, por supuesto, a los vecinos, que se atrincheran en sus casas, haciéndose fuertes bajo las sábanas, y que se encuentran al borde de la locura después de semanas y semanas aterrorizados sin poder dormir. Movidos, más que por la piedad, por la perspectiva de una suculenta recompensa, Pessoa y Ferreira Gomes emprenden un largo viaje en tren hasta el Portugal profundo para vivir una aventura más fantasmal que fantástica en la que no faltan los misterios, las brujas, las ouijas, los muertos vivientes y los viajes astrales y de la que, desde luego, no voy a contar más.
Lo invisible es una novela muy curiosa, muy entretenida, muy muy bien escrita y que admite, como suele suceder a menudo con los buenos libros, más de una lectura, pues narra, a nivel superficial, una historia amena y divertida, imaginativa y un punto gamberra, a medio camino entre la novela negra y de la de terror, mientras, por debajo, lleva a cabo un agudo retrato histórico y sociológico, el del Portugal de 1931, mostrando el enorme contraste entre la Lisboa cosmopolita, burguesa y decadente, que la dictadura intenta hipócritamente moralizar y que el autor nos muestra con maestría en la visita del protagonista al Maxim’s, y el interior, un Portugal atrasado, supersticioso, aplastado por la religión y la miseria, el de Cova do Sapo, que recuerda (no en vano son muy cercanos en el tiempo, y no tan alejados en el espacio) a la Tierra sin pan de Luis Buñuel. Además, los lectores interesados en la figura de Fernando Pessoa irán descubriendo durante la lectura suculentos guiños a su vida y a su obra, desde su infancia en Sudáfrica (tan desconocida, y que Rui Lage rescata cargándola de sentido para dar verosimilitud al personaje), pasando por su condición solitaria, su relación con Oféliz Queiroz o su destructiva relación con el alcohol y por una recreación –que es toda una interpretacion– de su drama El marinero, hasta llegar a una insólita explicación en clave paranormal del fenómeno de los heterónimos, todo ello siempre muy bien traído y encajado, tanto que al final no resulta tan caprichosa ni tan descabellada esa llamativa, juguetona transformación de un poeta tímido y huidizo como Fernando Pessoa en un audaz ghostbuster.
Para terminar, para que nadie piense que intento de tapadillo venderles la moto, creo oportuno señalar que he tenido la suerte de traducir esta novela, de la que me siento, la verdad, orgulloso, pues si los libros propios son algo así como hijos, las traducciones acaban convirtiéndose en ahijados, y les aseguro que ha sido verdadero un placer apadrinar un buen libro como Lo invisible y adoptar antes, durante unos cuantos meses, acogiéndolo como una especie de heterónimo, a un escritor tan estupendo como Rui Lage.
Lo invisible
Rui Lage
La umbría y la solana
18,50 euros
Publicado el 12 de junio 2020
1 comentarios
Descubriremos nuevas y sorprendentes peripecias de ese inmenso escritor portugués, en un personaje ficticio que bien pudiera ser otro heterónimo, sus aventuras literadas nos llevarán por un Portugal tan cercano y tan parecido a España. Voy a leer el libro, ya que Pessoa es autor de cabecera y si la novela está traducida y recomendada por Juanra, miel sobre hojuelas.