El 23 de enero de 1516 fallecía en Jaraicejo (Extremadura) Fernando el Católico en una pedanía de los jerónimos en Madrigalejo, de Extremadura, cuando iba de camino al monasterio de Guadalupe para asistir al capítulo de las órdenes de Calatrava y Alcántara. Poco después, Carlos de Habsburgo, heredero de los reinos de Castilla y León y Aragón, decide trasladarse a España por consejo del regente Cardenal Cisneros, su principal valedor para hacerse cargo de los reinos hispanos.
Carlos se toma su tiempo, ya que había que esperar a que el mar se mostrara propicio, y, aunque el testamento estaba a su favor, el tema de la sucesión no estaba resuelto del todo, ya que algunos nobles castellanos eran partidarios de su hermano menor Fernando, criado en Castilla, como sucesor al reino.
La flota, formada por 40 naves, estaba preparada para trasladar todo su séquito y enseres. Según las crónicas, el rey de Dinamarca cedió la embarcación “Engelen”, un elegante buque de 1.500 toneladas, 35 metros de eslora y 13 de manga, tres puentes y cuatro palos y fuertemente armado, para uso del futuro monarca. Sin embargo, no tenemos referencia del nombre que tenía la nao de Carlos, únicamente indica que se encontraba al mando del capitán Juan Termonde, maestre de artillería, que acompañó a su padre, Felipe el Hermoso, en su último viaje a España desde Flandes y que sus velas estaban profusamente decoradas con imágenes religiosas de Cristo crucificado, la Virgen y otros santos a menudo invocados por los marinos, incluyendo las columnas de Hércules y el “Plus Ultra”. Y la Virgen fue, en su día de Guadalupe, la que les dio esperanza y coraje para partir.
Tras un largo trayecto por mar, no exento de peligros, emprende su periplo desde Flesinga (Países Bajos) hacia Santander (España) acompañado de su hermana la infanta Leonor. El calendario, tras encomendarse a la Virgen el día 6, en que se celebraba su fiesta, señalaba: lunes 7 de septiembre de 1517 por la noche, durmiendo en el barco y zarpando al día siguiente, martes, 8 de septiembre, a las 5 de la mañana con rumbo a Santander con intención de realizar el viaje sin escalas; pero un fuerte temporal atlántico puso en peligro su vida y le obligó a modificar su ruta hasta Tazones (Asturias). Los habitantes de Tazones lo recibieron a palos, pues, sin aviso alguno los confundieron con piratas.
No parece probable que la tempestad en la que se vio envuelta la flota fuera de tal calibre que existieran “olas como montañas”, como se afirmó, ya que las crónicas señalan que estuvieran expuestos a una mar montañosa (olas de 9 a 14 metros) pues el tipo de embarcación de la época difícilmente soportaría este oleaje sin naufragar o sufrir daños irreparables.
Lo cierto es que el 19 de septiembre de 1517 llegaba a Asturias el futuro emperador Carlos V para a ser refrendado rey de Castilla, Aragón y Navarra, escoltado por las citadas escuadras combinadas de Holanda, Zelanda y España, cuarenta grandes barcos en total, a pesar fueron confundidos con piratas por los habitantes de Tazones.
Y tanto el futuro rey y emperador, como la tripulación dieron gracias a la Virgen de Guadalupe que les hizo llegar sanos y salvo a su destino.
Publicado el 8 de septiembre de 2019
Texto de José V. Serradilla Muñoz para su columna Bitácora Verata