Ciertamente, así es. Los valientes, trabajadores y fiesteros (cuando llega la ocasión) jurdanos de la alquería de Arrolobos, perteneciente al concejo de Caminomorisco, comienzan hoy, 11 de mayo de 2018, a lanzar cohetes en honor a San Isidro Labrador; una fiesta con cierta solera sin ser secular.
En el año 1734, el Lizenciado DN. Antonio Ortiz Xarero, en su “Inspección de las alquerías de Las Batuecas”, nos dice así: “A distanzia de media legua de dicha parrochial (Vegas), de muy mal camino, entre oriente y mediodía, caminando la orilla del río abajo, está la alquería de Arrolobos, a la falda de una sierra, en buena situación, y entre ella y dicho río, que está a el mediodía, hay también un pedazo de vega poblada en la misma conformidad; y a la entrada está un arroyo que se pasa por un pontón”.
Arrolobos es el pueblo de los “argañéruh”, que en dialecto jurdano viene a significar algo así como “comedores de peces”. Su situación sobre las terrazas fluviales del río Jurdanu o río Jurde, generó toda una industria artesana de la pesca, que ya emprendieron aquellos prehistóricos jurdanos que se asentaron en los numerosos yacimientos que se observan por esta parte y en donde quedan muestras palpables de las pesas de redes, fabricadas don diminutos cantos rodados. Agrupaciones de cabañas del Calcolítico hubo en los parajes de “Loh Tesítuh”, “Loh Mátuh”, “Vega la Cierva”, “Güertu del bobu”, “Loh Jorcájuh· o “Tesu de la Vega Malosu”. Y vestigios no tan remotos parece que se encuentran en el “Picu Gorronal”, en la “Sierra del Romeru”, que, según los paisanos, son restos de un antiguo castillo.
La Fiesta
Pero hoy ya toca ir de fiesta, que esta tarde, sobre las 19,00 horas, se iniciará el concurso de flores y macetas, para pasar, al poco rato, a una tauromaquia de mentirijillas. Al caer el día, habrá barbacoa para todos los que se arrimen a ella. Y como de la panza sale la danza, pues, más tarde, a mover el esqueleto bajo los sones de la disco-móvil “Hernantel”, con “DJ Diego”. Mañana, sábado, los vecinos serán despertados por los sones de la gaita y el tamboril, evocando a aquel emblemático tamborilero, Julián Martín Cerezo (“Tíu Julián”), que nos deleitó en numerosas ocasiones con sus sones de la tierra jurdana, sobre todo cuando bajábamos el día de San Isidro a probar los peces, guisados de mil formas, que los vecinos de Arrolobos nos ofrecían con ese sentido de la generosidad y la hospitalidad antiguas. Ya se sabe: una fiesta jurdana sin tamborilero es como un guiso sin sal ni pimienta. Después de la misa y la procesión, los vecinos y allegados serán convocados a un nuevo convite: sangría, excelente “polienta” (vino casero) y nutritivos pinchos de todas clases. Por la tarde, habrá juegos populares para los más pequeños. A eso de las 18,00 horas, se dará la salida a la competición de lanzamientos bucales de “pipuh d,acetúnah”, que por algo el pueblo de Arrolobos descuajó de mata y maleza la mayor parte de sus montes y los llenó de plantíos de olivares. Cuando caiga el sol, todos los apuntados se masajearán sus gemelos para participar en la III Carrera Popular “San Isidro”. Por la noche, verbena popular, con la orquesta “Kronos”.
Los festejos se rematarán el domingo, día 13. Las calles serán animadas por la charanga “Fabri” y, al punto del mediodía, de nuevo se pregona que los vecinos acudan a los peroles, para meterse entre pecho y espaldas una paella bien regada por los caldos de las parras. Dicen algunos que la paella habría que dejársela a los valencianos, pues una comarca como Las Hurdes, llamada cada vez más a recibir un turismo incesante, prefiere degustar platos de la zona y no importados de otras demarcaciones regionales. Por la tarde, pista de carts y castillos hinchables, para que disfrute la chiquillería. Al poco, una interesante y evocadora representación de las faenas de trilla en las antiguas eras enlanchadas de la alquería, en la margen derecha del río Jurde. Sabido es que el territorio jurdano no es un terreno apropiado para la siembra de cereales. Pero cuando el monte (paisaje) era uña y carne de los comarcanos (paisanaje) se hacían “rózuh” (quemas controladas) en las laderas de la montaña y se sembraba mijo y centeno, de cuyos cereales se fabricaba el pan que comía esta antiquísima comunidad de pastores. Los cereales había que trillarlos y la alquería de Arrolobos sea, posiblemente, la que mejor ha conservado de toda la comarca todo un conjunto de eras, enlanchadas con pizarras, que es preciso conservar y salvaguardar como auténticos vestigios de la Cultura Tradicional-Popular. Lástima que, años atrás, destrozaran varias de ellas con la tala de un grupo de chopos.
He aquí, pues, unas alegres fiestas para que no solo los hijos de Las Hurdes sino también los viajeros y turistas que anden estos días por la zona acudan a vivirlas de forma directa, probando los diferentes guisos de peces, en los que son grandes expertos los “argañéruh”. Tal vez merecía potenciar aún más estas gastronomías piscícolas para próximas ediciones de la fiesta. El alcalde pedáneo de Arrolobos, Miguel Ángel Domínguez Sánchez, lanza una resonante llamada por estas ecoicas montañas, invitando con los brazos abiertos de par en par a todos los que lleguen con buen corazón y las manos limpias. Pero si traen las manos sucias por el viaje, hay mucha agua en el río y en el arroyo de la alquería para lavárselas a conciencia.
Publicado el 11 de mayo de 2018
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1 comentarios
Después de 50 años, ya me gustaría ver esa representación de la trilla.