Los Canchos de Ramiro es uno de esos territorios silenciosos y apacibles, a la par que solemne e imponente. Enormes crestas de cuarzo encauzan el río Alagón entre afloramientos rocosos y brindan una majestuosidad natural que nada tiene que envidiar a su hermano mayor: Monfragüe.
Catalogado como ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves) e incluido en la Red Natura 2000 de Extremadura como espacio natural protegido, los Canchos de Ramiro y Ladronera son una continuidad natural del Parque Nacional de Monfragüe que enlaza con otra área natural de gran belleza, el Parque Natural Tajo Internacional. Un corredor ecológico en el que se han formado paisajes únicos y singulares y perfectamente bien conservados.
Aunque este paraje no presuma del título de parque natural, o nacional, como sus vecinos, no tiene nada que desmerecer. Con unas características muy similares, los Canchos se han mantenido en silencio, entre la timidez y la discreción. Los enormes afloramientos cuarcíticos se han convertido en el hogar habitual de especies como la cigüeña negra, el águila real o el halcón peregrino. Los buitres leonados, alimoches, águilas perdiceras o búhos reales también han establecido su campamento base en las imponentes rocas que miran con atrevimiento al río. Un curso fluvial que une la cola del embalse de Alcántara con los ríos Alagón y Árrago y permite que la numerosa fauna del lugar viva a sus anchas.
La ZEPA, dentro de la comarca natural del Valle del Alagón, suma una extensión de más de 23.000 hectáreas y se reparte entre los municipios de Cachorrilla, Casillas de Coria, Ceclavín, Cilleros, Moraleja, Pescueza y Zarza la Mayor. Una concatenación de sierras atraviesa las fértiles vegas del Alagón: las Sierras de Caballos, de la Garrapata y de la Solana. La cadena montañosa de los Canchos pone fin al arco rocoso que nace en Las Villuercas, pasa por Monfragüe y desemboca en Portugal.
El espacio atesora una variedad natural que impresiona a propios y a extraños. El tradicional ecosistema de dehesa se mezcla con el bosque mediterráneo y la ribera fluvial. Los bosques de alcornoques con madroños, las jaras y encinas y la vegetación de ribera conforman un manto verde de indudable valor y belleza.
Su situación geográfica le añade además un componente estratégico con cierta importancia en la historia. El ingeniero y naturalista Miguel Herrero Uceda destaca el carácter fronterizo de los Canchos con los fuertes que se construyeron en los portiles de sus prolongaciones, como el castillo de Marmionda en Portezuelo o el de Monfragüe. Incluso Uceda, se refiere a la etimología del lugar relacionada con un “antiguo castillo situado en la confluencia del Alagón con el Árrago, un puesto musulmán de vigilancia que, tras la reconquista, pasó a depender de Ramiro, capitán de las huestes del Arzobispo de Toledo” en una comunicación técnica de la publicación Foresta, del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales.
La singularidad de Los Canchos de Ramiro es digna de visitar en cualquier época del año, pero es en otoño y en primavera cuando la naturaleza nos muestra su amplio catálogo de colores. Para conocer en profundidad la riqueza vegetal y faunística es obligatorio realizar una parada en Cachorrilla y conocer su aula de la naturaleza, inaugurada en 2008 con el objetivo de promover y conservar los recursos naturales del Valle del Alagón.
Para llegar a los Canchos de Ramiro, por la carretera CC-70, muy cerca de la ermita del Cristo de los Dolores de Cachorrilla, hay indicaciones hacia una pista en buen estado. Por esa pista, después de recorrer cerca de 5 kilómetros entre dehesas está el paraje de los Canchos de Ramiro.
Desde Coria: 21 kilómetros
Desde Cáceres: 86 kilómetros
Desde Plasencia: 65 kilómetros
Publicado: octubre 2016
1 comentarios
Great article.