Quizás fue su posición, en un lugar sobresaliente del terreno. Puede, que la existencia de un rico valle a sus pies. Probablemente, les llamó la atención su tierra, pues todo lo que sembraban en ella se convertía en una cosecha de excelente calidad. Aunque, tal vez, los materiales que encontraron en sus aledaños eran los apropiados para construir lo que pervivió durante siglos.
Nunca sabremos cuál fue la razón definitiva, pero los romanos decidieron quedarse, también, en esta comarca. Cuentan que era un lugar atractivo para los intereses del Imperio.
Levantaron una ciudad, a la que venían los habitantes de todas las poblaciones cercanas. Pero no sólo a los vecinos les llamó la atención su belleza. La villa tenía una ubicación privilegiada. La calzada de la Vía de la Plata atravesaba la ciudad, y por ella pasaban miles de personas a lo largo del año. Todos quedaban maravillados por su arco de dimensiones hasta entonces nunca vistas.
Se la conoce como Cáparra.
Foto Noelia Pérez
La ciudad, poco a poco, se convirtió en el centro de esta zona Extremeña. Gracias a su existencia, muchos de los antiguos pobladores de la comarca salieron de sus localidades para entender otras costumbres, intercambiar productos e historias y probar lo sorprendente de lo desconocido.
Pero algo tan bello no dura para siempre. Por diferentes circunstancias, Cáparra comenzó a despoblarse. Eso sí, sus restos han quedado ahí. Y, en la actualidad, es un lugar, no sólo de obligada visita para turistas, también un centro de reunión de la población actual de Trasierra-Tierras de Granadilla. Quizás, porque sigue conservando ese encanto, aunque sea solamente en parte. Puede que sea por la tranquilidad que regala poder pasear por esas piedras bimilenarias. Probablemente, influya su incesante condición de territorio para buscar leyendas. Aunque, tal vez, esa sensación de hospitalidad, que sigue conservando, hace que quien se acerca a Cáparra se encuentre como en casa.
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