
Hace ya un montón de lunas que la familia de artistas emeritenses Rodríguez Rodríguez fue hipnotizada por la magia del territorio jurdano y, sin pensárselo dos veces, buscaron una casa en la alquería de Horcajo, dentro del concejo de Lo Franqueado, y se dispusieron a empapar todos sus poros con las sombras y luces que desprendía esta boina pizarrosa que Extremadura lleva en lo más alto de su cabeza.

Si en los pasados antruejos fue Carlos Rodríguez, tan metido en los mundos de la danza y las dramatizaciones, el que nos deleitó y asombró poniendo sobre la antigua y pedregosa era de la trilla de la aldea de Horcajo la atrevida estampa de “Loh araórih del rozu” o “La Cricona” (genuino carnaval jurdano), ahora, con motivo de la XXIX Fiesta Mayor de Las Hurdes, será Álvaro Rodríguez el que exponga sus cuadros en la localidad de Caminomorisco, donde se celebra el festejo.

Álvaro vino al mundo un mes de marzo, en la efemérides de San Duno y San Zono, justamente el mismo día en que la iglesia anglicana ordenaba a su primera mujer como sacerdote. No tardando, conseguiría el grado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca. Nos cuenta Álvaro, con su juventud a cuestas, que la motivación de sus cuadros pretende “añadir al historial cultural hurdano un enfoque distinto y personal, desde el expresionismo, a lo que son sus oscuras y románticas noches”.

Nuestro artista ha penetrado en lo más hondo del “subconsciente” de todos los ecosistemas de la comarca jurdana a través de captar e interiorizar, en sus paseos nocturnos, la paz que emana de la salvaje y, a la vez, humanizada naturaleza de las desafiantes montañas y de los perdidos y encajonados valles del mentado terruño. Montañas y valles donde el silencio habla y es un eco que, hecho carne y vida, va retumbando por sus farallones pizarrosos hasta volver a esa tierra a cuyas raíces se llevan aferrando, con sus dolores y alegrías y durante tiempo inmemorial, los auténticos jurdanos.

Sobre lienzo o tabla, Álvaro ha estrellado sin romperlos los misterios y las magias de la noche de Las Hurdes. Y aunque él habla del expresionismo y de hermanamiento con los pinceles de aquellas grandes figuras de la pintura (Edvard Munch u Óscar Kokoschka), no obstante se queda con “La noche estrellada” de Van Gogh, como clave que le ha permitido adentrarse en el intrigante romanticismo que emana de la capa azabache que envuelve las noches de una tierra que siempre deja un cimentado peso y poso en todo aquel que se acerca a ella con el corazón en la mano, sin morbosos prejuicios y sin precocinadas y preconcebidas opiniones de aquellos que acostumbran a darle tres cuartos al pregonero.

La exposición de Álvaro estará abierta en todos estos días de la primera semana de agosto en la casa de cultura de Caminomorisco. Todo el que se precie de estar camelado por la infinita gama de colores que destella este milenario mundo de pizarras que conforman Las Hurdes tiene una obligada cita con Álvaro y sus cuadros. La casa de cultura os espera.
Publicado en agosto de 2016