Días de lluvia intermitente en Plasencia. Jornadas grises, cálidas, que estimulan el lado romántico al ver el paso apresurado de las parejas por las calles, enlazados en un tú y yo con entendimiento inseparable, quizá escapando hacia un mañana prometedor mientras les cala la chusbasquera.
Hay más fantasía. Esta ciudad, todavía es más bonita mojada que seca, porque al pisar sus piedras milenarias, que centellean al atardecer por la llovizna, se crean reflejos de imágenes inolvidables para el recuerdo, guardadas para siempre en la memoria de algún que otro pixel.
Ahora, esta ciudad va a resurgir parte de su historia extrayendo de su memoria analógica la figura de uno de sus más distinguidos y oriundos ciudadanos.
Por fin, el Museo Etnográfico de Plasencia abrirá -a partir de ahora mismo y hasta el 22 de mayo- una merecida exposición sobre el testamento y la obra de Vicente Paredes Guillén. Este placentino, arquitecto de la ciudad, etnógrafo e historiador, será revivido en esa muestra y en una serie de conferencias que se impartirán sobre su interesante vida después de cien años de su desaparición.
¿A que ya iba siendo hora, don Vicente?
Texto y fotografía superior de Alfonso Trulls para su columna Impresiones de un foráneo
Publicado: 19 de abril de 2016
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