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Ruta de Carlos V, ánimas y castañas

La tradicional Ruta o Travesía de Carlos V, de Tornavacas (población cacereña del norte extremeño que en otros tiempos se denominó Villaflor de las Cadenas) a Jarandilla, realizada por el Emperador, camino de su retiro final en Yuste, se celebró, organizada por el área de Dinamización Deportiva de la Mancomunidad Integral de Municipios de la Vera, el pasado 25 de octubre, domingo, en pos de su 460 aniversario; y la organizada por el Grupo Placentino de Montaña, que este año celebra su 31 edición, tendrá lugar el domingo, 8 de noviembre.

La ruta, consta de un total de 28 kilómetros de andadura, atravesando la sierra de Gredos en sus últimas estribaciones, conocidas por Sierra de Tormantos, y su duración según los senderistas, es de alrededor de ocho horas.

Esta ruta, en cierta manera, abre las puertas de noviembre, “mes de ánimas”, como se decía antaño, con la celebración de los Santos y Difuntos; también se denomina a este mes como “de las castañas” con las típicas “calvotadas”.

La castaña abundó en la comarca de la Vera hasta el punto de ser uno de los alimentos básicos y fuentes de riqueza de la comarca. Fue en en el siglo XVIII, concretamente en 1726, cuando, según las  crónicas, en los parajes del Parral de Jarandilla se declaró una epidemia que se extendió hacia el poniente y arrasó la mayor parte del castañar de esta parte de la Vera, barriendo prácticamente la comarca hasta cerca de Plasencia.

Francisco Barbancho, doctor placentino, en su faceta de experto en dietética, que presentó mi libro de La Mesa del Emperador, en Fnac de Madrid, me contaba que la castaña en la Vera era el cereal que en aquel tiempo (anterior a la epidemia) sustituía a los cereales que actualmente se consumen a diario con leche a base de productos de diversa procedencia.

Quizás ese fervor por los ancestros y recuperación de lo antiguo fructifica ahora con las típicas meriendas de los Santos y Difuntos, que se suelen alargar durante este mes con la práctica de salir a “espiñar” (extraer las castañas de los erizos caídos) que en estos últimos años proliferan con las famosas “calvotadas”:  castañas asadas (como se llama por estos lares: “calvotes”), acompañadas de vino o licor de gloria en el campo, con el aliciente de un abanico de actividades organizadas por diversas instituciones o grupos vecinales, de carácter lúdico y gastronómico.

La nota fúnebre de este mes la pone la celebración de los difuntos, con la visita a los cementerios, el recuerdo de los seres queridos y ese frío húmedo de noviembre que emborrona de manera irremediable los días calurosos del estío.

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Publicado:  octubre 2015

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