Con la Pascua Florida, en nuestra comarca, como suele ser general en este país católico, apostólico y romano, viene el “tiempo de comuniones”, primero porque así lo manda la sacrosanta madre iglesia, que obliga a “confesar y comulgar por Pascua Florida”, recitábamos con Ripalda, y segundo porque han lugar las primeras comuniones del mundo infantil de la masa cristiana.

Uno tiene metida en el archivo de la memoria aquellos años: la catequesis que precedía como preparación de aquella memorable fecha, vestido de marinero, de capitán o el padre Damián, con una cara de santo a juego con la metralla catequética, la confesión de todos aquellos crímenes y violencias que habíamos cometido a tan inocente edad y que, quizás como compensación, llevaba aparejado cuando menos una chocolatada con churros o buñuelos, degustación de dulces caseros, golosinas y regalos, pero en casa, nada de restaurantes en plan boda como ahora y tal, aunque el número se reduzca a la familia (la gran familia y la madre y la abuela y la…y la…).

Hoy el escenario ha cambiado en cuanto al envoltorio porque la realidad de confesión y comunión sigue siendo la misma de tradicional aunque en este asunto el Papa Francisco se empeña en hacernos una iglesia jerárquica más cercana y una iglesia como cuerpo místico también más a la mano con un Dios más pastor misericordioso que tirano justiciero.

Pero, dejando en el morral estos considerandos, la sociedad está hecha de estos pequeños retales: bautizos, comuniones, bodas…, que en algo hay que invertir el tiempo… que no la pasta y menos en época de crisis.

El caso es que es tiempo de comuniones, sobre todo para las mamis que se empeñan en toda esa parafernalia social, más que sacra. Para eso les remito al blog de María Hurtado, Diario de una madre de Provincias, que lo describe con gracia y como hacen las madres de provincia.

Bueno que, por encima de todo, felices Pascuas Floridas de Resurrección y huevos de chocolate, tiempo de comuniones… también en La Vera.

Publicado: 6 abril 2015