Han sido ya más de dos, por no decir dos docenas, de investigadores y otra gente metida en el mundo de la Cultura Tradicional los que se han hecho cruces al ver los gazapos históricos, etnográficos y antropológicos que aparecen en diversas páginas webs de la mancomunidad de Las Hurdes y de algunos ayuntamientos de dicha comarca a la hora de hablar de sus fiestas tradicionales. Ello, como es lógico, pone en evidencia a quienes han redactado tales páginas y, por extensión, a la propia mancomunidad y sus ayuntamientos, lo que es imperdonable en una zona con clara vocación turística. No solo es que se digan sandeces sobre el “Carnaval Jurdano”, hablando, sin sentido alguno, de que “nació en la alquería de El Cerezal”, sino que, cuando se habla de “La Enramá” de Pinofranqueado, la única fiesta con categoría de Interés Turístico Regional de toda la comarca, se vierten alarmantes inexactitudes.
La fiesta de “La Enramá” no tiene sus orígenes a mediados del siglo XIX, sino que varios vecinos de Pinofranqueado la hacen suya, en pleno siglo XX, copiándola del pueblo hurdano de Ovejuela, donde se celebraba desde tiempo inmemorial. Y desde los años de Maricastaña también se llevaba a cabo en otros pueblos aledaños, como Santacruz de Paniagua, Villanueva de la Sierra, Torrecilla de los Ángeles o Hernán Pérez, aunque con otros nombres (“Sorteu de los nóviuh”, “Boleteu de los nóviuh” o “Enramajá”).
EMPAREJAMIENTOS
La Enramá de Pinofranqueado se celebra a lo largo de varios días, siendo el momento culmen la noche del 23 de agosto, cuando mozos y mozas cristalizan su sueño al ser sorteados y emparejados por el azar, mediante las papeletas que se guardan en una bolsa y que pregona, desde el “Torreón” de la plaza mayor, el “cantaol de lah mózah” y el “cantaol de loh mózuh”. En este sorteo solo están presentes los mozos y el tamborilero. Tras los gritos de rigor, de acuerdo con el antiguo formulario de emparejamiento y el asentimiento de los asistentes, las parejas unidas por el sorteo, se convertirán en “novios” a lo largo de una semana. A quienes les toca desempeñar el papel de novios deben acudir a casa de sus supuestos “suegros”, a fin de conocer a la familia. Y la que hace de novia le preparará a su flamante novio un floreado ramillete, que lucirá en la pechera de su camisa.
La fiesta siempre gira en torno a la efemérides de San Bartolomé (24 de agosto), días arriba o días abajo. Hogaño, parece ser que se adelanta el sorteo a la noche del día 21, para celebrar el ritual de “La Ronda” el sábado, día 23. En este día, víspera del mencionado santo, las parejas, elegantemente ataviadas y con chulería, desfilarán por las calles de Pinofranqueado, formando lo que ha dado en llamarse “El Arco”, que lleva aparejado el baile de una jota con el mismo nombre, pero que, ciertamente, es una designación moderna, ya que no hemos conocido a un solo tamborilero jurdano que haya oído hablar de una pieza folklórica con tal denominación. Y moderno es también el concierto de “Los Chichos” programado para esa jornada y que sería impensable en una Fiesta de Interés Turístico Regional en cualquier otra comunidad autónoma, ya que distorsiona la tradicionalidad del ritual y, además, supone un alto coste para las arcas municipales, lo que ha sido criticado por la oposición política en el Ayuntamiento y por otros sectores de la población. También peca de una mal entendida modernidad la macrodiscoteca que se pondrá en marcha, más propia de unos festejos patronales que no de una fiesta con tan concreta denominación, lo que, según algunos, evidencian la confusión entre las nalgas y las témporas.
RITUALES ORGIÁSTICOS
Ni que decir tiene que estas fiestas de emparejamientos, celebradas en diferentes fechas en otras muchas zonas de España (La Rioja, pueblos de la Sierra de Albarracín, zonas de Cuenca y Guadalajara…), se remontan a nebulosos y antiquísimos tiempos y sus orígenes hay que enlazarlos con los rituales orgiásticos que intentaban explicar las uniones míticas de las viejas divinidades. Una vez que pasaron por el tamiz del cristianismo, devinieron en fiestas infantiles o de inocentes emparejamientos, a fin de no resquebrajar las estructuras sociales en la que se asientan ciertos tabúes y dogmas propios de la religión cristiana. Con el nombre de “Fiestas de novios”, se conocen en otras partes de Europa.
El caso es que la fiesta se ha hecho uña y carne de la localidad hurdana de Pinofranqueado y muchos de los emparejamientos llevados a cabo fructificaron y acabaron en boda. Con la visita que giró a la localidad el que fuera consejero de Turismo y Medio Ambiente de la Junta de Extremadura, Eduardo Alvarado Corrales, presenciando in situ la fiesta, adquirió categoría de Interés Turístico Regional. A ello coadyuvó la Corrobla Folklórica y Etnográfica “Estampas Jurdanas”, que en aquella memorable jornada concentró en Pinofranqueado a un sinfín de tamborileros, danzarines y “ramajéruh”, los cuales, emperejilados de los pies a la cabeza con los más diversos ramilletes de flores y otras hierbas y matas, pusieron una pintoresca nota, como de deslumbrante y desbordante culto a las antiguas deidades de la vegetación, muy en consonancia con el salvaje y bravío paisaje de los valles y montañas de Las Hurdes.
Curiosos y singulares ritos los de esta penúltima semana de agosto en el histórico concejo de Lo Franqueado, que, como su nombre indica, quedó totalmente franco al conseguir autogobernarse por sí mismo en el año 1571. Buenas fechas para que el viajero se acerque a Pinofranqueado y pueda disfrutar de tan antiquísimos rituales y, de paso, darse un chapuzón en la impresionante piscina natural del río de los Ángeles y degustar su gastronomía en los restaurantes, bares y chiringuitos que se asoman a las cristalinas aguas del mentado río.