Un ejercicio que suele dar muy buenos resultados en talleres de escritura es invitar a los participantes a escribir un relato a partir de un cuadro o una fotografía. Cuadros como los de Edward Hopper o fotografías como las de Henri Cartier-Bresson parecen historias suspendidas, el fotograma olvidado de una película que nos invita a preguntarnos qué nos ha llevado hasta ahí, pero también qué ha de suceder en adelante, y por eso funcionan extraordinariamente bien, pues son un todo un estímulo para que el aprendiz de escritor fabule y suelte la mano.
Escritos a partir de cuadros de pintores como El Bosco, Artemisia Gentileschi, Caravaggio o Juan de Flandes, algo de esos ejercicios de escritura se podría decir que tienen los relatos que Elvira Valgañón nos presenta en el volumen de cuentos Línea de penumbra, publicado por la editorial riojana Pepitas de calabaza, sólo que, más que como meros ejercicios de escritura, deberían ser presentados como excelentes modelos de ese quehacer, del juego de fabular, de poner en pie ficciones a partir de una imagen. Explorando la vida de los personajes de esos cuadros, o la de sus pintores, o lanzando conjeturas sobre las circunstancias que los llevaron a llevarlos a cabo, Elvira Valgañón recorre toda la Historia de la Pintura, desde Altamira a Francis Bacon, a través de retratos (como sucede en “La esfinge” o “Al otro lado del mar”) y de grandes frescos ( “Las modernas” o “Día de mercado”), con una mirada siempre sutil, que no se queda en lo evidente, que nos hace reparar en lo ocultan los márgenes del cuadro, en una colección de relatos con la que parece recorrer, también, la Historia de la Literatura o, al menos, sus grandes temas, como el amor, la pérdida, el fracaso, la incertidumbre, la venganza o el cruel paso del tiempo, todos ellos escritos con una prosa rica, suave, que acaricia, abordados todos ellos desde una delicada línea de penumbra, “esa línea que separa –como nos advierte en el hermoso texto introductorio que abre el libro– la luz de las sombras”, la frontera desde la que al autora se asoma al mundo para luego refugiarse en lo oscuro y contarnos lo que fuimos, lo que somos.
Línea de penumbra es, pues, un libro hermoso, uno de esos libros delgados en los que parece estar todo, un libro para leer, para aprender, para disfrutar, para volver a leer, pero también para guardarlo, quizá, en una cápsula del tiempo, o para enviarlo en una sonda hacia el espacio, pensando en que si alguien o algo, algún día, en algún lugar, lo encontrara y lograra descifrarlo, tal vez comprendería, en gran medida, quiénes fuimos: animales desnudos, vulnerables y crueles, deslumbrados por la belleza, que descubrieron que el tiempo se les escurría entre los dedos y que alguna vez soñaron, ingenuos y tristes, con la inmortalidad.
Línea de penumbra
Elvira Valgañón
Pepitas de calabaza
16,50 euros
Texto de Juan Ramón Santos para su columna Con VE de libro