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Breve compendio de lo insólito

Supongo que porque siempre me ha interesado lo que la Literatura tiene de juego, me gustan, de entrada, los libros que juegan al despiste, esos que el librero no sabe nunca bien dónde poner, cuyos títulos te desconciertan, te obligan a leer el texto de la contraportada, o el de la solapa, y a hojearlos con desconfianza tratando de averiguar de qué van sin llegar a saberlo bien del todo, y se me ocurren, como ejemplo, así, de pronto, algunos experimentos de Cortázar, pero también la serie O Bairro, del escritor portugués Gonçalo M. Tavares, una colección de libros ilustrados con textos breves, de carácter casi filosófico, inspirados en la lectura de grandes escritores, de grandes pensadores, pero que, por su aspecto de libro infantil, he encontrado más de una vez, en más de una librería, mezclados con lo de Caperucita Roja, el osito Paddington o con las aventuras de Jerónimo Stilton.

acustica iglusLa acústica de los iglús, de Almudena Sánchez, pertenece, en buena medida, a ese peculiar género de libros que despistan. Su portada anaranjada, tan científica, que parece querer aprehender, en dos dimensiones, todos los intríngulis de un poliedro, y, de manera especial, su extraño título, podrían hacer pensar que se trata de un tratado técnico, con un objeto de estudio algo raro, eso sí, aunque, como hay universidades para todo, tampoco resulta tan descabellado pensar que alguien pudiera pasarse años, quizá décadas, midiendo la peculiar forma que tiene el sonido de rebotar en las paredes de tan exóticas construcciones esquimales para luego resumirlo, y contarlo, en un pequeño volumen de bolsillo, una labor esta, por cierto, que bien podría aparecer en cualquiera de los cuentos de Almudena, que lo que nos ofrece, en realidad -pese a las apariencias-, en La acústica de los iglús, es una hermosa colección de relatos.

Es curioso, por lo que al título se refiere, que no pertenece, como a veces sucede, a ninguno de los diez relatos que recoge el libro, y tampoco se puede decir que resuma, de forma clara, su contenido o su temática. El título emerge de uno de esos cuentos con la misma naturalidad, y yo diría que con la misma intención, con la que, en ocasiones, un verso acaba por dar nombre a un poemario, una comparación que tampoco es caprichosa porque los relatos de Almudena Sánchez tienen, a mi parecer, mucho de lírico. De hecho, “la acústica de los iglús” es una imagen, una metáfora, que, junto a otra igualmente potente, “el canto de la chicharra”, condensa y describe con enorme plasticidad esa sensación de oquedad y, al mismo tiempo, de paradójica soledad que uno siente cuando otra persona te asedia, llegando a cubrirte de palabras de tanto y tanto y tanto hablar.

El libro está plagado de imágenes hermosas, y potentes, como esa, que le confieren, como decía, un intenso tono poético, aunque lo más sobresaliente, quizá, de la colección sea el carácter absolutamente fantástico de los relatos, que nos cuentas historias como la de una estudiante que se dedica a recolectar objetos no identificados en el espacio (“Apuntes desde la bóveda celeste”), o la de dos ancianos que tratan de cumplir su sueño de viajar en un teleférico que da la vuelta al mundo (“Eclipse”) o la de Marvin, un esqueleto escolar que se estremece ante la luz del sol (“Cualquier cosa viva”), historias absolutamente insólitas que, sin embargo, nos dicen mucho entre líneas de la realidad, como cuando, en el primer relato, “La señora Smaig”, afirma que “el espejo es una confirmación demasiado realista de la vida” o que “en momentos (..) difíciles y trágicos, la familia resulta ser más grande de lo que uno había pensado. La familia es faraónica. Un ejército descomunal”, o cuando en “El arte incrustado”, refiriéndose a la obsesión que a menudo tenemos los padres por que nuestros hijos aprendan música, en concreto a la necesidad de que practiquen luego horas y horas en casa, que “es una forma -la rigurosidad musical- de ir quitando horas a la infancia, de trasladarlas a la etapa adulta”.

Los de Almudena Sánchez son también, en buena medida, relatos de gente que huye, que se esconde, que se siente incomunicada, y, curiosamente, acaban por ofrecer al lector, con su prosa limpia y acendrada, un refugio, un lugar donde estar, una bóveda de palabras donde sentirse cómodo y protegido y que hace muy agradable, y recomendable, la experiencia, una experiencia que, por cierto, ustedes pueden empezar a saborear, si les apetece, el próximo viernes, día 7, a las 20:00 horas, en la librería La Puerta de Tannhäuser, donde la propia Almudena presentará al público La acústica de los iglús, su primer libro de relatos. Están todos invitados.

La acústica de los iglús

Almudena Sánchez

Caballo de Troya

13,90 euros

Publicado el 2 de octubre de 2016

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