Resumir, en la brevedad que uno siempre procura para estas columnas quincenales de PlanVE, quién fue Emilio Antero Santos y lo que supuso para nosotros, sus amigos, es poco menos que imposible. Baste decir -para no alargarme más de la cuenta- que fue un innovador, riguroso y apasionado profesor de inglés, un pionero en novedosos métodos de enseñanza, un gran impulsor de la formación continuada de los docentes, y ya en su jubilación, una presencia entusiasmada e ineludible en el panorama cultural de nuestra ciudad, en las sesiones, por ejemplo, del Aula de Literatura “José Antonio Gabriel y Galán”, pero, sobre todo, en la Universidad Popular, donde logró dar rienda suelta a una intensa creatividad a la que nunca le había podido dedicar antes, por su intensa dedicación al trabajo, el tiempo necesario, y que le llevó a producir, a lo largo de su vida, obras muy interesantes en el ámbito del cine, la fotografía, el grabado o la literatura, por mencionar tan sólo algunos de los ámbitos de su inagotable interés por todo.
Su desaparición, hace ahora un año, tras una rápida e inesperada enfermedad, ha servido de acicate para que la Asociación Cultural Alcancía, de la que formó parte activa, salga, al menos temporalmente, de su letargo para, fiel a sus orígenes y a su intención divulgativa, dar a conocer, al menos en parte, la obra literaria de Emilio Antero. El resultado es Lencería, una colección de trece relatos publicados o hechos públicos -de algún modo- por su autor en vida, y en el que destacan textos como “Pavana para un infante difunto”, “Tatuaje”, “Granada”, “Paseo de hombre mayor en el equinoccio de invierno” o “Lencería”, la breve narración que da título al conjunto. Los relatos que integran el libroson un buen ejemplo de la atención que su autor prestó siempre a lo pequeño, a lo sutil, a lo que no suele apreciarse a simple vista -también puesta de manifiesto en la interesantísima producción de documentales en Súper 8 que la Filmoteca de Extremadura está trabajando por recuperar-, y de su concepción de la escritura como labor minuciosa, de encaje, consistente en acertar cada puntada con la palabra justa, aunque también, desde luego, una rica muestra de su extrema sensibilidad -a veces de su extrema sensualidad- y de su absoluta fascinación por la belleza.
Lencería es, a fin de cuentas, además de un buen libro, un vehículo estupendo para acercarse, si no lo llegaron a conocer, al tristemente desaparecido Emilio Antero, y una bonita forma, si tuvieron ocasión de hacerlo, de tenerlo presente y mantenerlo vivo leyendo, de vez en cuando, sus -como todo lo que hacía- apasionados relatos.
Lencería
Emilio Antero Santos
Alcancía
8 euros
A la venta en Librería El Quijote y en Librería-Café La Puerta de Tannhäuser (Plasencia).
Publicado: 26 septiembre 2014
Lee más de Juan Ramón Santos