El turismo ha contribuido de manera significativa a la conservación del Patrimonio en todo el mundo, aportando no sólo recursos económicos sino también una revalorización de los bienes culturales, que ha viabilizado numerosas inversiones restauradoras y una toma de conciencia por parte de la sociedad.No obstante, son muchas las ocasiones en que se hace un uso inapropiado y banal de esos bienes patrimoniales; muchas las veces que, mezclando “churras con merinas”, se producen situaciones de confusión, abuso, masificación y deterioro de los bienes en cuestión y de los valores que atesoran.

Caso ejemplar de mezcla o confusión incomprensible es, en mi opinión, el listado de fiestas declaradas de interés turístico en Extremadura. El objeto de esta figura legal es:

“Se consideran Fiestas de Interés Turístico de Extremadura aquellos eventos que por su especial relevancia supongan una valorización de la cultura y de las tradiciones populares”. (Art. 33. Punto 1)

Sin que ninguna desmerezca la inclusión en tan distinguido elenco, considero necesario introducir algún criterio de clasificación en este cajón de sastre. No deberían tener la misma consideración celebraciones de tan distinto carácter como: Peropalo, Carantoñas, Otoño Mágico del Valle del Ambroz, Cerezo en Flor o Semana del Jamón.

Todas son producto de la cultura popular de esta región, pero no puede equipararse Jarramplas con la Fiesta del Cerezo en Flor, por poner dos ejemplos de la misma comarca. Jarramplas es una manifestación de la cultura ancestral, que hunde sus raíces en tiempos remotos, ligada a cultos paganos cristianizados. Jarramplas, como muchas otras celebraciones, representa uno de los monumentos del Patrimonio cultural inmaterial de Extremadura. Tal tipo de celebraciones, más que una declaración como evento de interés turístico (aunque también lo sean) son merecedoras de una declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de patrimonio etnológico intangible, que es lo que verdaderamente son.