Vaya, que parece que llueve, vaya que hace frío, y otros vayas. Eso me dicen cuando camino hacía el cafetobar de mis preferencias a leer un poco de prensa diaria, no mucha por si me estreso o me escuatro, ya que uno trata de evitar el nivel de alarma naranja en su mente políticamente desorbitada.
No se quejan mucho mis amigos placentinos, les prohíbo que se amohínen porque sientan el invierno de verdad al estar desprotegidos de bolsas y paquetes. Ya saben, esas de las compras de fantasía.
En caso de sentir nostalgia por las pasadas fiestas, les aconsejo que se hagan una visita al barrio de San Juan, al local de La Quimera -reabierto todas las tardes laborables- para que compren algo y así ayudar a los africanos, que lo van a agradecer y mucho, vaya que sí.
Hay que encontrar la fiesta de la vida en nuestra mente y seguir compartiéndola con todos, aunque sea sin adornos de campanillas y guirnaldas.
Me informan que los vinos de pitarra extremeños mejoran en calidad. Vaya, otra razón para festejar. A poco que uno se motive, encuentra causa para una sencilla y comedida alegría. Por ejemplo, lees un cuento a los niños y te alegras mucho mientras los entretienes más.
Vaya y vale que estemos en invierno, que normalmente sintamos frío que por fin llueva, que dejemos de festejar, pero por favor nunca me pierdan la sonrisa, vaya.
Publicado en enero de 2016