
Yo diría que hay libros que hablan por sí solos, de los que poco o apenas nada hay que contar o reseñar para hacer ver que son interesantes, que merece la pena leerlos. Estoy pensando, por ejemplo, en De un mundo a otro mundo, un libro publicado recientemente por la editorial Acantilado que recoge la correspondencia entre el escritor austriaco Stefan Zweig y el premio Nobel francés Romain Rolland entre 1910 y 1918, atravesando fronteras y los terribles años de la I Guerra Mundial. Como muestra vale un botón. Por ejemplo, en una carta de 13 de abril de 1915, dieciocho años antes de la llegada de Hitler al poder, Zweig ―que era judío― le dice a Rolland, “lo digo (y espero que sepa que detesto afirmar cosas a la ligera) que la tragedia que viven los judíos en estos tiempos es la más horrenda desde los inicios de su historia. Bélgica, cuando acabe la guerra, sea cual sea su final, podrá resurgir y curarse: la tragedia judía, en cambio, empieza cuando llegue la paz. No puedo decirle más, pero apelo firmemente a su confianza para que me crea cuando le digo que esto apenas ha comenzado y que está lejos de acabar. No culpo a nadie al respecto, tal vez todo resida en el sino de ese pueblo, en alguna determinación mística que le hace ser expulsado de cualquier parte donde consigue volver a ser un pueblo, una nación (…)”, a lo que Rolland le responde tres días después: “Lo que vuelve tan compleja la cuestión judía es que se trata, en realidad, de dos pueblos distintos: uno que comprende a los Weltbürger (‘ciudadanos del mundo’) más libres y desnacionalizados, como usted, mi querido Zweig, y como otros tantos de su raza a los que estimo; y otro, el nacionalismo hebreo, que se muestra más intratable y cerrado ante cualquier idea de comunión humana que los peores nacionalismos de los Estados ya constituidos. Francamente, si al final este último consigue materializar con fuerza suficiente su sueño político, será otro lobo más en la contienda. Y las primeras víctimas serán sus hermanos ‘europeos’, mis hermanos los Weltbürger”.
Si los destaco es porque me parecen dos lúcidos fragmentos en los que, si Stefan Zweig parece vislumbrar con veinticinco años de antelación el Holocausto, Romain parece anticiparse un siglo al nacionalismo destructor de Netanyahu y sus secuaces, una lucidez y una clarividencia que hacen de por sí, a mi modo de ver, que el libro merezca la pena. Pero lo que lo hace, además, emocionante es lo que tiene de celebración de la amistad, por el empeño de los dos escritores en mantenerla sin importarles que sus respectivos países estuvieran enfrentados en el campo de batalla, en unos años en los que otras mentes no mucho menos lúcidas se dejaron arrastrar por la destructiva ceguera del nacionalismo, aunque no menos emocionante es ver, también, los denodados esfuerzos que llevaron a cabo los dos para, a través de ensayos y artículos en prensa, reclamar la paz y la fraternidad entre los pueblos, esfuerzos que, sobre todo en el caso de Rolland, acabaron por provocar rechazo en sus países, al ser considerados traidores a la patria. En definitiva, un libro intenso, tan emotivo como interesante, en el que entran, además, en juego fenómenos como la censura, o las noticias falsas, o las corrientes de opinión sustentadas en el odio que recuerdan a los fakes, a los bots o a los haters de hoy en día y que hacen pensar que, lamentablemente, las cosas no han cambiado tanto en estos últimos ciento y pico años y que te hacen sentir por momentos el temor de que ―con tanto Trump, tanto Putin, tanto Netanyahu, tanto Musk― la historia se repita (y no, precisamente, como farsa).

De un mundo a otro mundo
Correspondencia (1910-1918)
Stefan Zweig y Romain Rolland
Editorial Acantilado
Publicado el 21 de febrero de 2025