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Santibáñez el Bajo celebra las fiestas del Cristo de la Paz

Un pueblo que se deja arrebatar su patrimonio, acabará perdiendo su identidad.  Abrimos boca con la frase anterior.  Más que de sobra es sabido, por haber sido difundido ampliamente por los medios, las polémicas inmatriculaciones que había llevado a cabo la Iglesia Católica, que ascendían a más de 4.000, sobre edificios que, en muchos casos, fueron alzados por la contribución popular, sin que dicha institución invirtiera un céntimo. 

Este es el caso de la ermita del Cristo, más conocido entre la gente llana por el ‘Cristu Benditu’ que por el ‘Cristu de la Pá’.  Los que nos molestamos, en su día, en escrutar minuciosamente los archivos, observamos que la que fuera recoleta y antigua ermita de los ‘Santos Mártires’ (santos Fabián y Sebastián), ya fue levantada, a finales del siglo XIV, por las peonadas que dieron los vecinos y con el dinero aportado por las cofradías, a las que pertenecían prácticamente todo el vecindario. 

Algunas de las mayordomas del “Cristu Benditu” en la edición de 2023(Foto: F.B.G.)

Lo mismo ocurrió cuando esta ermita pasó a ser el ‘Humilladero del Santo Cristo’ y, cuando la ampliación de este se convirtió, en el siglo XVIII, en la actual ermita del Cristo.  Nadie con vara de mando en Santibáñez el Bajo se ha plantado ante el obispado de Coria-Cáceres y le ha exigido la devolución de la citada ermita y de la casa parroquial (esta es otra historia, que se contará en su día).  Otros pueblos sí lo hicieron y los bienes inmuebles revertieron a la comunidad que les pertenecía.   Bien oímos decir a la gente mayor, hablando de los curas, que estos hacen bueno el refrán de: ‘s,alanta  más pidiendu que dandu’ “.  Claro que hay honrosas excepciones. 

Procesión del Cristo, llegando a la iglesia parroquial.  A la derecha, el joven tamborilero Saúl Barroso Azabal.  Edición, 2023.  (Foto:  F.B.G.)

Bastan los renglones anteriores para reivindicar un asunto en el que deben involucrarse los vecinos elegidos por el pueblo para velar por los bienes comunales y municipales.  Es un deber ineludible.  El patrimonio del pueblo, en especial el antiguo, que está acrisolado por los siglos, no el de la ‘modernez’, o modernidad mal avenida, y que altera los parámetros que prestigia a una población rural, debe ser protegido con uñas y con dientes.  Tanto el patrimonio material como el inmaterial.

Las fiestas del Cristo de la Paz de Santibáñez el Bajo al alcance de la mano

Visto lo cual, pasamos a sumergirnos en las fiestas tradicionales en honor del ‘Cristu Benditu’; unos festejos con los que todos los santibañejos se sienten muy identificados, al ser los más señeros, insignes y notables de la localidad.  

Cuando los tamborileros y danzarines de Las Hurdes eran llamados por el Ayuntamiento, siendo alcalde Miguel García  Pintor, para que acompañasen en la procesión y divirtiesen al pueblo por calles y plazas.  (Foto: F.B.G.)

De tiempos antiguos, estos días del Cristo sirvieron para entrelazar y afianzar los lazos intervecinales, ya que cada santibañejo mostraba el orgullo de pertenecer a una comunidad concreta, en la que siempre, como en la generalidad de las ruralidades, descollaban valores que hoy se tambalean por el agobiante individualismo y globalismo, propios de la sociedad consumista-capitalista. 

La hospitalidad, la solidaridad, el apoyo mutuo, el sentido comunitario de la vida… estructuraba y sostenía el armazón socioantropológico de nuestros pueblos.  Y la ‘conocencia’, que venía a ser la amistad fraguada, desde tiempos de los abuelos, de atrás, con los vecinos de pueblos colindantes.  Unos y otros acudían a las fiestas de sus diferentes villas, lugares o aldeas, confraternizando, compadreando y comadreando.  Las puertas de casa siempre estaban abiertas.  La ‘conocencia’ tenía muchas ventajas y generaba todo un pacto de vínculos de obligado cumplimiento.

Preparándose para el ritual de “Echal la bandera”.  (Foto: F.B.G.)

La Velá

Echará a andar la fiesta el viernes, efemérides de Santa Susana y San Eustaquio, con la actuación, a las 20,30 horas del grupo de baile ‘Devora Caletrío’ y el espectáculo musical ‘Paco Music’.    Al día siguiente, sábado, habrá algún espectáculo tauromáquico, cerrándose con la consabida verbena en la plaza mayor y la ‘Gran Actuación de Juanjo’, en el pabellón municipal.

 Será el domingo, día 22 de septiembre de 2024, que se erige en la víspera del día grande, cuando, tras ocultarse el sol tras la sierra de ‘Dios Padre’ y al dar por concluida la novena en honor del Santo Cristo, se pondrá en movimiento un ritual que se pierde en las oscuridades de los siglos. 

Los mayordomos se encargan de colocar un artilugio en las inmediaciones de la ermita, sobre el que se colocan capacetas aceiteras, a las que se prende fuego.  Mientras arden, suena el toque del tamborilero, invitando al personal a bailar en el espacio iluminado por las llamas de las capacetas. 

Foto-documento de una antigua procesión del Cristo, saliendo de la ermita.  Acompañaba el tamborilero Marcelo Rodríguez Jiménez, más  conocido por “Ti Marcelu Moraguín”..  (Archivos: “La Buranca”)

Bienaventurados aquellos pueblos que mantienen la tradición tamborilera, porque el tamborilero es la imagen de un músico emblemático y popular que mantiene vivas las tradiciones etnomusicológicas.  Por desgracia, cada vez hay más mayordomos o alcaldes que, sin saber por dónde se andan y con una osadía que raya en la supina ignorancia, haciendo alardes de esa maldita ‘modernez’, sustituyen al tamborilero por una charanga en los momentos más solemnes de la fiesta.  Desconocen, valga el ejemplo, que la marcha procesional que tocan los tamborileros se remonta al himno litúrgico ‘Vexilla Regis’, que compuso el poeta Venancio Fortunato en el siglo VI.  Toda una joya, conservada de milagro por los tamborileros a lo largo de los tiempos. 

Lo mismo decimos sobre los toques de ofertorio, de ‘El Ramu’ o los pasacalles religiosos desgranados en la alborada del día central de las fiestas.  También en el momento de la Consagración de la misa, pero este ha degenerado, desde los años 40 del pasado siglo, en el toque del himno nacional, que nada tiene que ver con la tradición.  Tras la ‘Quema de las capacetas’ y la correspondiente cena, la gente se lanzará al bailoteo, que bien dice otro viejo adagio de la zona que ‘de la panza sali la danza’, moviendo sus anatomías bajo los acordes de la verbena correspondiente.

Día grande en Santibáñez el Bajo

 El 23 de septiembre se erige en el día grande o central de las fiestas.  Relatan ciertos rumores que, dado que las fiestas del Cristo se celebran por la mayoría de los pueblos el día 14 de septiembre, cuando realmente se festeja la ‘Exaltación de la Santa Cruz’, en este lugar de Santibáñez el Bajo fue un cura párroco el que decidió cambiar la fecha.  La realidad no es así y tiene mayor hondura litúrgica, pero nos llevarías muchas líneas.  También en la cercana localidad de Ahigal conmemoran a su ‘Cristo de los Remedios’ el día 4 de octubre.

Nueva foto-documento: Llevando ofrendas para el “Ofrertoriu del Cristu”.  (Archivos: F.B.G.)

 A primeras horas de la mañana, el joven tamborilero Saúl Barroso Azabal, acompañado por la cuadrilla de mayordomos, compuesta por una buena gavilla de vecinos, recorrerá las calles del pueblo, ‘pidiendu pal santu’

Repicarán las campanas, llamando a la procesión y a la misa concelebrada.  A lo largo de la procesión, se procederá al rito de ‘Echal la bandera’, una reminiscencia de una arcaica danza guerrera.  Antiguamente, se conservaban más elementos coreográficos, siempre acompañados por los sones de la flauta y el tamboril.  No es extraño que, en la procesión, vayan las andas de ‘El Ramu’:  un gran ramo de pino o de otro árbol, del que cuelgan dulces caseros, alguna botella de vino de pitarra, otros obsequios y muchas flores y cintas de colores.  La costumbre exigía que ‘El Ramu’ fuese ofrecido por alguna persona, en agradecimiento al haber sido librado de alguna enfermedad u otra calamidad, o esperando salir sano y salvo de las mismas.  Luego, era subastado en el ofertorio.  Terminando los actos religiosos, los mayordomos ofrecerán un vino de honor en la plazuela de ‘El Teide’

“El Ramu”.  Ramo de encina,adornado para la ocasión, tal y como se describe en la crónica.  Fiestas del Cristo, 2017.  (Foto: Benjamín Amador).

Por la tarde, tendrá lugar el ofertorio en la plaza mayor, con el subastado de las muchas ofrendas que aportan vecinos y forasteros.   Al anochecer, se lleva en procesión la imagen del Cristo a su ermita, poniéndose el broche final a este día grande con la tercera y última verbena.  La edición 2024 de estas fiestas correrá su cremallera el día 24 (‘Cristu Vieju), con la comida de hermandad en el pabellón municipal.  Durante estos días, se celebrarán diversas competiciones y actividades deportivas.

Publicado el 19 de septiembre de 2024

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