En el Valle del Alagón está Torrejoncillo, un pueblo artesano por excelencia.
Vivimos en un mundo de constantes cambios, con avances tecnológicos cercanos a la ciencia ficción y Torrejoncillo es una localidad adaptada al mundo moderno, que alberga media docena de artesanos que se aferran al trabajo minucioso de toda la vida. Sus productos, llenos de detalle y hechos con esmero, salen de sus talleres y llevan el nombre de Torrejoncillo y de Extremadura a los rincones más lejanos.
Artesanía de Torrejoncillo
Los artesanos de Torrejoncillo son dos alfareros, una bordadora, un zapatero y dos orfebres, que no rehúyen de los tiempos modernos en la difusión, pues su trabajo suele conocerse a través de Internet, en artesanía.torrejoncillo.es Sin embargo, siguen viviendo el placer de crear cada pieza con sus propias manos y de disfrutar el trato con el cliente, que puede conocer su trabajo directamente.
En tiempos pasados, Torrejoncillo fue famoso ya por sus artesanos. De los telares ubicados en este municipio salían estupendos paños que viajaban a distintos lugares y que no tenían nada que enviar a los más famosos competidores.
Torrejoncillo, en el corazón de una zona bendecida por la naturaleza y la historia
Torrejoncillo, con 2500 habitantes, visto en un plano cenital parece una pieza de puzzle en medio de un fondo verde. Es un pueblo que bien merece una visita desde Coria, por ejemplo, porque apenas 12 kilómetros separan estas dos localidades. O desde Pedroso de Acim, donde está el convento más pequeño del mundo, a la misma distancia. Pocos kilómetros más lo separan de Villa del Arco, otro sitio que hay que visitar alguna vez en la vida. Además, es un paseo en coche desde Cáceres, Plasencia o Monfragüe.
El pueblo, que recibe su nombre por un pequeño torreón de vigilancia actualmente en ruinas, cuenta con una iglesia parroquial que es Bien de Interés Cultural, dedicada a San Andrés Apóstol. El templo puede visitarse fácilmente porque si está cerrado, en la casa parroquial suelen atender para abrirlo a los visitantes que quieran admirar su grandioso retablo barroco.
El embalse, parada obligatoria de las grullas en sus vuelos otoñales
Para los amantes de la naturaleza y del avistamiento de aves, la temporada otoñal es ideal en esta zona. El embalse de Portaje extiende sus aguas por los campos torrejoncillanos y allí tienen parada obligatoria las grullas que con su trompeteo anuncian que entran o salen de los dormideros. Durante el día, las aves se alimentan en la dehesa que baña la rivera de Fresnedosa y que también permite paseos y rutas senderistas: En estos campos llenos de vida, las setas son otro producto otoñal de la naturaleza.
La Encamisá de Torrejoncillo
Si hay una fiesta grande en Torrejoncillo, esa es La Encamisá. Se celebra cada 7 de diciembre. En ella, los que participan saben que sus padres, sus abuelos y los abuelos de estos también salieron la víspera del día de la Inmaculada Concepción, a caballo o andando, armados con escopetas, cubiertos con mantos blancos y custodiando el estandarte de la Virgen por las calles del pueblo.
Torrejoncillo se aferra a su pasado en tiempos modernos. Visitarlo es también un viaje del que siempre se llevan bonitos recuerdos.
Publicado en septiembre de 2024
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