Visitar El Moral en Las Hurdes es una auténtica experiencia mágica para vivir con los cinco sentidos. Es la manifestación arquitectónica hurdana mejor conservada y una de las más espectaculares de toda la comarca.
El poblado está oculto en un emplazamiento privilegiado: un fértil valle entre montañas donde se para el tiempo. El sonido del agua del río Horcajo, el canto de los pájaros o los grillos son las notas de una melodía que acompaña al visitante en todo el recorrido.
El Moral está escondido y enclavado en un terreno con forma de horca por el discurrir del río Horcajo. Se cree que esta forma que toma el río en este lugar dio nombre a la alquería ubicada a poco más de 2 kilómetros: Horcajo.
Punto de partida desde Horcajo
Para descubrir el Despoblado del Moral tenemos que desplazarnos hasta Horcajo, alquería de Pinofranqueado. Atravesando el pueblo y disfrutando de su arquitectura popular entre olivos, cerezos y castaños tomamos el camino de tierra que sale hasta el despoblado.
Mención especial se merecen las eras de Horcajo construidas con lanchas de pizarra por los propios vecinos para uso público. Tanto para trillar y separar el grano de la paja como para fiestas y celebraciones populares.
Para llegar podemos ir en coche durante 7 minutos y aparcar donde está el indicativo que señala ‘El Moral’. A partir de aquí hay unos 5-6 minutos a pie por un sendero de tierra con pronunciada bajada que nos sumerge entre pinos, castaños, madroños y algún cerezo para descubrir las primeras construcciones. Es recomendable llevar buen calzado por lo abrupto del terreno en algunos tramos.
También se puede acceder al Moral a pie realizando la senda del Lombo de las Viñas que parte de Horcajo y llega hasta El Gasco.
Un coqueto puentecillo sortea el río y una agradable vereda rodeada de un bosque galería es la antesala a la entrada en el poblado.
Trabajos de rehabilitación y recuperación
En los últimos años gracias al esfuerzo del Ayuntamiento de Pinofranqueado, se ha recuperado parte de las construcciones que estaban derruidas. Se han levantado paredes, se ha limpiado de vegetación y se han adecentado las tortuosas calles de pizarra.
Gracias a los trabajadores municipales, a programas generadores de empleo estable o a proyectos colaborativos rurales se ha intentado que El Moral vuelva a parecerse a lo que fue en su origen.
El Moral es un testigo mudo del paso del tiempo y si sus piedras de pizarra hablasen nos darían mucha información sobre el porqué de esta ubicación tan singular y apartada, escondida del mundanal ruido.
Teorías sobre el origen del asentamiento
Hay diversas teorías sobre el origen del poblado pero es una realidad que hay muy pocos documentos que pongan luz sobre el asentamiento. En época moderna se ha estado utilizando para guardar las cabras y cada corral pertenecía a una familia de Horcajo. Hay muchas construcciones circulares y otras que se repiten y tienen el mismo patrón.
Los pastores ordeñaban a las cabras en el corral y luego las metían dentro. Había incluso una chivitera para recoger a los chivos. Se cree que está alejada del núcleo urbano principal por un tema de salubridad y limpieza.
Con los animales fuera del pueblo se evitaban los malos olores, las moscas y las pulgas. Aunque llama la atención que esta majá estuviera tan lejos de Horcajo. En ningún otro lugar de Las Hurdes se han encontrado restos de corrales o majás tan alejados del núcleo urbano donde vivían sus moradores.
Hay otros ejemplos similares como Los Pajares en Santibáñez el Alto o la majá de los porqueros en la Dehesa Boyal de Montehermoso, pero más cercanos al pueblo que El Moral.
La leyenda de la evasión de impuestos
Otras voces apuntan a que el traslado de las cabras y las colmenas a este paraje pretendía evadir impuestos. Los impuestos eran elevados y se pagaba por cada cabeza de ganado y por cada colmena.
Por eso se cuenta que aquí pudo estar el origen de El Moral: un lugar escondido a ojos de los recaudadores para guardar la cosecha, las colmenas y las cabras. Incluso se desconoce si algunos cabreros o apicultores se quedaban allí a pasar la noche, vigilando. Eran tiempos en los que había lobos y muchas leyendas hablan sobre ellos.
Lobos y osos acechaban Las Hurdes
Miguel Domínguez recuerda una historia que le contaba su abuela sobre un matrimonio joven al que le habían dado de dote tras la boda un corral en El Moral. Esa primavera acudieron a reparar el tejado para poder meter el ganado y cuando llegaron por la mañana estaban todas las cabras muertas en un montón.
La abuela de Miguel le contaba esta leyenda a modo de acertijo y la explicación que se daba es que había entrado el lobo al corral y había tenido que amontonar las cabras y escalar por ellas para poder salir.
Más arriba de El Moral está el corral de Valencia con una arquitectura singular. No es exactamente un corral, se cree que podría ser un colmenar para guardar las colmenas.
Tiene unas paredes altas y defensivas con puntales de piedra hacia afuera para proteger la miel de los osos y que estos no pudieran entrar. Porque además de lobos, también hubo oso en Las Hurdes.
Origen desconocido y foco de leyendas
El entramado de corrales, construcciones y calles del poblado es complejo y muchos apuntan al origen de un castro (un poblado prerromano).
Otros datos van más allá y hablan del hallazgo de una piedra de granito del molino que podría estar fechada en el Neolítico.
El despoblado no se libra de las leyendas y fábulas hurdanas. Los mayores del lugar cuentan que antes había ‘coinis’. Unos duendes domésticos que convivían con los humanos y hacían ‘zacatúas’ (trastadas) como quitar los cerrojos para que no se pudieran abrir las puertas.
Llegar hasta El Moral y pasear por sus calles empedradas de pizarras es conectar con nuestros orígenes y con la madre naturaleza. En este mágico lugar donde impera el silencio duendes y gnomos esperan la llegada de la noche para hacer de las suyas.
Publicado junio 2024
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