Santiago del Campo parece un pueblo dibujado al pie de la dehesa. Mires donde mires se encuentra ese paisaje de encinas y alcornoques, que aquí tiene el toque particular que le da la abundancia de pizarra.
La localidad cacereña es uno de Los Cuatro Lugares, situados en la llanura que delimitan el río Tajo y su afluente el Almonte. Los otros tres son Hinojal, Talaván y Monroy.
Dientes de perro en Santiago del Campo
La pizarra sorprende en forma de diente de perro, como las de la imagen de cabecera de este reportaje. O de lobo, que también se llama así a las lanchas de piedra que surgen de la tierra.
En Santiago del Campo son visibles desde la propia carretera, cuando se sale de la Autovía de la Plata en el kilómetro 528 en el que se encuentra la estación de servicio Altos de Santiago. Desde este punto concreto hasta el pueblo hay un carril bici paralelo a la dehesa, desde el que los aficionados a las dos ruedas pueden contemplar desde bien cerca esas formaciones rocosas tan singulares.
Dientes de perro hay también al pie del cementerio. Y son especialmente numerosos y llamativos en las rutas al castro prerromano del Castillejo y al Molino del Cubo, que pueden iniciarse desde la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción o desde el propio camposanto.
Son dos recorridos sencillos que pertenecen a las Rutas de la Lana porque siguen caminos de la trashumancia.
Senderismo en un paraíso de aves por la Ruta de la Lana
Son caminos de ganado, agricultores y pastores en los que hay construcciones como el chozo de la Corralá, que fue una antigua casa de porqueros; restos de hornos tejeros o molinos harineros como el del Cubo. Quedan vestigios históricos también, como el castro del Castillejo, prerromano, en el que se encontraron en su día enseres que se llevaron al Museo Provincial de Cáceres.
Estas rutas, que pertenecen a una de las etapas de la Ruta de la Lana Traslana, son de gran riqueza ornitológica y con suerte se pueden encontrar cigüeñas negras y alimoches, entre otras especies. Febrero es buena época para buscar aves invernantes, antes de que vuelen hacia otro destino y el resto del año, esteparias.
Por eso, la localidad es destino de muchos aficionados a caminar por el campo y a la ornitología.
La monumental iglesia de la Asunción y la coqueta ermita de la Soledad
La pizarra en Santiago del Campo llama también la atención en las paredes de corrales y parcelas, con piedras tan perfectamente ensambladas que parece que se hubieran diseñado milimétricamente sobre un plano. En el casco urbano, la omnipresente piedra se ve en fachadas como las de la monumental iglesia de Nuestra Señora de la Asunción o la de la ermita de la Soledad.
Ambos edificios están en línea, a pocos pasos uno del otro dentro del casco urbano.
La Soledad es una construcción coqueta, con una ventanita para mirar al interior cuando está cerrada y ver a la Dolorosa, que junto al Cristo yacente y el retablo rococó son su identidad. Su umbral es la lápida funeraria de Sebastián Ximénez Cirujano, un vecino que emigró a Perú y fue quien la mandó levantar.
La iglesia parroquial de la Asunción es la preferida de las cigüeñas, que crotorean y ponen fondo musical a la localidad cada principio de año. Levantada en el siglo XVI y reformada en el XVIII, es el máximo exponente patrimonial de Santiago del Campo, con su retablo de motivos manieristas y pequeños altares con esculturas.
Hay una tercera ermita, San Marcos, a tres kilómetros de Santiago del Campo, en la que en abril se celebra la romería del Patrón.
Las Candelas de Santiago del Campo, la primera fiesta del año
En la iglesia de La Asunción se celebran Las Candelas o Purificás el primer fin de semana de febrero. Una fiesta en la que se recuerda la presentación del Niño Jesús en el templo por la Virgen María, una vez pasada la cuarentena, tal y como obligaba la Ley de Moisés.
Son diez jóvenes las protagonistas de esta fiesta centenaria, que se visten con traje regional y piden permiso para entrar en el templo, llevar a la Candelaria en procesión y hacer ofrendas. Lo hacen entonando delicadas coplas como la de “Niño más hermoso que un clavel, dí a tu madre que nos abra que venimos a ofrecer”.
En La Soledad se celebra la romería de San Marcos en abril, otro de los festejos que atrae a vecinos del entorno y a los santiagueños que viven fuera. Otras citas son la Feria Agroalimentaria, próxima a Semana Santa y las fiestas de agosto, con cena pública en la plaza principal.
En esta última se ha cocinado a veces novillo, uno de los guisos de la gastronomía de Santiago del Campo, donde también se hace arroz de matanza con hígado, sangre o magro. Era tradicional en tiempos matanceros, en este destino de la provincia de Cáceres en el que abundan los espárragos y las tencas, donde hay miel de cosecha propia, ricos embutidos de cerdo y dulces como las roscas de huevo.
Pasear por Santiago del Campo y descubrir pequeños tesoros
Dar un paseo por Santiago del Campo tiene sorpresas como los murales que decoran fachadas en las calles Hernán Cortés y Consistorio o la casa rural Julio Vegas. Sencillos y llenos de color, engalanan con alegría el municipio, igual que los platos de cerámica que lucen en la calle Consistorio o los relieves de la casa situada en uno de los laterales de la iglesia de La Asunción.
Se respira arte en este pueblo en el que hay vecinos que han rematado sus balconadas colocando botijos y jarrones a cielo abierto.
A Santiago del Campo se llega desde la A 66 y por la Ex 390 que une Cáceres con Torrejón el Rubio.
Los caravanistas tienen un área de servicio a la entrada del pueblo, frente a las pistas deportivas y justo al terminar el carril bici paralelo a la dehesa. Hay una casa rural y es un destino perfecto para quienes buscan tranquilidad, naturaleza y aire.
Fotografía: Andy Solé
Publicado en febrero de 2024
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