
No es nuestra intención dejar a nadie fuera del listado. Por ello, nos abstenemos de traer lista nominal de los muchos informantes que nos hablaron sobre la figura del ‘Rey del Entrueju’ o del ‘Carnaval Jurdanu’. Podríamos quedarnos a alguno en el olvido. Hombres y mujeres que ya peinaban muchas canas en los años en que este festejo, que pretende alzarse con la categoría de ‘Fiesta de Interés Turístico Nacional’, iba rodando por el propio peso de los valores etnográficos y antropológicos que atesora. Rebuscando en la memoria colectiva, estaba muy presente la figura de un rey, pero, como decían algunos y, tal y como aparece patente en cuentos y leyendas, no era un rey al uso; de esos que dicen que tienen sangre azul en sus venas y nacen con una lata de caviar bajo el brazo. Monarcas que no dan un palo al agua y, sin que nadie los elija, viven como reyes (nunca mejor dicho), mientras una gran parte de la humanidad pasa calamidades sin cuento.


Los reyes del ‘Carnaval Jurdanu’ estaban, y están, en las antípodas de tal tipo de soberanos. Nunca fueron de esa casta, sino que vienen a ser al modo de ‘reyes republicanos’, en tanto y cuanto proceden de cunas humildes y han trabajado de duro en su vida para salir adelante. Cuentan los relatos legendarios que, hace tantos años que no se pueden ni contar de los muchos que fueron, Las Hurdes se vieron envueltas en un invierno perro y malo. Tanto dio en llover de noche y día que bien creía el personal que volvía el segundo ‘Diluvio Universal’. Los ríos tiraron los puentes y pontones y no se podía ni entrar a trabajar en los huertos. Los ganados morían del ‘peeru’ y la ‘zangarriana’ y la gente agarraba unos ‘tacarrus’ que acaban convirtiéndose en pulmonías y se llevaban a muchos a la tumba. Un día de aquellos, cuando la gente ya estaba desesperada, vieron llegar a un hombre a lomos de un borriquillo. Tenía pinta de ser un ‘pidiol’. Más seco que una retama, a medio afeitar y cubierto de harapos. Pidió por caridad a los vecinos que le dieran posada por una noche: lumbre para calentarse, algo para comer el jumento y su persona y un rincón para dormir. Todos se arremolinaron en torno a él. Le preguntaron de dónde venía y si aquel diluvio también martirizaba a los que vivían más allá de las enormes montañas. Dicen que les dijo: ‘Vengo desterrado por un rey tirano, que es el que manda en el país de Los Muertos. Allí nunca luce el sol. Es el reino de las sombras. Si me dais posada esta noche, mañana, cuando os despertéis, lo agradeceréis’. Los jurdanos, que siempre fueron advertidos por sus antepasados que jamás le negaran la hospitalidad a nadie, le abrieron las puertas de casa de par en par y le obsequiaron lo mejor que pudieron. Nada más amanecer, el asombro cundió entre la población. No daba crédito a lo que veía: el sol resplandecía como en la propia primavera. La tierra comenzó a secarse a pasos agigantados y sanaron personas y animales. Era el ‘Sábadu Gordu del Entrueju’. Los jurdanus se percataron que era un milagro que había obrado aquel pobre limosnero. Entonces, acordaron entre todos, en concejo abierto, que lo nombrarían rey suyo, de todos los jurdanos, elegido por el pueblo y que celebrarían una gran fiesta en su honor. El mendigo se hacía de rogar y se retiró con su burrito a una cuadra de las afueras del pueblo. Pero allí fueron a por él, encabezados por los tamborileros y tocando cencerros para espantar a los males que habían azotado la región jurdana. Y quieras que no quieras, lo sacaron del corral y, montándolo en el sufrido rucio, lo pasearon, en honor de multitudes, por calles y plazuelas. A la hora del ágape comunal de los antruejos, los pipos o alubias con berzas y tropezones de la matanza, el que antes era un triste pedigüeño apareció vestido con vistosas ropas, y el infeliz pollino se había transformado en un flamante caballo. Y, desde entonces, los jurdanos dieron en elegir cada año un rey republicano el día del ‘Sábadu Gordu del Entrueju’. Y así se viene haciendo desde aquellos años perdidos entre las nieblas de los tiempos.

Teófilo ‘Piché’

Hogaño, ha sido ascendido a ‘Rey del Carnaval Jurdanu’ el vecino de Cambrón Teófilo García Hernández, porque en el pueblo de Cambrón, como dijimos en la anterior crónica a esta, será donde se lleve a cabo la fiesta. Teófilo nació el día 3 de noviembre de 1942. Ya cruzó la línea de los 80. Es hijo de Tío José ‘Piché’, conocido tamborilero por todos estos pueblos. De él heredó el apodo y el buen oído musical. Cuando vistió de caqui para servir a una patria con minúsculas (tiempos de dictadura), le metieron en la banda del Regimiento de Infantería ‘Melilla 52’, donde tocaba desde la corneta a la caja y desde el requinto al trombón. Casó con Flora Martín Montero, de la alquería jurdana de La Muela. Ambos encallecieron las manos trabajando con ahínco los montañosos terrenos, cuidando de sus huertos y ganados, echando peonadas en el desmonte y plantando olivos y cerezos. La voz de Teófilo era conocida no solo por Las Hurdes, sino por otros muchos pueblos. Pasaba por ser uno de los mejores cantaores de la comarca. Junto con su mujer, tomaron el camino emprendido, hace más de 30 años, por la ‘Corrobra Estampas Jurdanas’, defendiendo a capa y a espada las danzas y los cantos de su tierra. Teo y Flora atesoran un riquísimo bagaje de viejos romances, así como de pliegos de cordel y otros cantares propios de acontecimientos festivos de estos pueblos. Fueron entrevistados numerosas veces por diversos medios periodísticos y desgranaron su repertorio etnomusicológico ante cámaras y grabadoras de los investigadores de la Cultura Tradicional. En el amplio y abuhardillado ‘sobrau’ de su casa, con la lumbre ardiendo siempre en el centro y la chacina colgada en lo alto, se han celebrado varios ‘seranus’ (tertulias nocturnas en torno al fuego, propia de los meses invernales). En tal lugar, diversos canales televisivos grabaron el antiguo transcurrir de tales ‘seranus’, donde, mientras se recenaba y se echaban unos tragos de vino y aguardiente, se iba reciclando el mundo popular y tradicional y otros hechos acaecidos en la zona. A veces, en las largas noches de los meses fríos, se ponía punto y final a los seranos con un baile al son de una sartén tañida por una vieja llave o zamarreando unas castañuelas. La caja tonta –la televisión, para entendernos- fue el caballo de Atila que arrasó con aquella costumbre milenaria, que afianzaba los vínculos intravecinales.

De gozo no cabe en sí Teófilo por haber sido elegido ‘Rey del Entrueju’. Ya sabe que, cuando suba, al atardecer, al entablado, y le sean entregadas la cachiporra de madroñera y una rústica y chipirifláutica corona, así como un collar de ajos para espantar a las brujas, deberá tener muy en cuenta el compromiso que adquiere por el nuevo título que colgarán sobre sus espaldas. Las coplillas que le cantan lo dicen todo: ‘Te lo dicimus, güen rey, / po la parti que te toca, / que cudies bien de Las Jurdis, / cumu si juera tu esposa. // Si te portas bien, / t,habremus de dá / calostrus de cabra / hasta reventá. / Si te portas mal, / t,habremus de dá / una gran calienta, / que fríu no tendrás’. A lo largo de la jornada, metido en sus andrajosas ropas de mendicante, será transportado en burro por las estrechas calles de la aldea, mientras caen sobre él vítores, cantares y puñados de paja y de ceniza, como símbolos de fertilidad. Todo un año durará su mandato, desde que el rey saliente, Felipe Sánchez Martín, de la alquería de Arrolobos, le ceda los atributos de su realeza republicana, hasta que le llegue la hora en que él deberá entregárselos al nuevo rey, que será nombrado por los vecinos de La Socea (en castellano, La Sauceda, en el concejo de Lo Franqueado). Buen día para que Teófilo se ponga las botas con los guisados de alubias (si son pintas, mejor), su plato preferido, que, si lentejas le sirvieran, huiría de ellas como alma que escapa del demonio.

Homenaje a Florentino Velaz Domínguez

La deuda estaba pendiente. Dimos cuenta, en esta revista, del homenaje que se iba a tributar a Florentino Velaz Domínguez, el primer periodista jurdano, el día 25 de marzo del pasado año. En esta jornada, se celebró el ‘Festival Jato’ en la capital de la provincia cacereña, con un magno desfile de lo más destacado de las manifestaciones folklóricas y etnomusicológicas de las comarcas cacereñas. Pero no pudo ser y remitimos a quienes se interesen por estas líneas a la publicación que apareció en ‘Planvex’ el día 17 de marzo de 2023 (‘Homenaje a Florentino Velaz Domínguez, el primer periodista jurdano’). En dicha crónica, se da detallada cuenta de la vida y hechos de Florentino y su denodada lucha, ante los micrófonos de Radio Nacional de España en Extremadura, por el paisaje y el paisanaje de su comarca jurdana. Nuestro buen amigo vio la luz el día 20 de enero de 1956 en la alquería de El Rubiaco, concejo de Nuñomoral.
En honor del homenajeado, la ‘Corrobra Estampas Jurdanas’ ejecutará unas danzas y cantará viejos sones de la zona. Se le hará entrega de ‘El Ramu’ y se dirán unas palabras encomiando la trayectoria vital de este emblemático periodista de Las Hurdes, el primer hijo de esta tierra que cursó la carrera de periodismo. De esta manera, se rinde homenaje a hijos del territorio jurdano que se volcaron en alma y cuerpo por limpiar las muchas basuras que arrojaron sobre él desde el exterior, creando una injuriosa, difamatoria y terrible leyenda negra. No hay que acudir a personajes de fuera, como se ha hecho otras veces, sin méritos contraídos, primando el amiguismo o sectarismo, cuando hay hijos nacidos en la comarca con méritos más que suficientes para ser homenajeados.
Todo dispuesto para el combate de Don Carnal contra doña Cuaresma. Siglo XVI. Pieter Bruegel el Viejo destacó en el ‘Renacimiento Nórdico’. Ella, esa musa que se pavonea, sin muchas alharacas, y a gusto se halla con que la llamen ‘Ojos Añiles’, tan introducida en pictóricos temas, podría perfectamente disertar sobre el óleo del pintor brabanzón. Impresionante la lid. ¡Viva don Carnal, don Carnaval! Sigue ‘museando’ en su reencarnación de gata fermosa y sus pupilas, más radiantes que el mineral que llaman celestine, siguen presentes en nuestros fotogramas. Don Carnal contra el ‘Carnaval de Plástico’. ¡Cuándo le dará la puntilla con el verduguillo torturatoros! A don Lupe Lope de la Ópera le chirriaban tales plásticos. Lo reflejan los versos que cierran estas líneas. De su poemario ‘Quijotesco don Carnal’.
II
Cuando enredando con torcidas tripas de aparatos
vi tu foto hace poco,
supe que también hiciste carnavales esos días:
carnestolendas cortadas por sastres posmodernos,
sin raíz y sin el fondo
color sepia de aquellas fiestas que decían de los locos.
Loco más que loco, devoraba locura con mis ojos:
bello vestido de noche: largo, negro y escotado.
Boquilla de cigarro,
guantes que cubrían antebrazos, collares y pendientes
glamurosos, llamativos y de brillo plateado.
Carmines en los labios.
Clavada a Audrey Hepburn
en su logrado papel de Desayuno con diamantes.
Truman Capote. Años cuarenta. Herido, aullaba el Planeta.
Tu imagen también la vi dolida, fuera de lugar,
sonrisa con fórceps extraída
y tus pupilas teñidas de triste melancolía.
Reciente herida. Entonces, tal vez, sí me querías.
Pero ya sé que no me amas y haces trizas los recuerdos.
No eras tú en esa foto. Carece de raíz y otras honduras.
Identidad haciendo aguas. ¡Qué pena!
Coge la lanza, llámame y llama a Pieter
y retomemos la lid contra modernidad mal avenida.
Foto superior: Teófilo García Hernández, en el papel del “Tíu de la Paja” y el compañero Manuel Roncero Domínguez, el “Arcaldi Mozu”, en una edición del ‘Carnaval Jurdanu’.
Texto de Félix Barroso para su columna A Cuerpo Gentil, las opiniones e imágenes publicadas en esta columna son responsabilidad de su autor
Publicado en enero de 2024