Durante estos meses de otoño se celebra la popular y más famosa ruta de Extremadura, denominada de Carlos V, que cruza la sierra entre el Valle del Jerte y La Vera, sobrepasa la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos, emulando al gran Emperador Carlos I de España y V de Alemania camino de su retiro a Yuste, en La Vera.
Por ello, para evitar un trayecto de más días, decidió atravesar la Sierra de Tormantos, ascendiendo hasta 1475 metros en el conocido Collado de las Yeguas para descender después hasta llegar al castillo de los Condes de Oropesa en Jarandilla de la Vera, donde se hospedó a la espera de finalizar las obras de su palacio de Yuste.
En la ruta de este de espectacular viaje descubrimos y nos acompaña no solo el sabor y color de la historia sino también la belleza de unos paisajes hermosos y naturales imaginables.
La casa de Tornavacas en la que se hospedó Carlos V
Hace unos años, invitado por el municipio de Tornavacas para pronunciar una conferencia sobre las mujeres en la vida de Carlos V, tuve la ocasión de contemplar en el número 23 de la calle Real, la casa en la que se hospedó el Emperador y que mantiene una vieja inscripción: “Juan Méndez de Ávila, criado de su Majestad”. Allí me contaron que existía una leyenda sobre el nombre de Tornavacas, basada en un hecho histórico.
“Allá por el siglo. X, en tiempo de al-Andalus, el rey leonés Ramiro II luchaba contra las tropas sarracenas. Al parecer éstas estaban poniendo en serios aprietos a las tropas reales, por lo que se ideó una estratagema para poder vencerles. Reunieron todas las vacas de los lugareños y les colocaron teas encendidas en los cuernos. Llegada la noche, las dirigieron contra las tropas musulmanas, quienes, al ver aquella estampida de luz en medio de la noche, creyeron que eran refuerzos de las tropas cristianas, por lo que huyeron valle abajo. Viendo la clara victoria, el rey ordenó «tornar las vacas» (hacerlas regresar), a las sierras de donde descendieron, dando lugar al nombre del pueblo”.
El viaje del Emperador en parihuelas
A la vista de la casona, sencilla pero acogedora, donde se hospedó el Emperador no pude evitar el imaginar al monarca descansar tras una cena en la que no faltaría entre otras exquisiteces la buena sopa (sopicaldo imperial), una hermosa pata de cabrito asada o en caldereta, como a él le gustaba y un mousse de castañas propias del tiempo, con nata montada, claras de huevo y gelatina elaborado en cofines de hierro blanco y servido en cazoleta de plata tal y como a su majestad le place. Quizás fue entonces cuando el Emperador, ansioso por llegar cuanto antes a la Vera, propuso atravesar la sierra, enlugar de seguir el camino por Plasencia.
–Va ser difícil por lo escabroso y dificultoso del camino por la sierra Majestad –le comentaron sus asesores y los lugareños.
–Es igual, a mí me lleváis en parihuelas.
Así que, como dice el ritual trazado, el Emperador “partió de la citada localidad de Tornavacas a unos 860 m de altitud, para descender junto al río Jerte por La Vega, en su margen izquierda, separándose mientras asciende por el castañar “Reboldo”. Tras superar la Cuerda de los Lobos en el Collado de las Losas, a unos 963 m desciende a cruzar el Arroyo de los Tres Cerros por Puente Nuevo o de Carlos V en un paraje encantador. Desde aquí comienza el ascenso definitivo, desde los 880 m, hasta los 1475 del Collado de las Yeguas, cruzando robledales, encinares, entre brezos y piornos. (unos 27 km en cerca de nueve horas).
Desde el Collado las vistas hacia La Vera y el Valle del Tiétar y el Campo Arañuelo son sobrecogedoras. Resta aún el largo descenso cruzando primero la Garganta del Yedrón y finalmente la famosa Garganta de Jaranda hasta los poco más de 600 m de Jarandilla de la Vera.
Autor: José V. Serradilla Muñoz
Publicado en octubre de 2023
