Hay un cuento de Dino Buzzati (quizá “Los siete mensajeros”) en el que una caravana parte de la capital del reino y la llanura que rodea el lugar es tan sumamente vasta que pasan días y días, tal vez semanas, hasta que acaba de desaparecer del todo, como si la caravana no acabara nunca de marcharse, como si no hubiese de cumplir nunca su misión. Una escena similar, aunque en clave cómica y pop, tiene lugar en una de las entregas de Gru, mi villano favorito, cuando el doctor Nefario se despide de los minions, dispuestos en solemne formación, y su extravagante vehículo resulta tan desesperadamente lento que tarda una eternidad en irse, situación humorística que el personaje remata exclamando cuando no ha despegado aún más de dos metros del suelo: “¡Ya os echo de menos!”. Pongo estos dos ejemplos tan dispares pensando en la Administración, porque en ella las cosas a menudo suceden con esa misma insorportable, majestuosa lentitud del doctor Nefario, porque en ella las llanuras son interminables y cualquier expedición se eterniza, condenando a expedicionarios y expectadores al aburrimiento, y porque, en definitiva, entre la lentitud, el infinito y el hastío, es fácil que en su seno ciertas trayectorias se pierdan, haciendo confuso su rastro, sin que resulte fácil luego, a posteriori, saber qué les debemos. Digo todo esto a propósito de Luis Sáez, responsable de la Editora Regional de Extremadura en dos ocasiones, la primera fugaz, ni siquiera una legistatura en el período previo al gobierno de Monago y la segunda (que ya doy casi por terminada, pues en este país cierto tipo de cargos están vinculados, por desgracia, menos al mérito que a la afiliación) no mucho más larga, con el último gobierno de Vara, una trayectoria intermitente pero sólida y muy valiosa, que, como sucede tan a menudo en la Administración, podría diluirse, una vez más, en la maraña del cambio político, sin llegar a recibir todo el reconocimiento que merece. Luis Sáez, uno de los tipos más inteligentes que conozco y excelente conocedor del ecosistema literario, editorial y librero de nuestra región, ha llevado a cabo de nuevo una magnífica labor, sirviendo con lealtad a la institución que ha dirigido, culminando la tan necesaria renovación en la distribución de sus libros, enfrentándose, además de a la burocracia (cada día más endiablada), a la grave crisis del papel, representando a la Editora y acompañando a sus autores en infinidad de actos, afianzando sus colecciones y, antes de todo eso, respetando fielmente los compromisos editoriales anteriores a su llegada combinándolos con nuevas propuestas y líneas editoriales, entre las que yo destacaría su decidida apuesta por la novela gráfica, colaborando y coeditando el Premio Aristas de Novela Gráfica Pang!, lo que le ha llevado a publicar dos estupendos títulos, El Tlacuache, de Emmanuel Peña, y Hecha a sí misma, de Alicia Martín Santos, el libro del que quería hablarles hoy.
La protagonista de Hecha a sí misma es Cuca Báumez, empleada de una gran empresa que sueña con romper el techo de cristal y ser recibida por los ejecutivos de la séptima planta de su edificio, culminando así su exitosa carrera profesional. Su sinceridad inocente y una cierta falta de empatía la llevarán a meter la pata con un importante cliente y a ser defenestrada sin contemplaciones, arrojándola de nuevo a la casilla de salida, lo que la obligará a regresar a la casa de su madre en el extrarradio. Desde allí perpetrará un plan absolutamente extrafalario para recuperar su posición y dar el salto, de una vez, a la ansiada séptima planta, desdoblándose por medio de un curiorísimo caballo de Troya, lo que nos permitirá contemplar su trabajo y el mundo de las grandes empresas desde dentro y desde fuera, desmontándolo, desmitificándolo, poniendo de manifiesto sus mentiras y su preocupantemente frecuente estupidez. Contada con un dibujo meticuloso y eficaz, a medio camino entre la fotonovela y la estética minecraft, y con una naturalidad falsamente naíf, Hecha a sí misma es una novela gráfica brutal, ácida, divertida y muy inteligente, que se lee de manera compulsiva, pues no deja de sorprender, no tanto porque nos asalte una y otra vez con lo inesperado, como porque al leerla vamos viendo cumplidos, viñeta a viñeta, nuestros peores pronósticos sobre ese alto mundo empresarial, corporativo, del que probablemente dependa en gran medida (aunque es mejor no pensarlo) nuestro insignificante y frágil bienestar.
En definitiva, un libro más que recomendable que viene a demostrar, una vez más, las posibilidades casi infinitas que ha resultado tener, después de todo, el así llamado noveno arte, pero también el fino olfato del responsable de la editorial, Luis Sáez.
Hecha a sí misma
Alicia Martín Santos
Editora Regional de Extremadura
24,50 euros
Texto de Juan Ramón Santos para su columna Con VE de libro
Publicado el 21 de julio de 2023