La Agrupación Cultural ‘Amigos de Ahigal’ puede estar orgullosa de su haber. Sobre la palestra, 43 aprovechados y enjundiosos años. Ya ha llovido desde que echó a rodar allá por 1980. Al frente, la maestra Justa Paniagua Cáceres. En su consejo de redacción, Gonzalo Domínguez Panadero, Herminia Lino Antúnez y José María Domínguez Moreno; este último, legítimo hijo de Ahigal, como el resto de los citados, es más que de sobra conocido en los mundos de la investigación etnográfica, folklórica y sociohistórica. El presente año resultó ganador del XXXIII Premio de Investigación ‘García Matos-2022’, por su trabajo ‘Los Tesoros en Extremadura: la historia, el mito y las leyendas’. Aparte de los nombrados, colaboran otra selecta gavilla de plumas en la revista: Crispín García Paule, todo un autodidacta, que, tras desempeñar hasta los 40 años sus trabajos de peón agrícola, pasó, por sus méritos, a convertirse en agente de seguros (trabajo que compaginaba con el de olivarero) y, posteriormente, salió a flote su vena de escritor y ya tiene siete libros en el mercado. Crispín colabora, en el nuevo número, con un poema y unas notas biográficas sobre don Eufronio García Alba, un ínclito y altruista médico ahigaleño, que fue muy querido por sus paisanos y otros lugareños de los pueblos comarcanos. Además, Crispín es el dueño del maravilloso museo etnográfico de Ahigal, que debería ser obligatoria su reseña en toda publicación referente al mentado pueblo.
En el número 94 de la Revista Cultura, recién salido del horno hace un par de días, colaboran otras notables firmas, como las del poeta José María García Plata, con varios premios literarios en su haber; Chonita García García, Petry Becedas, Elena Paniagua Cáceres, Petry Becedas, Pilar Paniagua, Hnos. Barroso González (Lourdes, Jesús y Daniel), Pedro García Gordo, Isabel García Viñas (se inserta su poema , ganador del segundo premio en el XLII Certamen Poético Nacional ‘Exaltación al Olivo’) o Domi Paniagua, quien plasma una entrañable y dolida carta dirigida a su hija Maribel García Paniagua, que se nos fue, desgraciadamente, el 5 de agosto de 2022, con 37 años. Maribel era concejala del Ayuntamiento de Ahigal, una luchadora nata y progresista, todo un ejemplo de humildad, solidaridad con los más débiles, y del buen hacer, con numerosos proyectos en su mente, que ojalá, en honor a su memoria, se cristalicen no tardando.
Curiosamente, aparecen publicadas en este último número unas cartas manuscritas y transcritas por alguien de la redacción de la revista (no figura el nombre) que el médico y diputado provincial (fue provisionalmente un tiempo presidente de la Diputación de Cáceres) Agapito Monforte Canillas (Ahigal, 1861) escribió al catedrático de la Universidad de Salamanca, Pedro Dorado Montero. Agapito había estudiado con Pedro en un colegio de Béjar. Pedro Dorado llegaría a ser el más prestigioso jurista, penalista y criminalista español de aquella época. Aprovechando la amistad de los tiempos de estudiantes, Agapito le pide al catedrático que le recomiende e interceda por su hijo Faustino, que iniciaba sus estudios de Derecho en la universidad salmantina. Lo que más nos choca de esas cartas son las faltas de ortografía que todo un médico, diputado y que había ostentado el cargo de presidente de la Diputación cacereña, comete en los párrafos que le escribe a Pedro Dorado Montero. Ello lleva a pensar, como de hecho era cierto en años en que el caciquismo estaba muy arraigado, que muchos estudiantes salían adelante porque tenían buenos padrinos. Y que otros muchos, con currículums mediocres, adquirían altos puestos en la Administración por ser quienes eran, no por su valía. Tampoco hay mucha diferencia respecto a los nuevos tiempos. El caciquismo sigue vigente en muchos aspectos de la sociedad actual, aunque no de forma tan descarada como en los períodos de la Restauración Borbónica y la dictadura franquista.
Tío Álvaro “El Albarderu” y Juan Sánchez
Entre todo el contenido del número 94 de la revista, nos embarga la emoción el artículo que Antonio Gil Paniagua dedica a dos personas que nos dejaron hace poco: Tío Álvaro Paniagua Simón, el último talabartero de Ahigal y de toda la comarca de Tierras de Granadilla. Había sido gran colaborador de la revista hasta que cumplió los 87 años. Sus colaboraciones aparecieron bajo los epígrafes de ‘Rincón del Anecdotario’ y ‘Las Cosas del Tío Álvaro’. El otro amigo fallecido no era de Ahigal, sino de Santibáñez el Bajo, cuya distancia se contabiliza en veinte minutos a buen paso. Juan Eleuterio Sánchez Calle; ‘Juanitu’ para todos sus amigos, vecinos y conocidos, tomó otros caminos, que no sabemos muy bien adónde llevan, el pasado 11 de junio. Con buen semblante siempre, pese a lo que cargaba a cuestas. Años de las patrias infantiles, adolescencias, mocedad y suma y sigue. Compartimos muchos ratos buenos y no tan buenos. Más de una vez nos recorrimos los bares de Ahigal, saboreando su buen vino y sus mejores pinchos. Teníamos buenas amistades en ese pueblo, que siempre fue como el centro de toda la comarca, al ser el de mayor población y el más industrial de todos. Habría para escribir numerosas páginas. Todavía le quedaban muchísimas cosas por hacer en la vida, pero la muerte acecha y no perdona. Recuerdo la última vez que estuvimos juntos toda una tarde. No hace mucho. Le acompañé al ‘cercau’ (finca murada, de monte ahuecado y destinada para pastar vacas de carne) del paraje de ‘La Encina la Patá’. El predio era de su propiedad. Deseaba conocer mis explicaciones sobre el llamado ‘Fortín de los Morus’, donde se rastrean vestigios romanos y que se encuentran en dicha finca, así como otros de factura más antigua y ciertas ‘peñas sacras’, dentro de la misma área arqueológica. Se fatigaba al andar. Me comentó que seguía luchando y que aún no le habían apretado las ganas de irse a ese ‘otro hotel’ del que hablan muchos y nunca comieron en él, porque los que lo visitaron no volvieron. Nos quedamos con sus recuerdos, su afabilidad, su campechanería y el inmenso amor que tenía a su pueblo y a sus gentes.
Rematamos el repaso a la revista haciendo mención a su portada, en la que aparece una foto del sello que la Sociedad Filatélica dedicó a Juan García García, más conocido como ‘El Poeta-Cartero de Ahigal’, con motivo del primer centenario de su nacimiento. Juan García nació en 1918 y falleció en 1996. También es preciso traer a colación que, en el editorial, siempre trazado con diestra pluma, se destaca la figura de Florentino García Cáceres, un maestro ahigaleño de cuya muerte no me enteré hasta pasados varios meses. Le conocí cuando él ejercía en la alquería jurdana de La Fragosa y siempre me unió a él una excelente amistad. Lamentable que nadie me comentara nada de su enfermedad y de su óbito. Flores, como era conocido, y así aparece en otra reseña de la revista, siendo alcalde democrático de Ahigal, fue el que propuso, cuando se debatió el tema de la creación de la mancomunidad de la zona, que, atendiendo a la Historia, se denominara, clara y rotundamente, a esta zona situada entre Las Hurdes, Valle del Ambroz, Sierra de Gata y Valle del Alagón, con el nombre de Tierras de Granadilla. Pero he aquí que, a la hora de votar, se quedó solo. El resto de alcaldes, haciendo gala de una osada ignorancia, optaron por el nombre artificioso y estrambótico de ‘Prehurdes’. Las razones de barajar este absurdo nombre nos llevaría mucho rato y lo dejamos para otra ocasión. Por suerte, acabaría triunfando la sensatez y hubo que redondear cuadriculadas mentes para que pensaran y no embistieran.
Seguimos animando a la Agrupación Cultural ‘Amigos de Ahigal’ que no ceje en sus tareas socioculturales y continúe siendo el espejo en que deberían mirarse el resto de pueblos de la comarca. Sería interminable hablar de todas las actividades que desarrollan al cabo del año. El Ayuntamiento de Ahigal suele colaborar con algunas de las iniciativas propuestas y en los costes de la elaboración de la revista. Cierra el círculo de esta movida sociocultural y que vela fervientemente por sus antiguas tradiciones el grupo folklórico ‘El J,higueral’, con su flamante tamborilero, Loreto Galindo Gómez, al frente. El único grupo de cantos y danzas que existe en los 15 pueblos que componen la mancomunidad de Trasierra-Tierras de Granadilla.
Foto superior: Vista del pueblo de Ahigal desde los parajes de “El Castilleju” (Foto: F.B.G.)
Texto de Félix Barroso para su columna A Cuerpo Gentil, las opiniones e imágenes publicadas en esta columna son responsabilidad de su autor
Publicado el 7 de julio de 2023