
El convento de las Ildefonsas de Plasencia guarda tras sus muros una iglesia magnífica con un fantástico retablo barroco. A la izquierda de este último, en el lado del Evangelio de la capilla mayor, se encuentra la estatua orante del coronel Cristóbal de Villalba, identificando su también magnífico sepulcro.
Son dos joyas de este imponente edificio, el convento de San Ildefonso popularmente conocido como las Ildefonsas.
Está ubicado entre las calles San Ildefonso y Sancho Polo, en el centro monumental de la ciudad. Por delante pasan muchos turistas en su recorrido por esas calles y callejuelas con encanto que están tras las plazas y vías principales. De hecho, en la zona se han abierto varios alojamientos rurales y a pocos pasos del convento hay atractivos como el Belén más curioso de Plasencia, que es visitable todo el año.
Un edificio con 600 años de historia
El retablo y el sepulcro se esconden tras los muros de mampostería y ladrillo del convento de las Ildefonsas de Plasencia, un edificio con 600 años de historia que en la actualidad se encuentra cerrado. Las últimas franciscanas descalzas que lo habitaron se mudaron a la casa madre de Sevilla en 2015 y tras su marcha, el Obispado de Plasencia cedió la iglesia en 2019 a la comunidad ortodoxa del norte de Extremadura, que la sigue utilizando los domingos.
Vino después el cierre de un convento histórico, en el que son muy destacables su amplia portería, el bonito jardín en el que se enterraba a las monjas y las dos plantas del claustro que forman parte de la zona conventual con sus curiosas pequeñas celdas.
El coro como armario de las armas francesas
El convento de las Ildefonsas de Plasencia surgió a finales del siglo XIV de la mano del arcediano Miguel de Yanguas. Dejó dicho que a su muerte se levantara en su casa de la calle Sancho Polo un hospital atendido por beatas en el que estuvo el germen de todo el desarrollo posterior. En 1417, las beatas pasaron a ser monjas de la orden tercera de San Francisco bajo la advocación de San Ildefonso y en 1518, orden de clausura.
A finales del siglo XV la familia Villalba se convierte en patrona de la comunidad religiosa, de ahí la estatua orante del coronel, que les llevó incluso a pleitos cuando en el XVII se levantó el retablo que consideraban que lo encajonaba y restaba protagonismo.
Las tropas francesas lo ocuparon, utilizando el coro para el armamento y las puertas para hacer fuego. Las hermanas tuvieron que abandonarlo en 1808 pero volvieron en 1814 y en 1836 la comunidad creció, al incorporarse la comunidad de Las Claras por la desamortización de Mendizábal.
Museo diocesano y escuela de restauración
El Obispado tomó en su momento la decisión de restaurarlo para hacer allí el Museo diocesano y una escuela de restauración como una oferta turística más de Plasencia, además de lo importante que sería desde el punto de vista de la protección del patrimonio religioso tan afectado por la despoblación de muchos núcleos.
Son apuntes de la historia de un edificio para el que es fácil y deseable imaginar un uso cultural que le devuelva actividad y vida y no prive a vecinos y visitantes de disfrutarlo.
Publicado en mayo de 2023
© Planveando Comunicaciones SL