Flores de muchos días

No soy lector habitual de columnas. Reconozco que las leo a salto de mata, cuando a facebook le sale del algoritmo recordarme que alguno de mis amigos ha publicado alguna, y eso a pesar de que luego las disfruto, de que me encanta cuando dan en el clavo y logran decir con precisión, en tan poco espacio, eso que piensas y que tanto te hubiera costado poner en palabras, pero también cuando exponen una idea nueva, original, algo que jamás se te hubiera ocurrido, incluso aunque no estés muy de acuerdo. Aun así, como digo, no suelo leerlas, cuestión, supongo de falta de costumbre, o culpa, tal vez, de ese torbellino en el que acaba volviéndose muchas semanas la vida y que hace que no sepas del todo en qué día estás, qué toca leer. Supongo que no soy el único, y por eso las recopilaciones de artículos son estupendas, porque permiten que los que habitualmente no hacemos los deberes nos pongamos al día. Ya me sucedió, por ejemplo, con la que publicó hace unos años Norbanova de los “Jueves sociales” de Pilar Galán en El Periódico Extremadura (una sección extraordinaria que tarde o temprano se debería recopilar de nuevo) o con Área de descanso, el libro de la Editora Regional de Extremadura que recogía las reseñas de Javier Morales en distintos medios, y me ha vuelto a suceder hace una semana con Flores prensadas, publicado por Sílex, qre recoge una amplia muestra de las columnas que publica Noemí Sabugal en La Nueva Crónica.

Me gusta mucho, ya de entrada, la introducción, cuando Noemí dice que “una columna de prensa es una flor entre las páginas de un libro. Una flor prensada (y pensada). Eso con suerte. Con menos suerte, cuando pasa el tiempo, una columna, esa flor de un día, es polvo. Las columnas florecen en un minuto o en una semana. Como sea, su destino es marchitarse pronto. Si hay algo valioso en ellas pueden al menos presumir de conservar parte de su color. Si incluso conservan, tenue, apenas perceptible, algo de su olor, eso ya es un misterio”. Pero ese un misterio quizá no sea tan misterioso, porque, como ella misma dice, las columnas que permanecen, las que siguen desprendiendo aroma, son aquellas que trascienden el momento, las que no se quedan en la anécdota o, más bien, las que no se quedan en ciertas anécdotas. Porque, curiosamente, mientras que la mayoría de las que tienen que ver con la vida pública enseguida pierden fuelle, haciéndote ver, pasado cierto tiempo, la poca importancia que tuvo al final aquello que causó tanto revuelo, las de la vida cotidiana, incluso las más efímeras, o las que tienen que ver con la cultura, con la lectura de un libro, con un concierto o una película, permanecen, y siguen estando vigentes, urgiéndote a prestar más atención a las pequeñas cosas o a visitar o revisitar libros, películas o discos que no conocías o tenías olvidados. Y luego, entre las columnas de lo cotidiano, y las de la actualidad, y las de la cultura y las de los amigos, están las del confinamiento, todavía tan cercanas, y que deberíamos seguir teniendo presentes, no para recrearnos en el horror, sino para recordarnos las cosas que entonces descubrimos que de verdad eran importantes y que la vorágine de la recuperación parece empeñada en hacernos olvidar.

Y, aparte de todo eso, está la voz, tan importante, para que las columnas funcionen en directo pero también para que no sean solo flor de un día, y la de Noemí Sabugal, además de reconocible, es cercana, y hermosa, y fuerte. Sabe contar, sabe ser dulce, pero también ser áspera, o indignada, como cuando nos habla, en más de una ocasión, del presente triste y el futuro turbio de las zonas mineras, esas de las que nos habló en su estupendo libro Hijos del carbón, o de las concertinas, o de los feminicidios, o de la rampante factura de la luz. Sabe llegar al corazón, y hacernos disfrutar leyendo, pero también removernos la conciencia, que son, supongo, los tres cometidos principales que debería tener una buena columna, como estas que recoge Flores prensadas y de las que su propia autora nos hablará, por suerte, en la próxima feria del libro. Les invito a leerlas, y les invito también a acompañarnos ese día: sábado 29 de abril. No se olviden.

Flores prensadas

Noemí Sabugal

Sílex ediciones

20,00 euros

Texto de Juan Ramón Santos para su columna Con VE de libro

Publicado el 31 de abril de 2023

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