Benditos demonios

Todos, en mayor o menor medida, tenemos demonios, traumas, remordimientos, recuerdos incómodos que de vez en cuando nos visitan como el fantasma de las navidades pasadas al señor Scrooge y que a la chita callando van marcando nuestras vidas. En el caso de los escritores, los demonios se cuelan además en su labor y alcanzan rango literario, convertidos en ese puñado de obsesiones en torno al que normalmente gira toda una obra: sus poemas, sus novelas, sus relatos. El poeta Ben Clark tiene por supuesto los suyos y, por si alguien tenía alguna duda, ha decidido dedicarles un libro titulado ‒para dejarlo bien claro‒ Demonios que acaba de salir en la editorial Sloper. En él están sus padres, sus abuelos, su isla, la primera bicicleta, poetas lejanos y queridos como Edward Thomas o Gamel Woolsey, ausencias cercanas y dolorosas, la parte también más dolorosa de la adolescencia, el eco de un terrible accidente ferroviario no vivido (por suerte) pero convertido sin duda en obsesión, la propia poesía, convertida también en obsesión y plagada de miedos e inseguridades, y el amor con sus luces y sus sombras, un tema fundamental en la obra del poeta ibicenco. Visto así, podría decirse que en Demonios está todo Ben Clark, pero también, como sucede con la buena poesía, podríamos decir que estamos todos nosotros, sus lectores, porque el tipo es listo, y lo sabe (“cuando escribo me acerco a las respuestas, / soy resiliente y listo como un tordo”, comienza diciendo “Poema adentro”), y sabe darle al poema ese pequeño giro de tuerca que hace que de pronto sintamos lo ajeno como propio, la anécdota de otro como experiencia personal, sensación que acentúa su tono, medidamente conversacional que hace que la voz nos suene llana y próxima y, al mismo tiempo, intensamente poética (la contraportada menciona, como referentes británicos, a Auden, Larkin y Dylan Thomas, y supongo que por ahí van los tiros), con arranques de esos que te enganchan y hacen que te quites el sombrero (“poco o nada sabemos de la ausencia / y, sin embargo, todos nuestros días / dependen de los cuerpos que no están” dice en su arranque el poema “Los ausentes”) y finales que sorprenden y conmueven (“Te digo adiós y aprieto, al fin, Borrar”, aunque comprendo que, para entender hasta qué punto, es necesario leer antes “Passar el missatge” entero) junto a otros que, demostrando que el torero domina todas las suertes, te hacen sonreír divertido con guiños generacionales (“[Se lo advirtió Nintendo al niño que me habita: / todo lo que no guardes acabará perdido]”). En definitiva, que merece, y mucho, la pena leer la última colección de poemas de Ben Clark, porque es magnífica, que no dejéis de hacerlo y que bienaventurados los demonios, pues gracias a ellos, en muy buena medida, existe la Literatura.

Demonios

Ben Clark

Sloper

13,00 euros

Publicado el 3 de marzo de 2023

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