Comedia Divina

Bruno Vieira Amaral pertenece a la así llamada generación Saramago, la ya larga nómina de autores, entre los que se encuentran algunos tan relevantes como José Luís Peixoto, Gonçalo M. Tavares, Válter Hugo Mãe o João Tordo, que desde 1999 han recibido el premio literario que lleva el nombre del Nobel y que se concede a jóvenes escritores en lengua portuguesa. Vieira Amaral lo ganó en 2015 con la novela Las primeras cosas, publicada ahora en castellano de la mano de la editorial La Umbría y la Solana, que tanto y tan bien está haciendo estos últimos años por la divulgación de la literatura lusa en nuestro país.

La novela, que podríamos encuadrar en cierta medida dentro del género de la autoficción, es un largo descenso a los infiernos en diálogo con la Divina Comedia de Dante. El narrador, Bruno, nel mezzo del cammin di nostra vita, se ha quedado sin trabajo y sin su mujer, Sara, de la que se acaba de separar, y se ve obligado a volver a casa de su madre, en el lugar en el que vivió su infancia y su adolescencia, el Barrio Amélia, un barrio imaginario que podría ser cualquiera de los que rodean Lisboa, a los que fueron a parar, aparte de miles de personas procedentes del interior, de la província, en el éxodo rural que Portugal –como España– vivió en los sesenta y los setenta, además de muchos de los retornados, los miles también de portugueses que se vieron obligados a regresar precipitadamente a la metrópolis tras la abrupta descolonización que sucedió a la Revolución de los Claveles en 1974.

Sintiéndose fracasado, el personaje entra en una honda depresión, de la que comienza a salir gracias a un proyecto inesperado, el de recuperar por escrito la memoria del barrio. Lo hará de la mano de un misterioso fotógrafo llamado, no por causalidad, Virgílio, con el que emprenderá una suerte de viaje a lo más profundo del recuerdo, un recorrido por las vidas de personajes unas veces tiernos, otras dramáticos, otras esperpénticos, que es, en gran medida, un descenso a los infiernos, al infierno que fue la vida de mucha de esa gente, encerrada para siempre, a menudo en contra de su voluntad o de sus sueños, en las difusas fronteras del suburbio, personajes a los que el autor parece redimir por medio de la literatura, como si la ficción, ese lugar en el que quedan proyectadas, fijadas para siempre sus sombras, fuese una forma exorcismo.

Las primeras cosas es un libro escrito con una enorme fuerza narrativa, con frecuentes hallazgos verbales y con un extraordinario dominio de los más diversos registros, desde la jerga que emplean los muchos personajes marginales, casi delincuentes, que pueblan la novela hasta la parodia que el autor hace, por ejemplo, del periodismo deportivo en la crónica de un partido de fútbol en el capítulo “El guardameta”, o del lenguaje burocrático, administrativo, en la sarcástica narración de “La gran pintura de 1990”. Un libro potente en el que, a través de numerosas biografías, pero también de la evocación de ambientes, sonidos, olores o de viejas marcas comerciales, un poco al modo de los je me souviens de Georges Perec, Bruno Viera Amaral acaba por proyectar, con gran talento, su pasado y, con él, la extensa radiografía de un lugar y de un tiempo, la de los suburbios de la capital portuguesa y de unos años, también allí, turbulentos, los ochenta, un libro estupendo para acercarse a la narrativa de este excelente escritor luso.

Las primeras cosas

Bruno Vieira Amaral

La umbría y la solana

18,50 euros

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