Madrigal de la Vera bebe las aguas de la Sierra de Gredos y es el último pueblo extremeño en la falda de la montaña antes de convertirse en Castilla. Su verdor y agua en abundancia la convierten en destino preferido no solo de extremeños, sino también de viajeros de distintos lugares, especialmente de Madrid, que en verano buscan escapar de las grandes ciudades.
El Puente Viejo sobre la Garganta de Alardos
Los madrigaleños lo llaman “Puente Viejo”, pero es conocido como Puente Romano más allá de sus fronteras. Aunque la fecha exacta de su construcción alberga ciertas dudas, parece ser un antiguo puente militar romano que sufrió varias modificaciones a lo largo de los siglos. Lo que es indiscutible es su belleza, su altura y la importancia que ha tenido en la zona, pues por allí transitaban los viajeros al Puerto del Pico y Ávila, así como los cabreros con sus animales buscando los mejores pastos o los comerciantes con sus productos.
Bajo el Puente Romano se frena el agua de la Garganta de Alardos para convertirse quizás en la piscina natural más fotografiada de La Vera. Es una garganta que en invierno suele llevar mucha agua y que en verano se llena de charcos. Como este del puente hay varios más arriba, como el del Cardenillo o El Negro. Frente al charco del Cardenillo destaca su chiringuito, un agradable local con comida variada y sabrosa con una bonita terraza donde se puede descansar después de un buen baño.
Las fuentes, los rincones y las casas veratas de Madrigal de La Vera
En el pueblo, el rumor del agua se escucha bajar por sus calles y puede verse embravecida en estrechos cauces a través de los sumideros. Es agua que baja de la montaña y que antiguamente servía para regar los huertos de los vecinos. De las fuentes sale limpia y fría, de ellas se nutrían las casas del pueblo cuando no tenían agua corriente y bebían algunos habitantes de lugares cercanos que venían a buscarla para sus hogares. Las fuentes fueron lugar de reunión y conversación, de amoríos y desencuentros.
En las calles de Madrigal de la Vera vemos las típicas casas veratas construidas con una primera planta de paredes de adobe y unas plantas superiores con entramado de madera. La Plaza España o “Plaza Vieja”, como la llaman los vecinos, es un buen ejemplo de esta arquitectura. Perderse en las calles del pueblo, una de ellas tan estrecha que lleva el nombre de “Callejina”, es una delicia para los sentidos. Muy cerca de la “Plaza Vieja”está la Fuente Los Perales, a donde se acercan algunas vecinas mayores a contarnos la importancia de esta fuente que proveía de agua a todo el barrio. También nos hablan de otras, como la Fuente Empreña de la que las jóvenes huían porque decían que quien bebía de sus aguas quedaba embarazada. Además, está la Fuente Palillo, que debe su nombre al mote de un antiguo alcalde, aunque la más conocida es la Fuente de los Seis Caños, que está en la Plaza Machaderos donde convergen seis calles y es lugar de paso casi obligado. Muy cerca está una calle con nombre evocador, la de “los Balcones Largos”.
La Iglesia de San Pedro Apóstol y las fiestas de Madrigal de La Vera
La Iglesia de San Pedro Apóstol estuvo en sus inicios, a finales del siglo XV o principios del XVI, en las afueras del pueblo, pero al crecer Madrigal, la iglesia quedó rodeada de casas y muy cerca de un antiguo molino de pimentón.
El templo fue reconstruido con partes de la iglesia antigua y mantiene varias estructuras originales pero reubicadas. En él encontramos al Cristo de la Luz, patrón de la localidad, en cuyo honor se celebran las fiestas grandes de Madrigal de la Vera cada tercer fin de semana de septiembre.
También destacan Las Luminarias, una fiesta de fuego que se celebra la víspera del 8 de diciembre y en la que los vecinos hacen grandes hogueras en las plazas y los cruces más abiertos de las calles, donde queman viejos enseres mientras saborean productos de la matanza. Una fiesta purificadora de la que los mayores recuerdan que pasaban los días previos recogiendo romero, tomillo y otras hierbas aromáticas de la montaña para tirarlas también al fuego y aromatizar el ambiente.
La frescura de la Era de los Marulos y la Umbría del Helechoso
Subiendo la montaña desde Madrigal se llega a la Era de los Marulos, donde antiguamente se trillaba el trigo y era lugar de encuentro para los mayores y de juego para los niños. La Umbría del Helechoso, en la misma zona, es un paraje arbolado poblado de castaños, pinos, robles, jaras, brezos y muchos helechos que bajan la temperatura del ambiente, a pesar del intenso verano. Muy cerca de la Era de los Marulos encontramos el Mirador de Gredos, con su merendero en medio de una espesa arboleda y unas vistas hipnóticas a la gran montaña. Un paseo indispensable para los que buscan la paz y la cercanía con la naturaleza.
Madrigal de la Vera, cosmopolita y rural, moderna y entrañable
Aunque Madrigal de la Vera no llega a los 2000 habitantes, en verano tiene un aire cosmopolita. Su cercanía con Madrid la han convertido en uno de los destinos más apreciados, pero también llegan turistas extranjeros y en sus casas veranean los hijos y nietos de los que una vez emigraron y ahora viven en Francia o Alemania, pero vuelven al pueblo por vacaciones o como retiro. Encontramos alojamientos modernos y confortables, restaurantes para todos los gustos y presupuestos y tiendas llenas de encanto, donde pueden comprarse algunas delicias veratas, especialmente el Pimentón de la Vera con Denominación de Origen Protegida, que es souvenir obligado para todo el que pasa por esta zona.
En sus bares, además, preparan una típica bebida a base de leche de cabra llamada “leche helada”. Suelen tomarla en las tardes o noches veraniegas y la preparan al momento. Varios vecinos hablaron de sus bondades, pero nos quedamos con las ganas de probarla, lo que significa una promesa para volver, recorrer de nuevo las calles de Madrigal de la Vera, refrescarse en su garganta y probar por fin esa bebida que tantos recomiendan.
Uma escapada perfeita e refrescante para Madrigal de la Vera
Publicado en agosto de 2021
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