Varios estudios realizados por reconocidos sociólogos y sicólogos vienen a coincidir en el criterio de que la capacidad para asumir la soledad (la admitida de forma consciente, la buena soledad, digo) conlleva buenas consecuencias para comprender a aquellas personas que sean diferentes a ti, sin que tengan que ser lo que tú quieres que sean.
La soledad proporciona capacidad de empatía, que es la que marca el comienzo virtuoso de una conversación. Al sentirse cómodo consigo mismo, uno puede simpatizar fácilmente con las vivencias y circunstancias que afectan al interlocutor. Es en ese momento, cuando la mente está preparada para poder utilizar el verbo correcto y comprensivo, trajinando la conversación de modo fluido (natural, sin afectaciones). Un acto que resulta entretenido e interesante.
Uno es un fanático del intercambio de ideas, opiniones y sentimientos. Adoro la práctica de la conversación aunque me falte mucho para ser un perfecto interlocutor; incluso a pesar de que aporte toda mi intención y esfuerzo intelectual para conseguirlo.
Además de las condiciones antedichas, si la persona está preparada para comprender lecturas (de ensayos; novelas con calidad literaria o Historia seriamente documentada) y asimilar el hilo narrativo, el carácter de sus personajes y analizar situaciones complejas, convertirá esa práctica en una garantía para que cualquier conversación fluya enriquecida con sentidos, sentimientos; todo ello sin ambages. Es necesario identificarse con el interlocutor medinate una actitud comprensiva y sin prejuicios.
La lectura ejercita la imaginación y comprensión del lector en cuestiones relativas al carácter de las personas y a sus matices emocionales, y por ello la conversación crecerá en entendimiento y compromiso social. Unas condiciones que en Plasencia, por su carácter afable para lo cotidiano y por su considerable historicidad, se dan como beneficios naturales para proporcionar -entre otros placeres- el de la conversación.
Publicado el 18 de mayo de 2022