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Troya Revisited

Recuerdo haber leído por primera vez la Ilíada con doce años en una edición majestuosa, supongo que adaptada, que tomé en préstamo de la sección infantil de la Biblioteca Municipal de Plasencia. Se trataba de un libro grande, en tapa dura, con papel grueso y sobrias ilustraciones, elementos que le daban un aire casi sagrado, como de libro litúrgico, un formato que se me antojaba entonces a la altura del contenido: un texto primordial, primero, de nuestra cultura, escrito por un autor ciego y misterioso que nos enfrentaba a la cólera de Aquiles, el de los pies ligeros, a los ataques de Héctor, el de broncínea armadura, o a las astucias de Odiseo, fecundo en ardides. Me fascinaron aquella retórica altisonante, aquellos hombres nobles y aguerridos y aquella guerra también ciega e interminable, y me maravilló el libro, que leí, estoy seguro, varias veces. La Odisea cayó en mis manos apenas unos meses después, y digo que cayó en mis manos porque fue en un ejemplar que encontré perdido en un edificio abandonado y del que, entusiasmado como estaba entonces con Homero, no tardé en apropiarme, no sé si de manera del todo lícita. Se trataba esa vez, sin embargo, de una edición fea y gris de la colección Austral, con papel amarillento y quebradizo y la letra muy apretada, que, por más que lo intenté, no logré leer nunca del todo. De hecho, tuvieron que pasar bastantes años antes de que, después de hacerme con una versión del libro más atractiva, acabase de leer, por fin, las aventuras de Ulises.

Cuento todo esto porque azares de ese tipo pueden hacer que uno llegue a unos libros antes que otros, o que uno acabe teniendo preferencia por unos libros y no por otros, o que, como sucede en mi caso, me guste más la Ilíada que la Odisea, incluso aunque tenga la impresión de que este último es un libro mejor y más moderno. Y cuento todo esto también porque, debido quizá a esas predilecciones mías, cuando Marino González Montero vino el año pasado a presentar en Plasencia su obra teatral Aquiles enseguida me puso los dientes largos con el título de que quería hablarles hoy, Homero, Ilíada, de Alessandro Baricco, uno de los libros que le habían servido de inspiración a la hora de afrontar su propiaversión del drama de Aquiles.

Marino me lo vendió entonces estupendamente: el autor italiano, con la excusa no recuerdo si de una adaptación radiofónica, había reescrito el libro de Homero seccionándolo y narrando cada escena de la historia desde el punto de vista de sus personajes, en ocasiones del de sus protagonistas, en otras, de algunos de los secundarios, con lo que había conseguido un resultado no sólo más ágil, sino también mucho más cercano. Lo que no me contó él entonces, pero no tardé en averiguar –en cuanto me hice con un ejemplar del libro–, es que Baricco había aligerado también el texto eliminando repeticiones, pero también todo lo relacionado con los dioses, que es, quizá, la decisión que hace que su versión del libro nos acabe resultando más próxima, pues de repente todo aquel conflicto interminable y absurdo se vuelve absolutamente humano, pues pasa a depender no ya de los caprichos de unos dioses infantiloides y despiadados, sino de nuestra ansia de poder, de nuestra sed de sangre, de nuestras debilidades, de nuestra inagotable y fecunda estupidez.

En definitiva, por esas razones, y aunque en ocasiones el propósito inicial flaquee y el autor se permita algunas trampas, Homero, Ilíada es una forma estupenda de asomarse a la guerra de Troya, de revisitarla para aquellos que ya hayan leído la versión original, o de animarse, tal vez, a abordarla después si no la conocen, pero también es vehículo estupendo para hacernos ver, como advierte Baricco, de que durante miles de años la guerra ha sido para nosotros bella y admirable, y de que en el fondo seguimos sientiendo a veces un placer tan estético como morboso ante la destrucción, ante la violencia, una evidencia esta en la que preferimos no reparar pero que podría ser, quizá, un buen punto de partida para tratar de superar algún día nuestra genética fascinación por el mal, por la guerra, tan de actualidad (quién iba a decirlo cuando Marino y ya charlamos, hace meses, sobre Aquiles) estos días.

Homero, Ilíada

Alessandro Baricco

Anagrama

14 euros

Publicado el 25 de marzo de 2022

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