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Planes para una escapada redonda y florida a Madrigalejo

Los frutales en flor de Madrigalejo merecen una visita al pueblo cacereño más conocido por Fernando El Católico porque allí murió y firmó su último testamento el Rey hace 506 años.

Los frutales en flor bien lo valen. Quien va, repite porque las tonalidades van cambiando según las variedades y el espectáculo está asegurado. La vista se pierde entre filas perfectas de colores. Rosas las nectarinas, similares a los cerezos en flor, verdes los melocotoneros, entre blancos y rosados los almendros o los ciruelos … Como en Japón, simbolizan el comienzo de la primavera y en la Oficina de Turismo, Alba y Patricia dan todo lujo de detalles sobre la floración y todo lo que se puede hacer en Madrigalejo.

Frutales en flor enmarcados en plena dehesa

Para ver los frutales en flor basta con perderse entre caminos públicos, cualquier vecino le indicará al visitante. Cuando no Edu y Quico, guardias civiles que, en tiempos de fusión municipal, vienen respectivamente cada día de Don Benito y Villanueva de la Serena. Lo que da idea de la situación geográfica de Madrigalejo, que perteneciendo a la provincia de Cáceres, está pegado a las Vegas Altas del Guadiana.

En plena Vía Verde del Guadiana y de las Villuercas camino del geoparque cacereño

De allí viene la Vía Verde que conduce al Geoparque Villuercas-Ibores-Jara y que permite recorridos a pie, en bicicleta o a caballo con vistas a los frutales en flor de Madrigalejo. El pueblo cuenta con más de 1.000 hectáreas sembradas de frutas con hueso, listas para seducir al turista con una particularidad, que pueden enmarcar sus fotos más floridas con el paisaje de dehesa de fondo. Todo un espectáculo que se aprecia entre los senderos públicos o en los alrededores de la antigua estación donde se celebra la fiesta carnavalera del Jueves de Comadres.

Grullas por miles en los arrozales

Entre los arrozales, además, se pueden ver grullas por miles desde finales de octubre a principios de año, otro espectáculo de la naturaleza que ofrece Madrigalejo, con mirador de aves propio en la carretera a Logrosán. También en las proximidades del embalse de Sierra Brava, donde se pueden observar otras especies de aves protegidas o disfrutar de la pesca deportiva, otro gran foco de atracción del pueblo.

Madrigalejo, cruce de caminos camino de Guadalupe

El senderismo, el cicloturismo y las rutas a caballo son otro de sus muchos atractivos y no solo por el Camino Natural de la Vía Verde que lo atraviesa. Madrigalejo es un cruce de caminos camino de Guadalupe, el segundo lugar de peregrinación en España tras Santiago de Compostela. Lo cruzan el Camino Mozárabe y el Camino Romano que vienen respectivamente de Andalucía y de Mérida, sendas históricas que conducen a la Puebla de Guadalupe, donde se dirigía el propio Fernando El Católico. Madrigalejo está dentro de la ruta turística de Isabel la Católica y del itinerario de los Caminos a Guadalupe, en cuyos monolitos históricos es habitual ver a gente fotografiándose cual photocall. Por todo ello no podía faltar en el pueblo un albergue de peregrinos.

Madrigalejo, última morada de Fernando El Católico

Por las calles del pueblo se mezclan peregrinos y senderistas con visitantes atraídos por el turismo cultural. Madrigalejo es el pueblo cacereño que se estudia en los libros de Historia porque fue la última morada de Fernando El Católico y no solo eso. Viéndose morir, allí firmó un último testamento que es el que ha dado lugar al lema del pueblo. ¡Aquí murió el Rey y nació España”.

Fue el 23 de enero de 1516 en la Casa de Santa María, hoy en día Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento que forma parte del centro de recepción de visitantes porque allí se encuentran la Oficina de Turismo, un centro de interpretación y un curioso museo etnográfico. Original queda el artesonado y en una de las salas se recrea el dormitorio real y la mesa con el testamento. Además de que se pueden ver vídeos divulgativos, recorrer el centro de interpretación es una curiosa clase de historia que llama mucho la atención a los más pequeños. Especialmente los maniquíes de los Reyes Católicos, con mascarilla como impone hoy en día la situación sanitaria.

Souvenirs y dulces únicos

Por cierto que mascarillas, pero con telas del típico pañuelo de cien colores, se pueden comprar allí mismo como souvenir de Madrigalejo entre otro complementos inspirados igualmente en la prenda que no falta en ninguna casa del pueblo. Son obra de Martina, una artesana de Madrid que se instaló hace más de 30 años en el pueblo por amor y abrió una mercería. Parte de lo recaudado va a parar a la Asociación Folclórica San Juan Bautista de Madrigalejo, donde también ella baila.

Otro recuerdo de Madrigalejo que se llevan los turistas son las sudaderas de colores que un buen día lanzó el ayuntamiento y con las que, además, es habitual ver ataviados a no pocos vecinos por las calles. Es un pueblo orgulloso de su pasado y muy participativo. Tanto que uno de los muchos murales de arte urbano que decoran el pueblo lleva más de mil nombres de vecinos, que contribuyeron con dos euros y cuya recaudación sirvió para comprar la réplica de la Arracada Celta que se expone en el centro de interpretación junto a otra del Verraco del Ruecas.

Ruta de arte urbano en Madrigalejo

Hay otros diez murales, la mayoría obra del artista local Sojo, entre los que no falta el de Fernando El Católico o el del pañuelo de cien colores. Toda una ruta de arte urbano en un pueblo de menos de 2.000 habitantes que disponen de zonas wifi en la calle. El recorrido urbano lleva también por casonas ilustres e iglesias como la parroquial de San Juan Bautista.

Propuestas gastro

En un alto del camino se pueden comprar los escaldaillos, los dulces típicos elaborados con miel que siguen haciendo en la panadería del pueblo.

A la hora de comer o picotear destaca la historia de Fernando, un joven cocinero que ha querido volver al pueblo con su familia y que ha convertido el tradicional restaurante El Cazador en El Cazador Gastrobar. Lo mismo puedes comer unas migas que propuestas de cocina internacional o hamburguesas de diseño.

A poco más de media hora se encuentra, en Trujillo, uno de los restaurantes revelación en Extremadura. La Alberca, flamante Bib Gourmand donde los hermanos Laura y Mario Clemente han dado un giro de 360 grados al antiguo mesón de sus padres. También ellos pertenecen a esa generación de jóvenes que han querido volver a sus orígenes y volcar toda su formación y experiencia en una oferta gastronómica de primer nivel con menús del día de 15 euros en adelante.

Publicado en marzo de 2022

© Planveando Comunicaciones SL/Fotos Andy Solé

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