Search

El mejor momento

A lo largo de una jornada, de un día de una vida cualquiera, es difícil no encontrar una situación, un instante en el que una persona no se sienta muy bien, anímica y físicamente en un determinado momento. No importa que dure lo que un relumbre, solo nos atañe la intensidad; es sabido que un momento no es largo, pero un instante es todavía más corto. Aunque se perciba menos tiempo que un instante no deja de ser un destello que invade todos los sentidos de satisfacción, penetrando con honores en el alma. Aparece incluso en épocas donde la mente y el cuerpo tienen dificultades para gozar de una ráfaga de bienestar, como un brillo elocuente del ánimo. A pesar de apreciarlo, aflige su brevedad comparada con la duración de la vida.

Telecarne Bernal Plasencia

Cuando el cuerpo amanece antes de que lo haga el día, este ya se encuentra avisado y expectante para gozar de la intensidad de ese momento que hace sentir la vida como novedad, una percepción que se identifica como propia y exclusiva. La mente y el espíritu se aúnan para poder atrapar aquella sensación que hace que te mejora, que te sienta bien, muy bien. Hay algo de provocación en esa expectación en la que interviene el intenso deseo de hacer tuyo ese efímero deleite de vida.

Uno, que a lo largo de muchos años de existencia amanecía antes del amanecer, lo conoce. Ahora, con el peso de los años vividos, se siente y se goza con más intensidad, porque es cuando se endereza la vida a favor de la práctica de los íntimos principios, apartando aquellos que tiendan a desviarse hacia egoístas intereses.

Ocurre ahora en la ciudad del Jerte, Plasencia. Antes y en otros lugares el oficio me hacía abandonar el sueño todavía en la oscuridad de la noche cuando esta todavía no tenía trazas de alborear. Ahora la mente, sin que la hora se manifieste, se despierta siempre a tiempo para capturar esa secuencia. Cuando me envuelve el aroma a café recién hecho y el cuerpo reinicia sus mecanismos y se aviva la mente, abro la ventana. No hay luz fuera pero huele a naturaleza mojada por la lluvia caída. Aspiro profundamente ese perfume que se me antoja preludio de vida. Muy lentamente empieza el cielo a clarear y algún sonido me llega lejano, un motor, quizá un tren, como anuncio de iniciada actividad. No dejo de aspirar, mientras el cielo se ilumina borrando la oscuridad trascendiendo la aparición del amanecer. Y es cuando a pesar de no andar sobrado de fuerzas, te sientes torero capaz de sacarle a la vida un derroche de estilo, temple y finura.

En mi ventana placentina respiro un aire limpio con aromas saturados de mies y campo, con sabor a café en la boca y a vida en el olfato. Me siento bien, muy bien. Todos los días disfruto de ese momento; un lance mecido de eterna hermosura que es algo más que un fugaz lapso que avisa de otro inicio a la vida. Luego, queda el recuerdo que gratifica y la fantasía incógnita de la existencia que viene. Es lo que quería contar.

Publicado el 14 de marzo de 2022

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te puede interesar

Teatro infantil en el Alkázar

Zum Zum Teatro presenta en el Teatro Alkázar de Plasencia la historia…

La Cinemática, taller de cine experimental y de autor, en Plasencia

El lenguaje cinematográfico y el cine experimental son los temas que el…

El estreno de ‘100 días con la tata’ llega a Mérida

El documental del actor Miguel Ángel Muñoz rodado en Mérida, “100 días…

Gala de Navidad de Plantagenet por el Banco de Alimentos

El Teatro Alkázar acoge el viernes 30 de diciembre la Gala de…
Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de sus datos para estos propósitos. Ver preferencias | Más información    Más información
Privacidad