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El Carnaval Jurdanu: Salvaguarda y puesta en valor

Hablar de los orígenes del Carnaval Jurdanu nos llevaría muchas páginas, pues desmenuzar esta emblemática fiesta requiere de un grueso volumen. Y, con todo ello, solamente, lanzaríamos ciertas hipótesis, pues el origen de la gran mayoría de los rejuíjuh (escenificaciones carnavalescas a pie de calle) se pierde en la noche de los tiempos y muy difíciles son de despejar tales nieblas.

Por ello, cuando vemos en ciertas publicaciones, entre ellas algunas páginas de las propias instituciones comarcales, en las redes sociales o en otras publicaciones, afirmando que el Carnaval Jurdanu se originó en el pueblo de El Cerezal, no sabemos si reír o llorar, por la insensatez vertida.

El personaje de “La Mona” recorre las calles de la alquería jurdana de El Cerezal en los años en que aún no había recibido la bendición de la Mancomunidad de Las Hurdes el “Carnaval Jurdanu”.  (Foto. F.B.G.)

Lo que pretendemos realizar en esta crónica es pormenorizar en la conformación o gestación de dicha fiesta en nuestra etapa democrática. Por suerte, pese a los draconianos edictos del nacionalcatolicismo (Iglesia Católica) y del régimen franquista durante la dictadura, negándole el pan y la sal a las carnestolendas, ciertos rituales permanecieron intactos no solo en alquerías o aldeas de la zona, sino también en cabezas de concejo. Curiosamente, entre los muchos documentos tirados por el suelo, ratoneados, mohosos y amarillentos que recogimos en la antigua Casa de Ayuntamiento y en la ruinosa factoría de El Jordán (nombre este absurdo y sectario, impuesto a raíz del viaje distractor, paternalista y morboso del rey Alfonso XIII a Las Hurdes, en 1922), del pueblo de Nuñomoral, nos encontramos una copia a máquina de una carta del cura párroco, fechada en febrero de 1940, donde se lee, entre otras cosas, lo siguiente: … Y es que los vecinos de estas alquerías no hacen caso de las disposiciones ordenadas por nuestro Gobierno Civil y nuestro Obispado. Aparte de que se cuentan con los dedos los vecinos que asisten a la misa dominical y otras fiestas de guardar, alegan que ellos son analfabetos y no saben leer las circulares que se colocan en las puertas de las parroquias y otros sitios públicos. Por ello ocurre, al igual que ha pasado en el presente mes, corran el carnaval con gran libertinaje, vestidos con pieles de animales e imitando los gestos libidinosos de éstos, participando incluso el alcalde y los concejales. No sirve amenazarles con la fuerza pública, pues te responden que: ‘Todo pasa por carnaval y que ellos no hacen daño a nadie y que son costumbres heredadas de sus mayores y que por respeto a ellos no hay que dejarlas perder’ (…).
La carta no tiene desperdicio. Existen otros textos que también nos dan cuenta de ciertos pasajes de la fiesta, como los escritos por Tomás Gómez Villar, que fuera secretario de los Ayuntamientos de Caminomorisco y de la villa jurdana de El Casar de Palomero en los primeros años del siglo XX y muy interesado por las manifestaciones costumbristas. Tomás Gómez nos habla de los rituales de Loh Lagaréuh del Diabru, de La Pita Ciega, del pelele llamado Don Pericu o El Morcillu, de Las Mózah del Guinaldu o de La Mamadama de loh Quíntuh. Pero la mayor información la conseguimos con las docenas de grabaciones fonográficas que realizamos a paisanos de la comarca en los años 80 y 90 del siglo pasado. Todavía se continuaban celebrando escenificaciones como las de La Pita Ciega (Caminomorisco); El Burru Entrueju (El Gasco); La Vaca Pinta, El Toru Bardinu o La Vaca a secas en numerosos pueblos; Las Carantóñah, que se diversifican en diferentes categorías y que seguían muy vigentes en otras poblaciones; La Mona y La Tarara (El Cerezal); El Machu Lanú (Vegas y Arrolobos); La Gallareta (Aceitunilla);El Gordu y loh Enánuh (Casares de Las Hurdes); La Osa (El Cabezo); La Vicenta (Ovejuela) o La Jilandera y loh Mocínuh (Ribera Oveja), entre otras muchas. Y se corrían los gallos el Martes de Carnaval en la mayoría de las alquerías y las cabezas de concejo. A ello hay que añadir los ritos precarnavalescos o anunciadores de los Entruéjuh, de un gran interés etnográfico y antropológico, propios del Ciclo Festivo Invernal.

Las “corróbrah de luh entruéjuh” en Caminomorisco, junto a la “Casa Reonda”.  (Foto: F.B.G.)

Hilando fino

Con el material recogido, fuimos trazando un férreo armazón para alzar sobre él lo que considerábamos una arcaica fiesta que se había mantenido, contra viento y marea, bastante fiel a sus principios, con los añadidos y sincretismos a los que está expuesta toda manifestación festiva a lo largo de los años. Nuestro deber era salvar de las cenizas a un festejo que se celebró de manera entusiasta, heterodoxa, enfebrecida, comunal, libertina y libertaria y que era propio de una comunidad sociocéntrica: la comarca natural de Las Hurdes, todo un islote empapado de enjundiosos brotes de mitos y creencias que tira por tierra la cantidad de falacias y de putrefactas leyendas urdidas desde el exterior, desde más allá de sus fronteras naturales.

El vecino de la alquería jurdana de Las Erías, Reyes Hernández Sánchez, en el papel de “El Machu Lanú”.  (Foto: F.B.G.)

Hubo que hilar fino para reconstruir, en ocasiones, el material que íbamos salvando de la quema. Una simple frase escondida entre las neuronas cerebrales de algún anciano, unida a otras de gente también entrada en edad, se convertían en mimbres para conformar debidamente la reconstrucción del chozo que debería albergar lo que fue el antiguo carnaval de la comarca. El centro de operaciones se montó en la alquería de El Cerezal. Me vienen a la memoria muchos nombres, algunos ya caídos en el combate por la vida, que participaron de forma entusiasta en el proyecto. Prácticamente, toda la comunidad vecinal de Loh Jabalínih (mote por el que se conoce a los cerezaleños) apoyaba la idea. Por ello, no voy a citar nombres, pues me podría quedar atrás alguno. Y en esta pequeña aldea, que, según las leyendas, nació a raíz del abandono de otro pueblo, llamado El Maúl, y que se hallaba situado montaña arriba. Y situada también donde confluyen los ríos Marvillíu (Malvellido), Jurdi (Hurdano) y El Arrocerezal, se fraguaron los Entruéjuh (carnavales) que no eran sino el legado dejado por generaciones anteriores.

“Corrobra” conformada por Alonso Martín Martín, “El Ganaeru de la Cabra” (El Cerezal); Daniel Duarte Martín, “El Obihpu Jurdanu” (Aceitunilla) y Anastasio (“Tasito”) Marcos Domínguez, “Carantoña de la Cuerna” (Las Mestas).  En segunda fila, Ismael Roncero, “Pericu el de Lah Júrdih Málah” (El Robledo de Casares); Jesús Martín Vicente, “Carantoña de lah Cahtañuélah” (Casares de Las Hurdes) y Luis Guerrero Alonso, tamborilero (Casares de Las Hurdes).  Foto perteneciente a la representación del “Carnaval Jurdanu” en Navalmoral de la Mata.  (Foto: F.B.G.).

No se puede echar en el olvido que todavía seguían perviviendo algunos rejuíjuh en diferentes aldeas y cabezas de concejo, pero ya en plena decadencia a causa del fenómeno inmigratorio, que iba vaciando los núcleos de población, sobre todo de gente joven, que siempre fue al alma máter de estos festejos.

“Rejuiju” del “Toru Bardinu”, propio del “Carnaval Jurdanu”, en Plasencia. (Foto: F.B.G.)

En la explanada del Hogar-Escolar de Nuñomoral, donde el autor de estas líneas ejercía sus tareas educativas, se concentraban varios vehículos el Domingo de Carnaval, que traían a paisanos de diferentes puntos del territorio jurdano; entre ellos, la mayoría de tamborileros de la zona. El Hogar-Escolar les invitaba a unos tragos de aguardiente y unos dulces, el personal procedía a entruejalsi, enzamarralsi y encarantoñalsi (vestirse con indumentarias propias del Carnaval Jurdanu) y se recorrían, en alegre pasacalles, los diferentes barrios de la localidad de Nuñomoral.

Agustín Vázquez Vázquez, tamborilero (Pinofranqueado), y Eliseo Martín Iglesias, “Carantoña de la Cencerra”.  (Foto: F.B.G.)

Más tarde, se visitaban otras aldeas y cabezas de concejo, recalando en instituciones claves (El Cottolengo, residencias de ancianos u otros centros asistenciales), a fin de llevar la alegría carnavalesca a los más vulnerables. En estos sitios, nos solían asistir bien, con comida y bebida, participando de la euforia por haberse rescatado y puesto en marcha los antiquísimos carnavales de la comarca. Cierto es que hubo algún sector minoritario, terriblemente acomplejado por las negras y falsas historias de la leyenda negra sobre estas tierras, que, incapaces y frustrados por no saber asumir y entender la riqueza etnográfica, folklórica y antropológica de los antiguos festejos, se opusieron a la salvaguarda y puesta en escena de los mismos. Era la gente abducida por un seudocarnaval urbano, el llamado Carnaval de Plástico, carente de raíces e identidades jurdanas, una mala y burda copia del carnaval burgués de la gran ciudad. En estos años de finales de la década de los 89, se conformaría la ‘Corrobra Ehtámpah Jurdánah’. Pero ello es asunto de un capítulo aparte, que verá la luz en pocos días.

El taller de las máscaras, en la aldea de El Cerezal. ” Tíu Mingu” el tamborilero, con otros paisanos, ataviándose para salir de pasacalles carnavalesco. (Foto: F.B.G.)

NOTA: A fecha de hoy, día 30 de enero de 2022, no sabemos nada sobre la edición del CARNAVAL JURDANU del presente año. Correlativamente, le tocaría celebrarse en el concejo de Nuñomoral y, concretamente, en la aldea o alquería de El Gasco. Estamos observando que los carnavales se celebrarán este año, al estar bajando ostensiblemente el índice de contagios coronavíricos, en numerosas poblaciones de la región extremeña y, por extensión, de toda España. Es inaudito que una fiesta como el Carnaval Jurdanu, declarada de Interés Turístico en el año 2018, no se llevara a cabo. De hecho, diversos canales de radio y televisión, así como numerosos ciudadanos que desean reservar estancia en casas rurales u hostales y hoteles de la zona, están intentando saber con seguridad si se celebrará este acontecimiento que atrae a cientos de personas y deja bastantes dividendos en la comarca. De hecho, la ‘Corrobra Ehtámpah Jurdánah”, como organizadora y motor de tales festejos, no sabe nada oficialmente y sus ganas de asumir la organización son muy pocas, pues una fiesta de tal envergadura se tenía que haber empezado a organizar a principios de enero y no a última hora. Pero quienes ya han lanzado los carteles al aire han sido los de El Carnaval de Plástico, coincidiendo justamente con la fecha en que tendría que celebrarse El Carnaval Jurdanu. Y ello pese al acuerdo llegado en su día entre alcaldes y Ehtámpah Jurdánah de no celebrar festejo paralelo alguno el Sábadu Gordu del Entrueju, para posibilitar que todos los comarcanos pudiesen asistir al único, verdadero, ancestral, solidario, fraternal y mítico Carnaval Jurdanu.

Tanto eco y tanto aparecer en los medios la figura legendaria del “Carnaval Jurdanu”, el llamado “Machu Lanú”, bajo cuyos enormes cuernos se halla el compañero Lorenzo Panadero Crespo, “El Loru”, de la alquería de Aceitunilla, lamentablemente fallecida como otros varios que aparecen las restantes fotos, que alguien la tomó de alguna revista o vídeo y la subió a las redes, haciendo pasar al carnavalesco “Machu Lanú” por el energúmeno cornudo que asaltó el Capitolio estadounidense.  Ni que decir tiene que nuestro “Machu Lanú” nada tiene que ver con ese individuo ultraderechista, reaccionario y trumpista.

Imagen superior: Una “corrobra” del “Carnaval Jurdanu” se dirige a la explanada del Hogar-Escolar de Nuñomoral, a fin de “mojá la palabra” con el aguardienti.  En cabeza, el tamborilero de la alquería jurdana de La Fragosa, Jesús Crespo Crespo; a su lado, Serafín Rodríguez Iglesias, tamborilero, (La Segur).  Detrás, Gregorio Martín Domínguez, tamborilero (Nuñomoral); Benigno Azabal Martín, “La Mona” (El Cerezal); Domingo Rubio Crespo, tamborilero (El Cerezal); Amador Domínguez Domínguez, “El Amu de la Mona” (Martilandrán); Eliseo Martín Iglesias, “Carantoña de la Zambomba” (Aceitunilla); Salvador Martín Martín, “Carantoña Cahtañuelera” (El Cerezal); Gonzalo Martín Encinas, “El Morcilleru” (encargado de transportar a “Don Pericu” o “El Morcillu”, Aceitunilla) y Germán Martín Mateo, “Carantoña Jabalinera” (El Cerezal).  Detrás vienen otros, pero no se ven.  (Foto: F.B.G.)

Texto de Félix Barroso para su columna A Cuerpo Gentil, las opiniones e imágenes publicadas en esta columna son responsabilidad de su autor.

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