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Las Noragüenah Jurdánah: Tiempo de la Navidad en Las Hurdes

Allá por los años 90 del pasado siglo, recogimos una coplilla a la vecina de Aceitunilla Avelina Encinas Japón, la Tía Velina. La había oído cantar a otros vecinos en los días de la Nochebuena.  Su estructura romancística queda patente: ¿Ándi vais pol los trochilis? // ¿Ándi vais el rey Anduela? // -Voy a pidil el guinardu // y a dárvuh la noragüena. // De rey que va pol trochílis // nunca asperéis cosa güena. // Vos den mala puñalá // entre el mediu las paletas.  // ¡Ayjijijí…  // ¡Venga, venga el aguardienti; // venga, venga la pulienta! // ¡Que matin al rey Anduela // y viva la Nochigüena! // ¡Ayjijiji…!

Gabriel Crespo Crespo, buen amigo y excelente informante. En la foto, ejecutando con otros antiguos reyes de los “Entruéjuh (Carnaval) Jurdánuh”, la “Danza de loh Garrótih”, en la edición del CARNAVAL JURDANU celebrado en la alquería de El Cabezo, cuando Gabriel fue elegido “Rey del Carnaval”. (Foto: F.B.G.)

Los trochilis, en el habla de la comarca jurdana, vienen a ser los malos caminos por los que andan algunos.  Tal vez a esta palabra le sentarían muy bien aquellos versos de nuestro inolvidable Antonio Machado: mala gente que camina // y va apestando la tierra.  El guinardu tiene mucho que ver con la voz castellana aguinaldo.  Generalmente hace alusión a un chorizo pequeñito, de la matanza casera, que, en algunos pueblos de la comarca, solían entregar a los muchachos sus abuelos.  Pero a tenor de lo investigado, el rito de la entrega del guinardu debió ser una costumbre navideña propia de la mocedad y, como todo rito que se diluye al cabo del tiempo, termina por degenerar en una fiesta de zagales.  Otras dos palabras del romance que necesitan su correspondiente explicación para los que desconocen el vocabulario dialectal de estas tierras, son pulienta (otros dicen polienta), que hace referencia al vino casero y de año.  La otra es paletas, que, en este caso, tiene el significado de costillas.  Entre el medio de ambas costillas, como es sabido, se encuentra el corazón.

Desconocemos quién sería ese mítico rey Anduela.  Pero otras pistas nos vienen por parte del vecino y que fuera gran amigo nuestro, Gabriel Crespo Crespo, de la alquería jurdana de Riomalo de Arriba.  Nos hablaba Gabriel, en una especie de cuentecillo o etnotexto, que oyó decir a gente d,atrás que el día de Nochebuena, a la hora en que la gente iba de casa en casa, por la noche, después de cenar y con mucho son de tamboril, gaita y castañuelas, a dal las Noragüenas, era cuando recorría el pueblo el rey Andola y, como el pueblo lo había arrojado del trono por ser un canalla (sería muy largo de contar todo el relato legendario), pues, para subsistir, ejercía el oficio de pidiol (mendigo de oficio).  Gabriel recordaba que, siendo muy pequeño, salía por las calles un personaje con el rostro tiznado, vestido con harapos, una cachiporra enorme y con una corona de mala muerte, confeccionada con corcha o con corteza de otros árboles.  Llevaba una horca de palo y una talega.  Los chavales, en cuanto lo veían, echaban a correr, gritando: ¡Que vieni el rey Andola y voh cuerta la pirindola (el pene)!

Gregorio Martín Domínguez, otro entrañable amigo y tamborilero que fue del pueblo de Nuñomoral, le da las “Noragüénah” navideñas a Tíu Aguhtin Rodrigues Almeida, “El Portugués, en la alquería jurdana de La Sigú (La Segur). (Foto. F.B.G.).

A través de estos arcaicos pasajes, parece que nos encontramos ante una satirización de la monarquía y lo que esta representaba de opresión y tiránico vasallaje.  Lo que es muy lógico dentro de una comunidad pastoril que, alejada de mundanales ruidos, se organizó secularmente mediante el sistema de concejo abierto.  El vecino de la alquería de Cambrón, Urbano Martín Barbero, aparte de referirnos más hazañas del mítico rey Andola o Anduela, nos reafirmaba su información, tarareando por lo bajini (aún perduraba el miedo a la terrible dictadura franquista, pese a encontrarnos en el año 1988) aquella copla bastante conocida por otras muchas comarcas españolas: Si el rey quiere corona, // la baraja tiene cuatro: // rey de oro, rey de copa, // rey de espada y rey de basto.  Resulta curioso, sumamente llamativo, que los jurdanos canten parte de su repertorio en castellano, aunque introduzcan alguna palabra o giro lingüístico de carácter dialectal, y otra parte lo canten en el habla propio de la tierra.  Puede que la parte que entonan en castellano, aunque tenga varios siglos a sus espaldas, sea consecuencia de haberla escuchado a trovadores o copleros de Castilla.  Y la parte que cantan en el antiguo habla astur-leonés, es muy posible que surgiera en la propia comarca, conformada por rapsodas locales.

Avelina Encinas Japón, la primera por la izquierda, acompañada de otros jurdanos, en un “rejuiju” (manifestación festiva). Ella fue quien nos cantó el romancillo del rey “Anduela”. (Foto: F.B.G.).

La Dentona y La Ujerosa

Anastasio Martín, de la alquería de La Huerta, en el concejo de Caminomorisco, nos muestra una cachiporra semejante a la que se gastaba el rey “Andola” o “Anduela”, del que nos hablaba su paisano Tíu Urbano Martín Barbero. (Foto: F.B.G.)

Hay que entender que los antiguos jurdanos desplegaban cierta complejidad a la hora de estructurar las palabras Nochigüenas y Noragüenas, aplicándolas las dos a todo el ciclo navideño, desde Nochebuena a Reyes, pero no es cuestión, aquí y ahora, profundizar en relatos antropológicos. Hay otros personajes míticos, que ya solo quedan, por desgracia, en la memoria de gente entrada en años y que acabarán por olvidarse si no se pone pies en pared a esta sangría del legado de los antepasados.  O lo que es peor, debido a la prostitución y bastardeo de los mitos del ciclo invernal, muchos de ellos sometidos a un gran sincretismo, como estamos observando, cada año más, con la invasión de tanto Papá Noel o tanto árbol navideño.  Despreciamos lo nuestro para apañar una mala copia de lo ajeno.  Entre estos míticos personajes, tan mentados en los seranus (animadas conversaciones, después de la cena, en torno al fuego) merece citar a La Dentona.

Este personaje solo bajaba al pueblo el día de Nochevieja. La describen como una mujer medio bruja y medio vieja, medio huraña y medio loca, medio espanto y medio histriónica.  Se envuelve en sobadas pieles de macho cabrío o de venado y lleva en una mano una garrota de encina y, en la otra, un fardel en los que deposita los regojos de pan, las castañas pílah (blancas) y otras limosnas que le entrega la gente. Solo tiene doce enormes dientes en su boca, que, al parecer, son los doce meses del año.  A lo largo del día, se le van cayendo.  Cuando se queja de que ya no puedi royel lah cahtáñah, es que solo le queda un diente.  La gente le pide que abra la boca y ella, riéndose sarcástica y temerosamente, enseña la oscuridad de su gruta bucal, donde, efectivamente, solo aparece una lengua larga y roja (por eso también la llaman algunos La Lengüeretúa) y las enjívah (encías), mondas y lirondas.  Tan solo un colmillo descomunal y amarillo aparece aferrado a la mandíbula.  La noche se echa encima y, al saber la Dentona que solo le queda un diente, escapa precipitadamente a su guarida, situada en lo más penumbroso de las montañas y allí se echa a dormir, aletargándose hasta la próxima Nochevieja.  Mientras duerme, le vuelven a nacer los once dientes que le faltan.  Refieren que si, en esa noche perdiera el diente que le queda, entonces vendrá sobre la tierra el fin del mundo.

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Varios de los personajes legendarios del ciclo invernal, en la comarca de Las Hurdes, solían tener su guarida en covachas escondidas en lo más fragoso de las montañas, entre imponentes cascadas acuosas y vegetación impenetrable. En la imagen, “El Chorru de Arrocambrón”. (Foto: David Martín Gómez; sentado frente al chorro, nuestro compañero de fatigas, Vicente Martín Martín).

Otros seres legendarios que, antes que llegara la caja tonta con su infinidad de canales televisivos o la luz eléctrica, aún seguían muy vigentes en la tradición de las cordilleras jurdanas cuando el tiempo de Lah Nochigüénah o Lah Noragüénah se echaban encima, eran La Ujerosa, que tenía doce grandes y rojizos ojos y causaba espanto el verla.  O La Canduela, que surgía en las noches de espesa niebla y que, con la fosforecencia que la envolvía, iluminaba a todo un cortejo de muertos que venían tras ella.  Pero dejemos descansar a estas mitologías en sus mundos fantasmagóricos, que las antiguas creencias, siempre cargadas de realismos mágicos, las convertían en seres que formaban parte de su cosmovisión del orbe.  Todo un orgullo para una comarca, que puede jactarse de su inmensa y enjundiosa riqueza antropológica.  No obstante, no basta con enorgullecerse, sino que, en una tierra con vocación turística, hay que poner en valor ese legado, recreándolo y escenificándolo en su momento preciso.  Esta tarea les corresponde a los jurdanos y, de modo fundamental, a las concejalías de Cultura, Turismo y Festejo de los Ayuntamientos de la zona, que deben movilizar voluntades y disponer de recursos para llegar a buen puerto.  Si no es así, no esperen que ningún rey venga a solucionarles la papeleta.  Los reyes bastante tienen con sujetar en la cabeza su corona de oro, mientras media humanidad se muere de hambre.

NOTA:  Desde estas líneas, que son un buen trampolín al ser publicadas en una excelente revista como PLANVE, Voh deseámuh que dihfrutéih de luh rejuíjuh de luh díah veniéruh y que voh asientin con buen regüetru LAH PÁHCUAH, sin que voh atollin luh camínuh y lah ehtuérdigah la Dentona o la Ujerosa, que de siempri acohtumbrorin a abajal de lah ártah cúmbrih en éhtuh díah y trafullan a cualihquiá el remú del Añu Nuevu!

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Foto superior: Foto-documento de grupos de jurdanos bailando la antiquísima danza de “El Pericón”, que solía ejecutarse en festividades del ciclo invernal.  (Foto: Ana Sée, 1926).

Texto de Félix Barroso para su columna A Cuerpo Gentil, las opiniones e imágenes publicadas en esta columna son responsabilidad de su autor

Publicado el 24 de Diciembre de 2021

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