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Volcanes que no lo son en el norte cacereño (II)

Decíamos en el capítulo anterior que Romualdo Martín Santibáñez, notario que fue de la villa jurdana de El Casar de Palomero, posiblemente era el que, primeramente, habló sobre el supuesto volcán de Las Hurdes, en 1876.  Sentado queda que Romualdo que el señor Martín Santibáñez no estuvo nunca en lo alto del espigón montuoso de Picu Cahtillu, donde se ubica el cráter vulcanológico, ya que hace mención a unos escoriales que se presentan cerca de La Fragosa, pues dan claros indicios de algún pequeño volcán que vomitó por algún tiempo no poca lava (…).  Y lo cierto es que no es cerca de la alquería de La Fragosa donde se indica que están el volcán, sino de la de El Gasco.

Antonio Ponz Piquer, el historiador “ilustrado”, pintor y viajero, que escribió los 18 volúmenes de “Viaje de España” (S. XVIII), en cuya Carta VIII se da cuenta de la comarca de Las Hurdes y se habla por primera vez del supuesto “Volcán de El Gasco”. (Foto: Flickr)

Tampoco fue Romualdo el primero que habló de tal tema.  En los años 70 del siglo XVIII, el castellonense Antonio Ponz Piquez, historiador ilustrado, pintor, viajero y perteneciente a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, publicó su Viaje de España o Cartas en las que se da noticia de las cosas más apreciables y dignas de saberse que hay en ella.  En la Carta VIII, donde se describe el recorrido por la comarca de Las Hurdes, se lee: También aseguran que en las eminencias de esta sierra se ve un castillo arruinado, que, según conjeturas, sirvió para defender los Cristianos la subida de ella por el lado de Ciudad Rodrigo.  Las piedras de dicho castillo son fofas y como escoria de hierro, pero tan ligeras que, la que al parecer debería ser de una libra, apenas pesa tres onzas: así es una que vi en casa del cura de Vegas de Coria.  Es tradición entre los jurdanos, que dicho castillo lo quemaron los moros con alquitrán.  Acaso diferentes bocas que hay en aquellas altas cumbres, como pudieron ser minas, ó canteras, fueron volcanes en otro tiempo, de cuyas piedras esponjosas pudo fabricarse el castillo.

Prospecciones dirigidas por el arqueólogo extremeño Luis Berrocal Rangel en el “Picu Volcán” o “Picu Cahtillu”, en mayo de 2018. (Foto: Luis Berrocal Rangel)
El fabuloso “Chorru de la Miacera”, inmediato al legendario “volcán”. Marzo de 2018. (Foto: Richard Mateo)

Sabido es que Antonio Ponz no puso el pie en su vida en la comarca jurdana.  La información que recibió de esta zona fue la proporcionada por Alfonso José de Roa, penitenciario (presbítero secular o regular) de la ciudad de Plasencia.  Y mucho nos tememos que tampoco las pisara el placentino, que, seguramente, escribió su informe de oídas, conformándose con ver unas piedras de dicho castillo en casa del cura de Vegas de Coria.  En nuestros trabajos de investigación de campo, a lo largo de un montón de años, en Las Hurdes, en los que colaboraron con gran disposición y diligencia mis alumnos del Hogar-Escolar de Nuñomoral, así como numerosos vecinos de aquellos pueblos, de los que me honra su amistad, nos pateamos de manera milimetrada aquellas abruptas cordilleras y cientos de horas de conversación con los paisanos permanecen, como grabaciones fonográficas, en nuestros archivos.  Ya comentamos, en la primera parte, que, circunscribiéndonos al concreto Picu Cahtillu, cuyo topónimo es sumamente significativo, no encontramos absolutamente nada que hiciera referencia a la antropización de tal sitio en pasados tiempos.   Ni derrumbaderos que indicasen algún tipo de baluarte ni un diminuto fragmento de cerámica.

Pizarras de diente de perro asoman en las cresterías donde dicen que se halla el cráter de un supuesto “volcán” ; al fondo, se aprecia tímidamente el majestuoso “Chorru de la Miacera”. (Foto: Luis Berrocal Rangel)

Nuestro buen amigo Luis Berrocal Rangel, director del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), del que también comentamos sus investigaciones en la mentada zona del volcán en mayo de 2018, tampoco encontró huella alguna que pudiera justificar el topónimo.  Las palabras de la Memoria Prospección arqueológica y arqueometría del yacimiento de El Volcán del Gasco, Nuñomoral, Cáceres, son bastante definitorias: Por tanto, y, en conclusión, no podemos confirmar la existencia de un yacimiento arqueológico en el Pico del Castillo o Volcán del Gasco.  Pero, no obstante, advierte: De todas formas, las limitaciones del estudio que hemos realizado no descartan que, con unas prospecciones mejor financiadas o con sondeos adecuados, pueda documentarse la presencia de algún tipo de castro o fortaleza medieval que justifique su topónimo.  Este doctor en Prehistoria y Arqueología, reprocha, en su Memoria, a la Administración extremeña: Es muy triste recordar que este investigador, pese a su origen, nacimiento y formación extremeña, no pueda concursar a ningún tipo de subvención autonómica, como los PRI, por no pertenecer a un centro emplazado en el territorio extremeño.  La respuesta a la solicitud de financiación para cuestiones más costosas y detalladas sobre yacimientos concretos por parte de los evaluadores de la ‘Agencia Estatal de Evaluación de la Calidad Investigadora (ANECA), es que tales partidas están transferidas a las comunidades autónomas.   Desde estas líneas, agradezco públicamente las consideraciones hacia mi persona vertidas en dicha Memoria, donde se reconoce mi labor investigadora sobre Las Hurdes y su patrimonio.

Paraje de “Altu Cahtillu”, en la sierra que separa el antiguo concejo jurdanu de Oveja de la localidad de Mohedas de Granadilla, donde volvemos a encontrar otro de los castillos fantasmales, semejante al de “La Zambrana” y al de El Gasco. Nevada en febrero de 2011. (Foto: Javi Martín)

En el aire

Telecarne Bernal PlasenciaEl tema del supuesto volcán de Picu Cahtillu (topónimo tampoco dilucidado), en las cercanías de la alquería de El Gasco, no está cerrado.  Quedan demasiadas interrogantes en el aire.   No será la primera vez que nos encontramos con algún que otro paraje denominado Castillo, Castillejo, Castellar, Castillero…, casi siempre en cerros muy empinados y cuyas cumbres se erizaban de afloramientos pizarrosos de dientes de perro, o se alzaban imponentes batolitos plutónicos.  Desde lejos y ante el pensamiento lleno de realismos mágicos de nuestros antepasados, debieron considerar a tales espacios como encastillados y de aquí esos topónimos, porque los rastreos buscando algún fósil-director no dieron frutos.  Dentro de la misma comarca de Las Hurdes, nos encontramos también con el sitio de El Cahtillu de la Zambrana o Cembrana, dentro de otro de los fascinantes valles del territorio jurdano: el de El Ehparabán.   A los pies de las escabrosas y selváticas cumbres de La Zambrana, se alza la alquería o aldea de El Castillo y aquella otra de Las Erías, de enigmático nombre, pese a las elucubraciones de algunos.  Aquí no se habla de volcán, pero todo un halo legendario, perdido en la noche de los tiempos, anega tan alucinantes lugares.  Lo mismo ocurre en El Altu el Cahtillu, en la sierra que separa el antiguo concejo jurdano de Oveja, al que pertenecieron las aldeas de Las Corzas (hoy, despoblado); La Peja o La Peza (así aparece en los legajos antiguos), y que, con el tiempo, se transformó en el floreciente municipio de La Pesga (topónimo que responde a un cultismo propio de algún escribano no muy lejano en el tiempo); así como las Casas de Palumbaria o de la Palomera, antes de erigirse en villa y pasar a manos de las Comendadoras de Sancti-Spíritus; hoy es la villa jurdana de El Casar de Palomero.  Tanto en La Zambrana como en el Altu el Cahtillu, no hemos encontrado restos de baluarte alguno, pero sí claras huellas de la Prehistoria (petroglifos y vestigios megalíticos).

El LIC (Lugar de Interés Científico), ya obsoleto, en la carretera de El Gasco. Huelga ya lo de lugar científico, que se consideró así cuando ciertos investigadores hablaron del impacto de un meteorito; hipótesis ya desechada. (Foto: Antonio J. Armero)
La “Paré del Moru”, en el paraje de “La Zambrana”, en cuyas cumbres se habla de otro castillo, como en El Gasco. Paisajes cargados de ensueño y fascinación. En la foto, sacada por David Martín Gómez, se observa al correcaminos y buen amigo Vicente Martín Martín, responsable de la Oficina de Turismo de Caminomorisco y que no para de poner en valor los más intrincados rincones de la comarca

Descartados los fenómenos vulcanológicos, la caída de un rayo, el impacto de un meteorito, la calcinación de supuestos baluartes de un posible castro…, surge la pregunta: ¿Cuál es el origen de esas pizarras rubefactadas y vitrificadas?  Resulta curioso que varios comarcanos, que ejercieron el oficio de carboneros durante muchos años (carbón de cepa de brezo), nos contaran que, en determinados sitios, donde el suelo mostraba una capa pizarrosa especial, sobre el que se habían prendido fuego a muchas carboneras, tales pizarras quedaban quemadas y fofas.  Algunas flotaban sobre el agua. Oímos a ciertos carboneros llamarlas piedras o pizarras breáh.  Curiosamente, la voz indoeuropea bhreu tiene el significado de hervir o quemar.  Con ello no queremos afirmar que el material lítico rubefactado de la cumbre del Picu Volcán o Picu Cahtillu sea producto de los siglos y siglos de haber mantenido carboneras en tal paraje.  Puede que estemos mareando la perdiz y las causas sean, llana y sencillamente, naturales.  Pero para ello, como decía el buen amigo, extremeño y arqueólogo Luis Berrocal Rangel, es preciso que la Junta de Extremadura tome cartas en el asunto y se financien las prospecciones y sondeos adecuados.  Y, de paso, elimine ese LIC (Lugar de Interés Científico), que figura anclado en la carretera de El Gasco, pues ya ha llovido desde que se descartó lo del impacto del meteorito.

Texto de Félix Barroso para su columna A Cuerpo Gentil, las opiniones e imágenes publicadas en esta columna son responsabilidad de su autor

Foto superior: Senderistas ascendiendo montaña arriba; abajo, la alquería o aldea de El Gasco. (Foto: Wikiloc)

Publicado el 2 de noviembre de 2021

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