
Ediciones La Rosa Blanca, de Jaraíz de la Vera, es, más que una editorial, un verdadero proyecto artístico, pues cada una de sus publicaciones constituye, por el continente y por el contenido, una auténtica obra de arte. Su responsable, su creador –me atrevería a decir con todas las de la ley– es el pintor Salvador Retana, al que debemos títulos extraordinarios como Bestiario, Empalaos, Caracteres, Efecto M, El matadero, De Santa Teresa o Cementerio Alemán Yuste, que pueden considerarse, a todos los efectos, verdaderos libros de artista, pues en todos ellos se encuentra su huella pulcra, meticulosa, delicada, desde la propia configuración del libro –sus dimensiones, su encuadernación, su tipografía o la textura y el gramaje del papel– hasta el contenido, que recoge, junto a textos de autores de la categoría de Alberto Manguel, Esteban Echeverría, Álvaro Valverde, Gonzalo Hidalgo Bayal o Miguel Ángel Lama y colaboraciones de artistas como Antonio Oteiza o dibujos, grabados o fotografías del propio Retana que redondean el objeto convirtiéndolo en una especie de obra de arte total.
Su último proyecto es la colección “Náufragos”, una propuesta novedosa ya desde el formato, pues, dejando a un lado por un momento el formato libro, que tan excelentemente ha trabajado hasta ahora, Retana nos propone ahora una colección de textos literarios encerrados en botellas, como mensajes arrojados al mar por el superviviente de un naufragio desde una isla desierta, una idea que concibió tiempo antes de la pandemia y a la que el COVID y el confinamiento, y todo lo que hemos venido viviendo o padeciendo estos dos años, parecen haber venido a cargar aún de más sentido.
Todo en “Náufragos” está cuidado hasta el último detalle, las cajas, en las que encajan a la perfección las tres botellas de cada entrega; la pequeña tarjeta que presenta cada número y que repite, formando un círculo que recuerda a un catalejo, el elegante patrón de olas del envase; las etiquetas de las botellas, dibujadas por Salvador con una sutileza cercana al arte oriental de la escritura; y el papel de arroz en que están impresos los textos, meticulosamente maquetados y enrollados con sumo cuidado en torno a un limpio cilindro de madera que los convierte, casi, en rollos sagrados. Una idea esta, la de lo sagrado, que refuerza el hecho de que las botellas vengan precintadas, pues transmite la sensación de que lo que contienen es algo exquisito, único y fungible, que debes degustar en el momento adecuado, como esas botellas de vino bueno, crianzas y grandes reservas, que todos guardamos para las grandes ocasiones.
Dos son las entregas que Ediciones La Rosa Blanca ha editado hasta ahora de la colección “Náufragos”. La primera recoge, casi como un texto inaugural, un poema de Álvaro Valverde titulado “Mensaje”; “Naufragios”, un poema –cosa ya, de por sí, rara y valiosa– en el que Gonzalo Hidalgo Bayal que parece recorrer la literatura para desembocar en uno de los presupuestos de su propia literatura; y “El emboscado” un pequeño ciclo de haikus de este que escribe (que agradece sobremanera la generosidad del responsable de la editorial: Salvador, no soy digno de entrar en tus botellas) escritos por una voz poética para la que la naturaleza es, al mismo tiempo, salvación y cárcel. En cuanto a la segunda, contiene el poema de Jordi Doce “Mi cuerpo es esta plaza”; “Mi cara”, un texto en el que el polígrafo Alberto Manguel explora todos los que somos, todos nuestros rostros; y “Nocturnos”, una suerte de microensayo en el que el catedrático de Filosofía Francisco Jarauta, en un puñado de mínimos fragmentos, transita desde los márgenes de la pintura hasta el nebuloso intervalo entre la realidad y la palabra donde habita el poema.
Y como sucede a menudo cuando las cosas se hacen bien, el azar también parece haber venido a confabularse para dar, además, una insospechada unidad a las entregas del “Náufrago”, pues Salvador Retana, con su humilde generosidad, no hizo otra cosa en su momento que contarnos su proyecto y pedirnos colaboración sin ningún tipo de imposición, ni siquiera de sugerencia previa, y sin embargo es curioso cómo los mensajes de ambas entradas parecen girar en torno a una serie de ideas premeditadas. En la primera, los textos parecen dialogar entre ellos sobre las ideas de naufragio y de mensaje, de legar para un lector incierto los rasgos esenciales de una peripecia, mientras que los de la segunda parecen gravitar todos, de un modo u otro, en torno a la idea de cuerpo, ese lugar frágil y fungible en el que habitamos.
En definitiva, un proyecto editorial y artístico verdaderamente redondo.
En resumen, una auténtica delicatesen.
Náufragos
Ediciones La Rosa Blanca
Texto de Juan Ramón Santos para su columna Con VE de Libro
Publicado el 1 de octubre de 2021
3 comentarios
ESTUPENDO Juanra por la información, no conocía esto. Gracias, verdadera delicia que tengamos tanta gente alrededor, ocupándose de forma tan elegante, de mostrar con sumo cuidado nuestra cultura.
Por favor, ¿podría facilitarme un contacto para adquirir “Náufragos”? Me ha parecido muy interesante y me está siendo imposible ponerme en contacto con la editorial o alguna librería distribuidora. Muchas gracias.
Buenas, Laura.
Te puedes poner en contacto con la editorial a través de esta dirección de correo electrónico: edicioneslarosablanca@gmail.com.
Saludos