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Paseos con brillos de plata entre olivares de las Tierras de Granadilla

El envés de plata de las hojas del olivo regala hermosos destellos a nuestro paso por las Tierras de Granadilla. Caminar entre los millones de árboles sembrados en las lomas anchas de la comarca de Trasierra-Tierras de Granadilla ofrece hermosas vistas y mejores sensaciones. Son tierras de secano, recias y oscuras, cultivadas desde hace siglos. Solo en esta zona se producen anualmente unos 40 millones de kilos de aceitunas, especialmente de la reconocida aceituna manzanilla cacereña.

Hablamos de Turismo Rural con mayúscula, porque los tractores con su cargamento de olivas suelen encontrarse en las carreteras y ralentizar el tráfico. Eso permite disfrutar mucho más de ese mar de olivos que se pierde ante los ojos. En los alrededores de Ahigal, de Guijo de Granadilla, de Cerezo, Marchagaz o Palomero son miles de olivos alineados a nuestro paso. Los olivares se unen, sin reparar en comarcas, con las tierras de Sierra de Gata y Las Hurdes donde se producen algunos de los mejores aceites de España.

Carreteras con vistas en Tierras de Granadilla

La carretera de Mohedas de Granadilla a La Pesga es un claro ejemplo del hermoso paisaje que dibujan los olivos alineados en las diferentes parcelas, una interminable manta de retales verde oscuro sobre el marrón seco de la tierra. Al fondo contrasta el embalse de Gabriel y Galán, azul con destellos y mostrando en el centro la torre del castillo de Granadilla. En La Pesga, un parque con olivos milenarios recibe al visitante y recuerda la presencia inalterable de este cultivo.

La carretera de Mohedas a Casar de Palomero, ya en Las Hurdes; ofrece en el puerto del Gamo vistas hermosas que tienen como telón de fondo las estribaciones de Gredos. Una mancha de agua aparece quieta al fondo, es el embalse de Las Cumbres de Ahigal, lugar de recreo, también rodeado de olivos.

En el collado del Puerto del Gamo, en la Sierra de Santa Bárbara encontramos la Ermita de la Cruz Bendita, con su historia de cristianos y sefardíes, que se pierde y se adecúa al siglo XV.

Ermita de la Cruz Bendita

La cercanía de la antigua ciudad romana de Cáparra y del pueblo medieval de Granadilla, nos habla del paso del tiempo y de la andadura de los pueblos por estos lados. Desde casi cualquier sitio se divisa también el Pico Pitolero en lo más alto de la montaña, sobre Tornavacas, desde allí los amantes del parapente tienen una visión aún más grandiosa de estas laderas arropadas de olivares.

Rutas, senderos y caminos entre olivares

Muchos senderos atraviesan estos caminos bordeados de olivos. Es recomendable ir por ellos en épocas de menor calor, otoño y primavera son ideales. En verano, solo a primera o a última hora del día. Hay que tomar en cuenta que a partir de septiembre comienza la recogida de la aceituna, así que el trasiego de trabajadores es mayor en la zona.

En la Red de Senderos del Sistema Central hay varios que recorren tramos con vistas a los olivos. Uno es el GR10, en la etapa 10, que va de Guijo de Granadilla a Casar de Palomero y que pasa también por Ahigal, Cerezo y Mohedas. En el recorrido de 23 km se disfruta de bosques de encinas, alcornoques, arroyos y los olivares adornan el camino que puede extenderse durante casi seis horas. Otro es el SL CC 221, que lleva desde Cerezo hasta la Plaza Mayor de Casar de Palomero, en una ruta de unos 10 kilómetros por el recorrido tradicional que unía estas dos poblaciones. La presencia constante de la cumbre de Santa Bárbara nos recuerda la cercanía de Las Hurdes, pues es la sierra que separa estas dos comarcas.

Todas estas rutas y más aparecen detalladas en la Guía de Itinerarios Ecoturísticos editado por CEDER Cáparra, en la que también se recoge la Ruta 10 o Pico Blanco. Una ruta que lleva al que muchos dicen es el mejor mirador sobre el embalse de Gabriel y Galán, aunque desde varios lugares de la comarca se pueda admirar la serenidad de estas aguas.

Otra ruta, la número 4 o Pico Altamira, de unas dos horas de duración y dificultad media, tiene salida en Marchagaz y pasa por las ruinas del antiguo convento de San Marcos. Ofrece maravillosas vistas en el camino, con los olivares como protagonistas.

El manto de olivos que cubre las laderas combina con jaras y bosques, muros de piedra y arroyos. Es zona de trabajo, que tiene el encanto de la tradición. De la producción de olivas de Trasierra-Tierra de Granadilla un tercio se destina a la obtención de aceite, sin embargo, en su mayoría las olivas aquí recolectadas se preparan como aceitunas de mesa y se van a lugares remotos, llevándose el sabor de estos campos para estar presente en fiestas, bares y encuentros lejanos, porque la aceituna tiene siempre un aire de fiesta. Un aire verde oscuro y plata, como el de las hojas de los olivos cuando las mueve el viento del otoño prometido.

Publicado el 23 de septiembre de 2021

 

 

 

 

 

 

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