La vida te enseña que si la tuya se encuentra abierta a los demás puedes ayudar a que otros la habiten mejor, contribuyendo así a fundamentar su ilusión y esperanza; aunque algunos permanezcan anclados en la ignorancia de los más comunes y universales sentimientos. Es decir, abismados en un total aburrimiento existencial en la que su sonrisa también permanece desaparecida. La relación social enriquece el intelecto, y si además en ella subsiste el buen humor, tanto cuanto más mejor. Si en una amistad interviene la risa, ésta se completa y perfecciona.
El controvertido neurólogo y escritor Sigmund Freud afirmaba que la risa es el mejor antídoto contra la soberbia, la opresión y la intolerancia. Uno cree, que el hecho de reírse abiertamente -sin timidez alguna- tiene un efecto directo y benefactor en el cerebro humano porque desecha a la tristeza eliminando su energía negativa, produciendo satisfacción en la inteligencia al mismo tiempo que te lo pasas genial.
Sin saber nada de todo ese argumentario, uno en su adolescencia se descojonaba a carcajadas viendo las pelis del gran cómico que fue y es Joseph Frank Keaton (1895-1966), apodado Buster, por aquello de que esa palabra anglosajona significa algo así como cachiporrazo, que es lo que solía darse intentando hacer algo bueno y útil. Un genial actor que no daba importancia a sus posibles lesiones físicas con tal de llamar la atención de su platónico amor o de salvar a su país de una hecatombe de cualquier género. Con sus descacharrantes caídas y tropiezos convertía la desgracia en risa y el amor quimérico en algo real y abrazable.
Ahora podemos disfrutarlo de nuevo (acompañado con música en vivo) gracias a la Filmoteca de Extremadura que, en este caso nos lo trae a Plasencia con dos de sus películas cortas. Vamos a poder alejar la tristeza (el que la tenga) para poder producir satisfacción en el espíritu, requisito indispensable para conseguir la alegría. Y nos reiremos de nuevo con esos dos cortos que nos proyectarán en la placentina Sala Verdugo, un lugar para ver y regocijarse con un gran y querido artista de la comicidad que nos provocará risotadas. Un buen rato para vivir y soñar con otras vidas románticas, tropezonas y aventureras; aquellas que siempre nos provocarán la ansiada hilaridad, que es la que nos libera de la cotidiana congoja.
Publicado el 23 de mayo de 2021
Texto de Alfonso Trulls para su columna Impresiones de un foráneo. Las opiniones e imágenes publicadas en esta columna son responsabilidad de su autor.