El mural de arte urbano de El Capazo luce desde abril de 2021 en Torre de Don Miguel. Está en la calle Rincón, en un lateral del Ayuntamiento y lo ha hecho Miguel Granado Enebral, artista de Moraleja y buen conocedor de esta fiesta que ha vivido en más de una ocasión.
Se ha realizado tomando como base una fotografía de Jorge Armestar, todo un homenaje de la localidad a su fiesta más ancestral para la que se espera la declaración de Interés Turístico de Extremadura. De hecho es una de las diez fiestas seleccionadas para Alma y Memoria, el fotolibro de Armestar e Israel Espino que pone en valor fiestas con arraigo de la provincia de Cáceres.
Cinco metros de mural de El Capazo
El mural de arte urbano de El Capazo es una representación realista de las capacetas a punto de ser consumidas por el fuego en la Plaza Mayor de Torre de Don Miguel. Mide casi cinco metros de altura y el ancho ocupa 2,35 metros.
El reto de Granado Enebral ha sido precisamente reflejar el realismo de la imagen, con veladuras que lo acercan al tenebrismo y sabiendo captar el punto mágico de la medianoche, uno de los momentos más importantes de la fiesta porque es cuando las capacetas arden. Esas capacetas que se utilizaban en las almazaras para deshacer las aceitunas y que son todo un símbolo de la tradición aceitera del Parque Cultural de Sierra de Gata, único en Extremadura.
Un homenaje a un rito arcaico
El mural es un atractivo más de la localidad, que se distingue por una arquitectura popular plagada de bonitos rincones, pasadizos y túneles conocidos como balcones. En Torre de Don Miguel, además, no hay que perderse su popular barrio del Cancillo, su antigua judería.
El mural de Miguel Granado Enebral se suma a los que también ha hecho en Villanueva de la Sierra, de mujeres trabajando en el campo y al que rinde homenaje a la tradición del encaje de bolillo en Acebo.
Es un homenaje del Ayuntamiento de Torre de Don Miguel a El Capazo y a todas las personas que durante años han mantenido vivas sus raíces, su identidad y legado.
El simbolismo de El Capazo
El Capazo de Torre de Don Miguel se celebra el sábado siguiente a Semana Santa y coincide con las fiestas patronales en honor a la Santísima Virgen de Bienvenida. Un rito arcaico, vinculado a la cultura y protección del olivar y su aove.
Empieza con una ruta por las bodegas con vecinos y visitantes en busca de El Camuñas, un hombre con la cara tiznada, cencerros a la cintura y cubierto por un saco, que va recogiendo a los hombres capaceros que representan a los antiguos molineros. Les entrega las capacetas que se transportan en burro, animal usado antiguamente para el transporte de las aceitunas y que en esta celebración es puro simbolismo.
Las ‘pacas’, mujeres vestidas con saya y pañuelo a la cabeza son también protagonistas de El Capazo y con ellas se rinde homenaje a las mujeres del Rebollar (Salamanca), que antiguamente acudían a la localidad a recoger aceitunas. En la fiesta se acompañan del muñidor y son los primeros en salir a buscar al Camuñas. Se les suman después los capaceros.
Es una fiesta llena de simbolismo que tiene hasta su propio dulce, el sopetón de pan tostado impregnado de aceite de oliva virgen extra DOP Gata-Hurdes Vieiru caliente, zumo de naranja y azúcar.
Una fiesta sostenible
El Capazo de Torre de Don Miguel tiene tal arraigo que traspasa los siglos y engancha a las nuevas generaciones, empeñadas en no perder una celebración que es todo un revulsivo frente a la despoblación. Tanto, que en 2021 se ha mantenido más vivo que nunca ajustando su celebración a las restricciones por el coronavirus.
Todo un ejemplo de adaptación, igual que la eliminación de plásticos adoptada en 2019 que la convierte en una fiesta sostenible al prescindir de este material en los vasos que se utilizan en el recorrido por las bodegas. O la recuperación de las capacetas originales hechas exclusivamente con cuerda.
Es también una fiesta con espíritu medioambiental, que reforestará con un millar de robles el entorno de la localidad.
Publicado en abril de 2021
© Planveando Comunicaciones SL
1 comentarios
Enhorabuena y no dejéis que se pierda esa tradición. En el año 2.003 fui con mis padres y pudimos disfrutar de esas fiestas. Un saludo desde Euskadi.