Casi todos hemos tenido la ocasión de conocer a alguien que le gusta contar historias que le suceden, todas ellas carentes de interés, insustanciales. Unas por irrelevantes, otras porque sólo conciernen al narrador y todas por la necedad que se verbaliza. Sin embargo, hay personas que solo con abrir la boca son capaces de atraer la atención inmediata de quien le escucha y son imprescindibles, aunque infrecuentes, para aprender y solazarse en una conversación enriquecedora. Son personas que tienen cultura del conocimiento y lo saben transmitir con el verbo y la sencilla intención de compartir; son sociables, cultos y generosos, una cualidad escasa que constituye algo más que una virtud.
Un complemento muy extra a lo mencionado sería el de saber contar una obra de arte, un cuadro. Partiendo de la premisa de que el arte no sólo se disfruta y se aprecia a través de la vista, el observador sensible ante una obra percibe sensaciones, emociones que le conmueven; como la piel desnuda, suave como algodón de azúcar de las diosas que aparecen en “El juicio de París” de Rubens; o la suave textura de las sedas fluidas y lujosas relumbrando frente a Goya mientras pintaba a “La familia de Carlos IV”, por citar algún ejemplo.
Pues bien, hay una persona que es sobradamente capaz de manejar el verbo para describir el arte que no se ve. Es mujer y se llama Dolores Rivera. Su ámbito de trabajo es el Museo del Prado de Madrid y sus incondicionales son los invidentes, aunque ya se le suman otros muchos que pudiendo ver solo quieren escucharla. Ella pinta, dibuja con la voz cada detalle, habla directamente al cerebro del oyente al que transmite la emoción del cuadro, le hacer llegar nítidamente la escena, las expresiones de los personajes, la minuciosidad del trazo y los matices de color; en realidad, Dolores consigue dar luz donde solo hay oscuridad haciendo que el discapacitado visual perciba la belleza, el sentimiento y la vida que el artista reflejó en su obra. Sus seguidores son cada vez más numerosos porque aseguran que ella ve y cuenta lo que no ve ni cuenta la Wikipedia, ni en los libros de arte y mucho menos en las aburridas audioguías que “solo describen lo que se ve”. Sería un placer escucharla describiendo en Extremadura las pinturas de Luis de Morales “El Divino”, ese gran artista pacense que, admirado en el Prado, tiene buena muestra de su obra en Plasencia.
A lo largo de sus recorridos pictóricos, acompañada de sus entusiasmados seguidores, Dolores bordea lo meramente descriptivo para llegar hasta lo más profundo de lo sensorial. Al Infundir en su discurso la idea de que el arte no es solo algo puramente material, consigue que las mentes de su audiencia lleguen a experimentar la belleza, a percibir la obra, a emocionarse con ella sin verla.
Es una esperanza saber que existen personas como Dolores que manejan la palabra haciendo que el verbo llegue al directo al espíritu; es el verdadero arte de contar y describir para el alma y la mente de quien escucha.
Publicado el 26 de abril de 2021
Texto de Alfonso Trulls para su columna Impresiones de un foráneo. Las opiniones e imágenes publicadas en esta columna son responsabilidad de su autor.