Mirabel, en plena Reserva de la Biosfera de Monfragūe, es un pueblo de cuento donde puedes subir a un castillo y recorrer una ruta que acaba en un bosque encantado. Son de esos rincones de la provincia de Cáceres por descubrir o donde volver para respirar aire puro en una naturaleza en estado puro y sin aglomeraciones.
Pasajeros al tren
A media hora del Parque Nacional de Monfragūe o de Plasencia y no más de una hora de Cáceres, Mirabel es un destino ideal para ir con niños. Incluso puede ser una excursión en tren, en la línea que va a Madrid, en cuyo caso al atravesar el pueblo camino del castillo, se puede hacer una parada para comprar pan de pueblo y chacina de la que ha hecho célebre al pueblo en la zona. Es un aliciente más para subir al Castillo de Mirabel, perfectamente indicado y con una zona de aparcamiento y cenador techado por la carretera de Serradilla, la CC 29-4.
La leyenda de Mirabel, carne de monologuista
Desde aquí en diez minutos andando se alcanzan las ruinas del castillo de Mirabel, una de las fortalezas que tuvo Alfonso VIII después de la fundación de Plasencia. Como todo castillo que se precie, tiene una leyenda que además es carne de monologuista. La leyenda de los 13 panes de Frey Lópe Zúñiga cuenta cómo los templarios se libraron del asedio árabe y es que los soldados, desesperados, asaltaron la despensa y el comendador acabó arrojando al vacío los trece únicos panes que quedaban. Su arrebato hizo pensar a los almohades que les sobraba la comida y, desmoralizados, levantaron el campamento.
La ruta de la Umbría de Barbechoso de Mirabel que pasa por un alcornoque inmenso y un bosque de cuento
Desde el castillo de Mirabel se tienen unas vistas inmensas y la subida, aunque empinada, se hace cómodamente en zig zag. Pero contemplar el castillo desde distintos puntos de la dehesa boyal también es impresionante. De hecho a los pies del castillo comienza una ruta que acaba atravesando un bosque de cuento. Es la Umbría de Barbechoso.
Es una ruta circular de unos doce kilómetros con una duración aproximada de tres horas y media. El sendero está bien indicado y salvo un tramo de fuerte pendiente cuando se asciende hasta la cuerda de la sierra de Santa Catalina, es un delicioso paseo por la dehesa. Conviene desviarse mínimamente de la ruta para contemplar al Padre Santo, un alcornoque de casi mil años y 27 metros de copa. Como a 500 metros hay otro ejemplar interesante, el llamado Alcornoque Grueso.
De vuelta al sendero la vegetación se va volviendo más densa hasta coronar la cuerda de la sierra con vistas al relieve apalachense. Con el embalse de la ribera del Castaño a la vista, comienza el descenso por la umbría y es entonces cuando se abre paso un bosque de cuento. Es toda una bóveda vegetal por donde solo faltan los gnomos.
Publicado el 28 de enero de 2021
1 comentarios
Miy bonito pasemo por la carretera y no pudimos parar porque teniamos qiellegar a plasecia