Pedro de la Garganta de los Infiernos es Pedro Salgado Cuesta, un vecino de Jerte de 78 años que conoce como pocos esta Reserva Natural de Extremadura en el Valle del Jerte. La recorrió durante años como cabrero y lo sigue haciendo cada día. Más de una vez muchos de ellos.
Pedro se bandea entre el paisaje con una agilidad sorprendente, a pesar de tener las rodillas tocadas. “Me ha dicho el médico que camine menos y en llano”. Viéndole subir por veredas estrechas, avanzando entre helechos, cruzando charcos de piedra en piedra y todo sin parar de hablar, está claro que al doctor le hace poco caso. Más todavía cuando cuenta que se patea una media diaria de 20 kilómetros y que hay jornadas que casi dobla esa distancia.
“Me voy a morir pronto y lo que yo quiero es que la gente conozca todo esto”, dice con aplomo.
No tiene ninguna pinta de que eso vaya ocurrir en un futuro próximo. De manera que hasta que la salud se lo permita, seguirá acompañando a a los caminantes que se lo pidan o como el GPS andante que es, dándoles las instrucciones precisas para que lleguen a esos maravillosos rincones del paisaje jerteño. Altruistamente y por el puro placer de compartir lo que la gente de espíritu humilde considera que es bueno.
Secretos del Valle del Jerte
Pedro de la Garganta de los Infiernos conoce secretos de esta zona del Valle del Jerte, más allá de Los Pilones , el punto más popular en este paraje natural protegido. Dónde está el castaño más antiguo, dónde encontrar orégano, dónde se esconden de día los autillos, dónde está la ruta más fresca cuando aprieta el termómetro… Esa es su pasión. Esa es su vida en un entorno ideal para practicar senderismo en la provincia de Cáceres.
Un lujo de existencia que le arranca temprano de la cama y le devuelve a casa por la tarde noche. Tanto, que asegura que desayuna y cena pero nunca come. “Así es, aunque nadie se lo cree”.
¿Será ese su secreto? ¿O tal vez que no tiene teléfono móvil? Un dato este último muy a tener en cuenta cuando se trata de baremar el nivel de tranquilidad y la calidad de vida.
A Pedro le conoce todo quisqui. El puente de Jerte, punto de partida de muchas rutas, es uno de sus sitios favoritos. Allí pega la hebra con otros vecinos a la sombra de una higuera o charla con los visitantes. Y muchas veces echa a andar con ellos.
Publicado en agosto de 2020
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