
Atravesaba uno la afligida Plaza Mayor placentina camino de la desierta Rúa Zapatería, en una breve y aislada salida hacia el súper de la eficaz y afable familia de los hermanos Tomás y Esteban, cuando mis oídos me pusieron en alerta. Desde una de las ventanas o balcones abiertos me llegaban claramente los sones de una conocida canción que ya había cumplido un cuarto de siglo desde su creación y que actualmente suena en muchos hogares y emisoras de radio de este país.
La letra, para mí y para muchos de mi generación, era bastante reconocible: Cuando duerma con la soledad/cuando la noche no me deje en paz/cuando sienta miedo del silencio/cuando se rebelen los recuerdos y me pongan contra la pared/cuando me apuñale la nostalgia/cuando mi enemigo sea yo…
Al primer golpe de oído y si no se conoce la continuación, los versos de la canción pueden sonar pesimistas, de un realismo tan inevitable como chungo; pero si se aguanta el tirón, poco después viene el optimismo, la solución… y es cuando el que la escucha en esta enrevesada época se viene arriba: Resistiré erguido frente a todo/Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte/soy como el junco que se dobla pero siempre seguiré en pie/resistiré para seguir viviendo/soportaré los golpes y jamás rendiré/y aunque los sueños se me rompan en pedazos resistiré, resistiré, resistiré.
En 1987 el compositor Carlos Toro en colaboración con Manuel de la Calva, uno de los miembros del sempiterno Dúo Dinámico junto a Ramón Arcusa, compuso esta canción que tuvo su gran éxito. Ahora la gente, jóvenes, medianos y mayores la están adoptando como himno ante las duras consecuencias sociales de la invasión vírica. Y lo han hecho por la confianza que, a pesar de todo, les da el futuro de este país.
Y es que ya lo dijo el Nobel Camilo José Cela en su día: el que resiste gana. Me tomen buena nota.
Publicado el 19 de marzo de 2020
Texto de de Alfonso Trulls para su columna Impresiones de un Foráneo