
Tras la bulla y colorido de los pasados Carnavales 2020, que este año, gozando de un tiempo excelente, han brillado en los distintos pueblos de la Vera con un fulgor merecido, retornamos a la monotonía de la vida diaria.
Y apenas entrar en marzo con el tiempo torcido, la pandomia gripal a la esquina y el personal esquivo, uno se agarra al refranero tratando de encontrar ese madero al que aferrarnos en medio del temporal y mitigar el golpe con un recuerdo de la primavera que se asoma a la vuelta de la esquina con su aroma romántico.
Y hablando en paladino, entre el batiburrillo de la sabiduría popular rebusco y encuentro un refrán que nos puede venir bien: “En marzo los almendros en flor y los mozos en amor”. Aunque es verdad que los almendros en flor son una consecuencia del desarrollo de la naturaleza, como serán en breve los cerezos, lo del amor del mozo o la moza es “algo” que tenemos que ponerlo nosotros. Sin embargo, aunque no quiero caer en la consideración un tanto manida del tema, no queda otro remedio que tratarlo aunque no sea más que para salir del agobio con que nos ataca la prensa, no solo la circunstancial sino también la social y política… y poner una gotas de miel en el café amargo, vamos.
Así, de buenas a primeras nos preguntamos qué es el amor con la complejidad contradictoria y fascinante, ese sentimiento y deseo que nos hace sentirnos vivos; esa inspiración y emoción que el ser humano anhela sentir, aunque sea a veces a costa del sufrimiento. Decía Mahatma Gandhi “donde hay amor hay vida”. Sencilla definición que nos nutre cuando llegamos al mundo, nos ayuda a crecer y desarrolla nuestra personalidad. En suma que el amor es lo que hace rodar al universo, la palanca que mueve la vida, mediante la entrega, sin egoísmos, como comprobamos en la misma relación de las parejas.
Robert Stemberg, profesor de la Universidad de Yale, definió psicológicamente en su libro La teoría triangular del amor, las dinámicas que edifican una relación de pareja. Y en su esencia, busca y define el amor como intimidad, pasión y compromiso.
Bueno, creo que me he liado un tanto, pero, en estos días de comienzo de la primavera, merecen la pena estas consideraciones, en medio de una naturaleza plena de colorido, aroma y belleza, como la que respiramos en nuestra tierra y muy particularmente en La Vera.
En fin, tranquila y serena primavera en este riente marzo, el de los almendros en flor y los mozos en amor.
Texto de José V. Serradilla Muñoz para su columna Bitácora Verata
Publicado el 5 de marzo de 2020