En el año 1693, el bachiller y presbítero albercano Tomás González de Manuel da a la imprenta el libro Verdadera relación y manifiesto apologético de la antigüedad de Las Batuecas. El capítulo VIII lleva el epígrafe De la iglesia de Nuño Moral. Dice, entre otras cosas: En Nuño Moral, que es en la mitad de esta dehesa, hay una iglesia, fundada de tiempo inmemorial, donde se juntaban todos los de las alquerías de este valle a oír misa (…) Buscando libros de bautizados, hallé muchos antiguos, aunque mal parados, por defecto de los tenientes (sacerdote ayudante del párroco) ser poco curiosos, y un breviario sin principio ni fin, que tenía cosas bien singulares, y mostraba tener más de cuatrocientos años de antigüedad. Sabemos, a tenor de otros legajos que exhumamos en su día, que esta iglesia fue reformada, en el siglo XVI, a instancias de doña Mençía de Mendoça, marquesa del Cenete y muy influyente en la Casa de Alba. De aquí deducimos, que los orígenes de la actual iglesia parroquial de Nuñomoral se remontan a oscuros siglos, a ese tiempo inmemorial del que habla Tomás González de Manuel.
Nos refiere, así mismo, que Nuño Moral se encontraba en la mitad de la dehesa, que no es otra que la conocida, antiguamente, como Dehesa de Jurde o de Batuecas, que para el caso es lo mismo, lo que deja bien a las claras que Las Hurdes y Las Batuecas eran una única demarcación, un territorio común hasta que el politicastro liberal Javier de Burgos, con la nueva división de provincias en el siglo XIX, desgaja Las Batuecas de su matriz y se la entrega graciosamente al concejo salmantino de La Alberca. Lógicamente, la voz dehesa, que procede del término latino deffesa, no tiene nada que ver con el concepto que tenemos hoy en día sobre las actuales dehesas extremeñas, andaluzas, salmantinas o zamoranas. En el Fuero Juzgo Visigótico (Liber Iudiciorum, siglo VII, reinado de Recesvinto), ya se habla de los terrenos defeçados, trabajados de forma comunal por los antiguos pobladores. La Repoblación Medieval (siglos XI-XII) ratifica como bienes del común estas tierras antropizadas desde siglos atrás y les otorga la clara categoría de deffesa, a fin de que los vecinos, trabajándolas comunalmente, pudieran defender su subsistencia, tanto la de ellos como las de sus ganados. De aquí que las serranías jurdanas sean bienes comunales y gozan del carácter de inembargables, indivisibles, inalienables e imprescriptibles. Aún no se han denunciado a ciertos encargados de la repoblación forestal, que, aprovechándose de tener mando en plaza en tiempos de la dictadura, catastraron a su nombre varias hectáreas propiedad del común, de los vecinos.
Si yela pol San Brá, trenta díah máh
Este refrán se lo oí decir al que fuera buen y gran amigo mío, el tamborilero Gregorio Martín Domínguez, Tiu Goyu el Farra, que, además, me narró innumerables pinceladas de la vida de antes, de sus historias, sus leyendas, sus coplas y romances y, en suma, de la sabiduría ancestral y telúrica de la antiquísima comunidad de pastores que se asentó por estos valles y sierras. Y con Tíu Goyu, al que también acompañaba Domingo Rubio Crespo, Tíu Mingu, tamborilero de la alquería de El Cerezal, hicimos resurgir las tradicionales danzas que se ejecutaban el día de San Blas, que, ciertamente, se encontraban bastante apagadas y en galopante agonía. Seleccionamos a un grupo de los alumnos del Hogar-Escolar de Nuñomoral, donde este bohemio de los brezos y las pizarras andaba inmerso en los mundos pedagógicos, y, una vez ensayados y revestidos con las indumentarias de gala, nos presentamos a rendir homenaje a San Brá benditu. Danzas de El Ramu, El Paleu, El Cordón… y algunas otras que ya no formaban parte del repertorio religioso. Hoy siguen bailándose, que para ello están las Comádrih de Niñumurá, dispuestas a que la tradición continúe y jamás se pierda, para mayor gloria de la comarca jurdana.
El sábado, día 1, es la efemérides de Santa Brígida, que ya se computa como fiesta. Por ello, en los cantares en honor a San Blas, se oye: El primeru, Santa Brígida;/ el segundu, Candeleru,/ aluegu vieni San Brá,/ el santu máh pohtineru. En la tarde de tal jornada, está programa un teatro infantil para los más pequeños. Al poco la ronda por los barrios de la localidad y, como postre, la primera verbena de las fiestas. Al día siguiente, fiesta de Las Candelas, se dará el pistoletazo de salida, a eso de las 9,00 horas, a los que emprendan la Ruta de los Tejos, la que lleva a un singular bosque de tejos, allá por La Collá la Genera y La Collá el Juntanu, en la vertiente norte de la sierra del Jornu, espacios fascinantes, llenos de arroyos, gargantas y chorreras, algunos de los cuales nos recuerdan la presencia de los úrsidos por estos selváticos terrenos, como Lah Barrérah del Osu. De tejo era el antiguo Ramu que se ofrecía a San Blas, pues sabido es que fue sagrado este árbol para antiguas culturas. Al mediodía, se celebrará un homenaje por todo lo alto al tamborilero Manuel Guillermo Velaz, el tamborilero mayor de Las Hurdes, que, arrimándose ya a las 90 primaveras, todavía sigue en activo. Cuando el reloj de la plaza marque las dos de la tarde, habrá para todo el mundo una de esas paellas populares que se han puesto de moda aunque la fiesta no transcurra en tierras valencianas. Acabados los postres, se oirán sones de gaita y tamboril, como continuación al homenaje rendido a Tío Manuel. La tarde se cerrará con castillos hinchables y otras diversiones para los más pequeños, actuación de un grupo folklórico y, por la noche, Tito el del Rubiaco, que él solo vale por cuatro, animará a chicos y grandes a bailar al son de sus acordes.
San Blas llega en tercer lugar, el día grande de las fiestas. A primeras horas de la mañana, el pasacalles del tamborilero irá despertando a los vecinos, a fin de que se vayan levantando para tomar el aguardiente y los dulces tradicionales. A media mañana, voltearán las campanas de la iglesia parroquial. Procesión de El Ramu y misa solemne. Acabando los actos religiosos, se ejecutarán en la plaza las danzas ya reseñadas y, posteriormente, se ofrecerá a los vecinos por parte del Ayuntamiento un vino de honor, con degustación de productos jurdanos. Para ir cerrando tan emblemática jornada, entrará en acción la charanga de turno, que irá arrastrando tras de sí a todos los que quieran acabar cantando, de madrugada, aquella tonada que nosotros entonábamos en nuestros años mozos: San Brá se va fuendu/ pol La Burrera/ y nusótruh moh queámuh/ llénuh de pénah./ Ya se van San Brasinu/ por La Pernala/ y nusótruh moh quéamuh/ con la resaca. Ahora, a esperar que no hiele el día de San Blas, que algunos años han caído unas tremendas pelonas, porque si la escarcha hace blanquear los terrenos, el refrán dice que helará otros 30 días más. Y, en febrero, como refiere otro refrán de por estos territorios, buhca la sombra el perru; un ratu, que no el día enteru.
En la imagen superior: Bailando “El Cordón”, en una pasada edición de las fiestas de San Blas. (Foto: Archivo F.B.G.)
Texto de Félix Barroso para su columna A Cuerpo Gentil. Las opiniones e imágenes publicadas en esta reseña son responsabilidad de su autor.
Publicado el 30 de enero de 2020