Una de las más recordadas virtudes de la lectura es la de que te permite viajar sin moverte de casa, algo que no por ser un tópico deja de ser verdad, pues a través de los libros no solo nos trasladamos de algún modo en el espacio, sino también en el tiempo, dialogando con personas que vivieron hace siglos, asomándonos al mundo a través de sus ojos, etcétera, etcétera. Sin embargo, también hay libros que hacen que, de repente, tu casa, tu ciudad, tu país se te queden pequeños, con los que te entran ganas de viajar de verdad, de hacer maletas y largarte a otra parte, incluso por una buena temporada. Uno de esos libros es En la ciudad líquida, de la traductora y crítica literaria Marta Rebón, que hace un recorrido por ciudades tan distintas como San Petersburgo, Quito, Oporto o Tánger siempre al hilo de la Literatura, tratando, entre otras cosas –en una obra que es mucho más que un libro de viajes, más que un ensayo, más que un dietario–, de responder a una pregunta que la propia autora formula y que tampoco llega en realidad a responder del todo, aunque tampoco hace falta, “¿Por qué sentimos la necesidad de pasear por las mismas calles que recorrieron los artistas que admiramos, sentarnos a su mesa, mirar por las ventanas de sus escritorios, tomar un café en el local que frecuentaron y entrar en las habitaciones donde los embargó la felicidad más inmensa o una tristeza desconsolada?”. Marta Rebón recorre y retrata esas calles, esos, cafés, esas habitaciones y escritorios de una manera envidiable, superando la precaria condición del turista, incluso la del idealizado viajero, habitándolas de verdad durante algún tiempo, lo que le permite conocerlas a fondo, capturar su esencia, sus matices, y lo hace echando mano, además, de su extraordinario bagaje de lecturas y de su amplio y reconocido trabajo como traductora, que le ha llevado a traducir, para todos nosotros, a grandes autores de la Literatura rusa. Por eso no es raro que, se encuentre donde se encuentre y hable de lo que hable, salgan a relucir Marina Tsvietáieva, Anna Ajmátova, Anton Chéjov, Vasili Grossman, Boris Pasternak, Joseph Brodsky o Sergéi Dovlátov, pero también otros grandes autores como Fernando Pessoa, Paul Bowles o Elisabeth Bishop de los que cuenta cosas sumamente interesantes. Por eso, aparte de unas ganas enormes de viajar, leyendo En la ciudad líquida te entra un hambre irresistible de lectura, pues te hace sentir, de repente, que tu biblioteca, y tu propio bagaje de lecturas, esos los que tan orgulloso ten sientes, se te quedan pequeños. En la ciudad líquida es uno de esos libros que te abre puertas, puertas a otros lugares, puertas a la Literatura, y eso lo convierte es un título más que recomendable para cualquiera que tenga ganas de leer, y de seguir leyendo, y de conocer mundo.
En la ciudad líquida
Marta Rebón
Caballo de Troya
20,90 euros