Como todos los años, nos fuimos unos días a sentir el mar y el paisaje de la Ibiza desmasificada, no tanto cuanto quisiéramos, a pesar de ser octubre, pero sí lo suficiente como para andar por las calles y circular por las carreteras aún con bastante turismo, comparables en tráfico a la misma antigua Gran Vía madrileña.
Aunque nuestra Bitácora Verata suele ir por otros derroteros, o sea menos triste y más colorista, este año, en los umbrales de noviembre, ese mes dorado que nace con el sabor de la añoranza de los seres queridos desaparecidos, me hicieron detenerme ante un gran mural en el que destaca la imagen de nuestro campeón, Ángel Nieto, en el mismo cruce de las carreteras que van desde Ibiza a Santa Eulalia y San Miguel.
La crónica local señaló en su día que un Seat 600, conducido por una alemana de mediana edad, había alcanzado por detrás al quad que conducía nuestro deportista del motociclismo mundial, 12+1 veces campeón, falleciendo tras ocho días en coma a consecuencia de las heridas sufridas. Yo lo había entrevistado en las playa den Bossa de la isla, como aparece su foto en mi libro de “Memorias de Ibiza”. El día en que falleció era el 3 de agosto de 2017 y contaba con 70 años de edad. Descansa en paz, campeón.
En sintonía con el mismo sentimiento de noviembre cercano, quise también pasear por la Playa de Las Salinas de la isla ibicenca, en cuyas aguas se vertieron los restos de la periodista y amiga Concha García Campoy, que había fallecido un lustro antes: el 2 de julio de 2013. Yo la había tenido como colega y amiga en la isla, una amistad que después continuó, tras su salto a la televisión. Descansa amiga Concha.
Y así recordé también a otros muchos amigos, intelectuales, políticos y artistas, que han ido desapareciendo… y flotan en el aire de Ibiza, un sentimiento que al volver de nuevo a la Vera, removieron el recuerdo de otros tantos y tantos seres queridos y amigos…
Pero es la vida.
El color de la sierra teñido de oro al atardecer nos arrastra a pensar que ese otro paraíso, o lo que nos prometen, al que nos empuja la fe, debe ser tanto o más hermoso que el de esta tierra que disfrutamos, sin alardear de pesimismos ni optimismos.
La vida como la muerte aceptada con los principios de nuestra fe.
Por eso en este mes dorado de noviembre nos encomendamos y unimos a nuestros difuntos.
Que todos descansen en paz.
Publicado el 1 de noviembre de 2019