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El poder de la patatera

La chacinería extremeña genera productos sabrosos, muy ricos. Y uno va y los descubre a su propio paladar no ahora, hace ya más de cinco años. En mis comienzos placentinos, a la hora del aperitivo, entré en un bar de abolengo y pedí un vino tinto de la Tierra de Barros y me pusieron una tapa (esta es otra gran historia tradicional) que consistía en una tostada con cosas cubierta con pequeños trocitos cremosos de algo rojizo. Picaba, me di cuenta al segundo después del paladeo. Uno aprecia hasta el colmo el sazonado picante, aunque luego salga sin decir por dónde y punzando. Poco más tarde, con el segundo vino, llegó el chorizo cular de bellota, el lomo ibérico, el salchichón, todo rico y sabroso; y me callo las lisonjas al jamón de esta tierra que millones de paladares universales catan hasta colmar su placer.

Si uno se mueve hacia el sur de esta región extremeña, encontrará otros sabores de productos chacineros. No se puede dejar de probar la morcilla de Guadalupe; el morcón o la magreta de algún pueblo de Badajoz (Berlanga) que la obsequian  con o sin ajillo, al gusto del palatal. Delicias consistentes que degustado en mis breves viajes por la región. Al poco tiempo, caí en la cuenta de que aquel ingrediente de la tapa lo podía añadir a mis propios platos. Al día de hoy la mayor parte de las comidas que me preparo son picantes, y me van muy bien al gusto, al estómago y a la cerveza. Comidas sencillas como un arroz con huevos fritos; espaguetis con carne picada; una suculenta hamburguesa de ternera con sus todas sus cosas; alubias, lentejas e incluso un potaje de garbanzos se ven muy enriquecidas añadiendo –debidamente desmigado- una buena dosis de esa chacina que es típica de la provincia de Cáceres y que consiste en un embutido curado (parecido al farinato) formado por una mezcla de grasa de cerdo ibérico, patatas en puré y abundante pimentón picante o agridulce o dulce, pero siempre de la Vera. Le suelen denominar morcilla, aunque este manjar no incorpora ni gota de sangre.

Hamburguesa y patatera Alfonso Trulls Planve
Foto: Alfonso Trulls

Hace muchos años y cuando vivía en un país bastante lejano al nuestro, alguien -un sabio muy conocido por sus pensamientos y escritos- me comentó que a un país se le conoce a través de sus gentes, su gastronomía y sus bares, y que de esa forma entras de lleno en su cultura. Poco tiempo después pude confirmar la verdad objetiva que encerraba su sentencia. Desde entonces la aplico allá donde vaya y Plasencia no iba a ser menos. Fue aquí y de esa forma donde me dieron a conocer la ya famosa patatera (así, a secas), un embutido que se va nacionalizando y que ya pocos desconocen. Y es que el Patatera Power es mucho, tanto que para algunos como uno mismo, bordea la pasión.

Publicado el 16 de octubre de 2019

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