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Santibáñez el Bajo, un año más, entroniza al Cristo de la Paz

En las Relaciones Geográficas y Topográficas, que en el último tercio del siglo XVI mandó confeccionar Felipe II, se dice lo siguiente sobre el lugar de Santibáñez el Bajo: Hay una Iglesia parroquial y su advocación es para el Señor Santiago, y hay un humilladero de los Mártires.  Guárdase en este lugar para su voto el día del Señor Santo Albín, y su voto es como guardián de las viñas; y como a media legua de este lugar está su ermita, a la parte de entre mediodía y donde sale el sol.  Oyeron decir los testigos que en derredor de esta ermita hubo gran población; allí está agora la ermita sola.

Fiestas del Cristo Santibáñez el Bajo
Luis Martín Domínguez (“Ti Luí Bulla, el tamborilero del pueblo”), en otras fiestas del Cristo, hace ya muchas lunas (1964). (Archivo, Benjamín Amador Blanco)
La ermita del Cristo de la Paz, esperando a los vecinos en el atardecer del último día de la novena (víspera del Cristo), en una edición anterior (Archivo: F.B.G.)

Cuando las Relaciones hacen mención a la ermita de San Albín, bien cierto es que en sus alrededores hubo un inmenso asentamiento rural romano que se extiende por el propio paraje que lleva el nombre de dicha ermita y por aquellos otros de Cabeza el Moru, El Calderón, Lah Fíñah, Lah Cerráh, Loh Casárih, Juenti la bellota, Vientu Cierzu, Peña Ehcrita, El Cercau o Valli de loh rehpónsuh, donde, aparte de los fragmentos cerámicos, aras funerarias y votivas, lagares rupestres al aire libre, sillares graníticos, enterramientos y otros de características romanas, también se han hallado huellas de población anterior, como algunas de épocas calcolíticas.  Pero, en esta ocasión, lo que nos interesa es hacer hincapié en el que suponemos modesto humilladero que existía en el área, hoy ya integrada en el casco urbano, de Loh Mártirih.  Un humilladero dedicado a San Sebastián y a San Fabián, que ambos son los santos mártires.  Este humilladero sería agrandado y convertido en una ermita en el siglo XVIII, a instancias de la cofradía de la Vera Cruz, en la que trabajaron todos los vecinos, bien fuese dando peonadas gratuitas o entregando dinero para la obra.  Por ello, la ermita siempre fue propiedad del pueblo y no del Obispado de Coria-Cáceres.  Desgraciadamente, ha sido, en fechas muy recientes, inmatriculada esta ermita del Stmo. Cristo de la Paz, como tantos otros miles de inmuebles religiosos levantados por el pueblo en este país, a nombre de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.  El afán secular de la Iglesia de apoderarse de lo que no es suyo, sin que la Administración civil ni los vecinos digan ni pío, ofrece una visión del mucho poderío que tiene la jerarquía católica por nuestras ciudades, villas y lugares, algo inconcebible en el siglo XXI y en un Estado aconfesional.

Tamborilero Santibáñez el Bajo
El joven tamborilero Saúl Barroso Azabal encabezando la procesión (Archivo: F.B.G.)

Fiestas del Cristo Bendito

Echar la bandera en Santibáñez el Bajo
Arcaico ritual de “Echal la bandera”, en otras fiestas pasadas (Archivo: F.B.G.)

Desde tiempo inmemorial, estas fiestas en honor del Cristo de la Paz, más conocido por el Crihtu Benditu, fueron las más señeras y más lucidas de todo el año, y siempre se celebraron los días 22, 23 y 24 de septiembre.  Este año, de hecho, se inician el día 20, viernes, con diferentes finales de variopintos torneos y campeonatos.  En la jornada siguiente, madrugarán los que participen en el concurso de pesca, que se celebrará en el pantanillo de El Valli de loh zarzálih.  Se rematarán las finales de pádel y, por la tarde, tendrá lugar un espectáculo tauromáquico.  Cuando la noche extienda su negra capa, los vecinos y forasteros podrán disfrutar de la verbena en la plaza mayor, a cargo de la orquesta Alejandría.   En lo que concierne al domingo, día 22 y víspera de la jornada central de las fiestas, a primeras horas de la mañana, se ejecutarán otros entretenimientos para los taurófilos.  Más tarde, toda una serie de juegos infantiles.  Al caer el día, se celebrará uno de los rituales más ancestrales y con mayores valores antropológicos de estas fiestas:  La Velá, cuando toda una serie de capazos de los lagares aceiteros, colocados en una plataforma ahorquillada, arden en hoguera purificadora y que, sin lugar a dudas, responde a antiguos cultos solares, de los que habría para hablar largo y tendido.  Mientras las llamas suben hacia el firmamento, el tamborilero no deja de tocar y los vecinos bailan las antiguas danzas de la zona.   Después de la cena, la segunda verbena de las fiestas, amenizada por el grupo musical Tronos.

La Velá en Santibáñez el Bajo
“La Velá”, legendario ritual ígneo, relacionado con antañones cultos solares (Archivo: F.B.G.)
Cristo de la Paz Santibáñez el Bajo
La imagen del Cristo preside la mesa de los mayordomos en el “Ofretoriu”, otro ritual interaccionado con las antiguas fiestas paganas del final de cosecha (Archivo: F.B.G.)

En lunes cae el día 23, dedicado esencialmente a festejar al Cristo de la Paz.  Por ello, al poco de alborear, el joven tamborilero de la localidad, Saúl Barroso Azabal, recorrerá con miembros de la cofradía las calles del pueblo, casa por casa, para pidil pal Crihtu Benditu.  Más tarde, voltearán las campanas de la iglesia parroquial y se iniciará la solemne procesión, en la que se procederá a otro rito antiquísimo, relacionado con antiguas danzas guerreras que fueron asumidas por la Iglesia al no poderlas erradicar, como es el de Echal la bandera.  Los vecinos voluntarios hincan su rodilla en tierra, como manda la tradición, se santiguan y comienzan a flamear la bandera (no sabemos por qué no se ha recuperado para este ritual el antiguo pendón carmesí).  Y tremolan la bandera bajo los sones del tamborilero.  Cuando terminan, se vuelven a santiguar y, antiguamente, siempre echaban alguna moneda en una cestilla que llevaba algún monago, ya que se entendía que el que echaba la bandera era por una promesa que había realizado al Cristo.  Después de estos actos religiosos, el Ayuntamiento acostumbra a invitar a los vecinos y a todo el que acuda a las fiestas a un refrigerio en la plaza mayor.  Por la tarde, el tradicional y colorista Ofertoriu, donde se subastan los frutos más granados de los huertos santibañejos, gallos, conejos, borregos, chivos, palomas, botellas con excelentes vinos de pitarra, macetas con esplendorosas flores y otro sinfín de donativos entregados por los devotos del Santísimo Cristo.  Estos Ofertorios están muy ligados a las antiguas fiestas de las cosechas, celebrados por pueblos protohistóricos e históricos, coincidiendo con el mes de septiembre, para dar gracias a sus dioses por los productos recolectados.  Al terminar el Ofertoriu y procesionar la imagen del Cristo hasta su ermita, habrá un concierto en la plaza (el programa no especifica más sobre el particular) y, bajo la luz de las estrellas, se pondrá en movimiento Tributo al barrio (Hijos de Levante).  Después de dormirla bien dormida, el personal podrá reponer fuerzas con los opíparos guisos de una vaquilla al día siguiente, martes, 24, fiesta llamada del Crihtu Vieju, en el pabellón municipal y bajo los acordes de una charanga.

Fiestas del Cristo de la Paz Santibáñez el Bajo
Foto con gran valor documental y con muchos años a sus espaldas: paseíllo con “picaol” en un burro en una de aquellas antiguas e incruentas capeas que se celebraban en la localidad en las fiestas del Cristo, en los años color sepia (Archivo: F.B.G.)

Un año más estas emblemáticas fiestas carecen de mayordomos.  Hasta hace unos años, había largas colas de vecinos para poder cumplir con su Crihtu Benditu.  Pero desde que ciertos mayordomos más pudientes rompieron lo establecido y dieron por invitar a todo el pueblo al convite después de los actos religiosos mañaneros del día 23, la mayordomía del Cristo se convirtió en todo un lujo que muchos vecinos no se podían permitir.  De aquí que tenga que ser la cofradía del Santísimo Cristo de la Paz la que asuma dicha mayordomía, aunque sin convite alguno, que para eso ya lo hace el Ayuntamiento después de la misa mayor.

Cristo de la Paz Santibáñez el Bajo
Otra foto-documento de la procesión del Cristo saliendo por la puerta de su ermita (Archivo: F.B.G.)

En la foto superior: La imagen del Cristo llega a la puerta de la iglesa parroquial, arropada por los vecinos y acompañada por tamborilero, acordeonista y danzarines del que fuera emblemático grupo folklórico y local “Valdelagares”, que ya pasó a mejor vida (Foto: F.B.G.)

Texto de Félix Barroso para su columna A Cuerpo Gentil. Las opiniones e imágenes publicadas en esta columna son responsabilidad de su autor.

Publicado el 19 de septiembre de 2019

 

la pitarra del gordo
Colaborador de planVE

 

 

 

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